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Una lección acerca de la fidelidad.
Porque
de aquel día ni la ora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni
el Hijo, sino el Padre. Mirad, y velad y orad; porque no sabéis cuando será
el tiempo. Es como el hombre que yéndose lejos, dejo su casa, y dio autoridad a
sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mando que velase. Velad, pues,
porque no sabéis cuando vendrá el Señor de la casa; si al anochecer, o a la
media noche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuando venga de
repente, no os halle durmiendo. Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo;
Velad.
----Marcos 13:32-37.
El
evangelio de Mateo se estructura cuidadosamente par que su relato detallado del
ministerio público de Jesús se encuentre entre los más grandes discursos de
nuestro Señor: el Sermón del Monte y el discurso del Monte de los Olivos. Mateo 5 presenta el registro de Mateo
de la enseñanza de Jesús el Sermón del monte. Este sermón, que abarca tres capítulos, es el
registro más largo sin interrupciones de las palabras de Jesús en cualquier
lugar en Las Escrituras. De ninguna manera fue este el primer suceso en el ministerio terrenal de Jesús. Las mejores cronologías
lo colocan alrededor de un año y medio después del bautismo de Jesús (decir,
cerca del punto medio de su ministerio de tres años). Pero es un lugar
apropiado para que Mateo comenzara, porque maravillosamente resume el contenido
de las enseñanzas de Jesús y nos ayuda a que consideremos todo lo demás que
dijo e hizo con una luz más clara.
Mateo entonces organiza los diversos
acontecimientos de la vida y ministerio de Jesús en cierto modo temáticamente.
Resalta las lecciones claves en los principales discursos, cinco de ellas en
total. En el capítulo 10 hay una
comisión ampliada de Jesús que acompaña el envió de los doce; en el capítulo 13 hay una larga serie de
parábolas sobre el reino y en el capítulo
18, una lección prolongada sobre tener fe como un niño.
Por último, hacia el final de su
evangelio, justo antes de la descripción del arresto y crucifixión de Jesús,
mateo lleva su narración del ministerio de enseñanza formal de Jesús a su fin
con el discurso del Monte de los Olivos (Mateo
24-25). Aquí Jesús, sentado en la cima del Monte de los Olivos (24:3), habla en privado a sus
discípulos más cercanos acerca de su segunda venida, respondiendo a sus
preguntas acerca de <> (v.3).
Tal como se observo en la
introducción a este libro, el registro de Mateo del Sermón del Monte contiene
solo una parábola muy breve, que comprende los cuatro versículos finales (7:24-27). Esta parábola (la de los cimientos)
ilustra lo necio de escuchar las palabras de Jesús y no creerlas.
En contraste, el discurso del Monte
de los Olivos contiene muchas parábolas, algunas muy cortas y más complejas.
Estas incluyen el cuerpo muerto y las águilas (24-28), la higuera (vv. 32-34),
el dueño de la casa (vv. 43-44), los
siervos sabios y los malvados (vv.
45-51), las diez vírgenes (25:1-13),
los talentos (vv. 14-30) y las
ovejas y las cabras (vv. 32-33).
En este capítulo examinaremos tres
de las parábolas más largas de esta serie: los siervos sabios y los malvados,
las diez vírgenes y los talentos. Estas tres historias enlazan a Mateo 24 y 25. Deliberadamente se dicen
en estrecha secuencia, y juntas hacen un solo y simple punto sobre la
importancia de la fidelidad a la luz del retorno de Jesucristo.
El
discurso del Monte de los Olivos es uno de los pasajes más maltratados de todas
las Escrituras. Algunos intérpretes relegan todo el discurso casi a la
irrelevancia, afirmando que todas las palabras proféticas de esta sección de
las Escrituras se cumplieron por completo en el año 70 a.d. cuando los
ejércitos romanos saquearon Jerusalén y destruyeron el templo judío. (Este
punto de vista se conoce como preterismo).
En el extremo opuesto están los que parecen pensar que el periódico de hoy es
la clave para entender el discurso del monte de los Olivos. Ellos recorren las
noticias diarias de << guerras y rumores de guerras>> (Mateo 24:6); <> (v7); señales y prodigios en los cielos (v. 29), u otros ecos de este pasaje. Por supuesto, ellos no dejan
de descubrir nuevos informes que parecen encajar en el pasaje. Algunos parecen
pensar que todo el discurso es un amplio rompecabezas con un código que da una
respuesta oculta a la pregunta de los discípulos: <<¿Cuándo serán estas
cosas?>> (24:3). Casi cada
década algún falso profeta surge y
afirma que ha descubierto exactamente cuándo
volverá el Señor.
No
obstante, Jesús niega enfáticamente
la posibilidad de tal acontecimiento: < día y la ora nadie sabe, ni aun los ángeles de
los cielos, sino solo mi Padre>> (v.36).
De hecho, Jesús repite esto en
varias ocasiones en el discurso del Monte de los Olivos: << No sabéis a qué
hora a de venir vuestro Señor>> (Mateo
24:423). <>
(v.44). << El Señor de aquel
siervo en día que este no espera>> (v.50).
<< No sabéis el día ni la hora en que el hijo del hombre ha de
venir>> (25:13). Todas las tres parábolas que estaremos
estudiando hacen hincapié en la imposibilidad de conocer el día ni la hora de
su regreso.
En otras palabras, Jesús
deliberadamente dejo sin respuesta la pregunta de los discípulos sobre el
calendario de acontecimientos que rodearan su venida. No dejo lugar para la
especulación ni el sensacionalismo.
Por otra parte, en el proceso de
delinear los problemas más graves de los últimos días, les dijo a sus
discípulos: <> (Mateo 24:6).
Es evidente que Jesús no nos está
dando una forma de averiguar con precisión cuando debemos esperar su retorno;
ni está tratando de asustarnos con
respecto a la terrible época de tribulación que precederá a su venida. ¿Cuál
entonces es el asunto principal de este discurso? La respuesta es simple y
obvia: es una exhortación extendida e Cristo a sus discípulos, exhortándolos a
ser fieles hasta que el vuelva. En lugar de responder a la pregunta sobre el
momento de su retorno, les dice tres parábolas que cubren todas las
posibilidades.
Una
Historia de dos siervos.
La
primera en este trió es una historia que contrasta a dos servidores, uno que es
<> y el otro, malo (Mateo 24:45-48).El verdadero carácter del ciervo malo se
manifiesta rápidamente cuando el señor se va por una temporada. El se dice a si
mismo que el señor no va a volver pronto. Esta creencia elimina todo sentido de
la rendición de cuentas de su mente y anda fuera de control: ¿Quién es pues, el
siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el
alimento? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle
haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá.
Pero si aquel siervo malo dijere en
su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzara a golpear a sus consiervos, y
aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día
que este no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigara duramente, y pondrá
su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes. (Mateo 24:45-51). El contraste entre
los dos servidores es deliberadamente extremo. El siervo fiel y prudente
entiende que la ausencia del señor en realidad aumentaba la carga de
responsabilidad sobre él. Tenía que trabajar más duro y ser más consciente que
nunca porque sabía que al final tendría que rendir cuentas. Ya sea que el señor
regresara temprano o tarde, este siervo fiel quería encontrarse cumpliendo con
paciencia sus deberes. Pero el siervo malo vio la ausencia del maestro como una
oportunidad para irse de fiesta. El se quito toda restricción y eludió
cualquier responsabilidad. Hizo todo lo que su corazón malvado le inclinaba a
hacer, porque no había nadie para verlo y no tenía sentido de responsabilidad.
Cuando el señor vuelve de repente,
el siervo fiel es recompensado más allá de cualquier expectativa. Es
inmediatamente promovido a la posición más alta de autoridad y honor. Se le da
privilegios que reflejan las prerrogativas del propio señor. Este es un cuadro
de la recompensa eterna de todos los cristianos fieles. Ellos reinaran con
Cristo en el reino (2 Timoteo 2:12;
Apocalipsis 20:6). Ellos son coherederos con Jesucristo y serán
glorificados juntamente con El (Romanos
8:17). El lugar de ellos en el cielo será una posición de insondable alto honor
y recompensa. Se sentaran con El en su trono (Apocalipsis 3:21).
Sin embargo, el siervo malo
representa a un incrédulo que se engaña a sí mismo, que se ha identificado con
la iglesia y se hace pasar como servidor del Maestro. Pero en realidad, no ama
al Señor ni espera su retorno. De hecho, no parece creer en absoluto que el
Maestro volverá, o al menos no en un corto plazo. Dice < tarda en venir>> (Mateo 24:48, énfasis agregado). Su
falta de fe incentiva su mal comportamiento.
Cuando
el señor si vuelva, de pronto y mucho
antes de lo esperado, el siervo malo será expuesto al instante por lo que es.
Su castigo es tan severo como la recompensa del primer