siervo
fue pródiga: <> (v.51). Pero este no es el final. Su porción (su suerte en el mas allá)
seria estar <>. Tal lenguaje, por supuesto, denota el infierno, por lo que
sabemos que este hombre era un incrédulo.
De hecho, la expresión <> era familiar para los discípulos, porque Jesús
la había utilizado muchas veces para describir el dolor sin fin y el lamento agónico
de las almas en el infierno (Mateo 8:12;
22:13; Lucas 13:28). Ese es el significado aquí también. La actitud cínica
del ciervo malo al regreso de su amo es un emblema del rango de incredulidad, y
<> (Juan 3:18). Esto demuestra lo grave que es el pecado de burlarse
de la promesa del retorno de Cristo (2
Pedro 3:3-4).
La misma gracia que nos salva nos
enseña que <> (Tito
2:12-13). << Porque aun un poquito, y El que ha de venir vendrá, y no
tardara>> (Hebreos 10:37). En
el libro de Apocalipsis, Cristo dice repetidamente: <> (Apocalipsis 3:11;
22:7,12, 20).
Esta es la lección que se resalta en
esta parábola. El retorno de Cristo es inminente.
Esto significa que podría suceder en cualquier momento. << El Señor
esta cerca >> (Filipenses 4:5).
<< La venida del Señor se acerca […] el juez esta delante de la puerta >>
(Santiago 5:8-9). Nada se interpone
en el camino del retorno inmediato de nuestro Señor, y se nos enseña en varias ocasiones
en las escrituras que debemos estar listos, expectantes, ocupados, obedientes,
leales, totalmente preparados, como el siervo fiel y prudente en esta parábola << porque no sabéis a qué hora ha de
venir vuestro Señor >> (Mateo
24:42).
Las
diez vírgenes.
La
división de capítulos entre Mateo 24 y
25 hace una interrupción artificial en el flujo de la narración. (Las
divisiones de capítulos y versículos, por supuesto, no son parte del texto
inspirado; fueron añadidas alrededor del siglo XIII). No hay interrupción o
interludio entre la parábola de los siervos y la historia que sigue, y es
importante leerlas de esta manera. Las dos parábolas van de la mano, haciendo hincapié
en diferentes aspectos de una misma lección clave.
La parábola de los siervos enfatiza
el punto de que no debemos asumir que Cristo demorara su venida, sino estar
preparados cuando regrese en cualquier momento. La parábola de las vírgenes
sabias y necias sigue de inmediato y simplemente invierte el punto. Estar
<< listo para que El vuelva en cualquier momento >> También
significa que no debemos ser atrapados con la guardia baja si demora. La verdadera disposición exige equilibrio en nuestras expectativas.
La historia de la iglesia está
repleta de establecedores de fechas y sus sectas quienes, pensando que habían
encontrado el tiempo especifico para la segunda venida, renunciaron a sus
trabajos, vendieron sus activos y se trasladaron a una montaña o a algún lugar
desierto para esperar el sonido de la trompeta final. Especialmente en las últimas
décadas se ha visto un recrudecimiento de autoproclamados profetas y numero
logos aficionados que han determinado la fecha y la cronología de los últimos
tiempos. Todos ellos han sido decepcionados, desacreditados, desilusionados y,
de alguna manera, difamados, y con razón.
Jesús
prohíbe expresamente este tipo de presunción. Como se ha señalado, este es uno
de los principales asuntos de todo el discurso del Monte de los Olivos y es el
mismo punto que ilustra estas tres parábolas.
Por supuesto que sí creemos sin
reservas que el retorno de Cristo se acerca rápidamente. << Es ya hora de
levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra
salvación que cuando creímos >> (Romanos
13:11). << El tiempo es corto…. Porque la apariencia de este mundo se
pasa >> (1 Corintios 7:29, 31).
<< Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed pues, sobrios, y velad en
oración >> (1 Pedro 4:7). Nada
se interpone en el camino del retorno del Señor y es imperativo que estemos
listos si El regresara hoy.
Pero nuestra ignorancia sobre el
momento del retorno de Cristo tiene otra implicación: tenemos que seguir siendo
pacientes, diligentes, fieles, no importa cuánto tiempo nuestro Señor puede
parecer que retrasa su retorno. El tiempo es
corto, pero << para con el Señor un día es como mil años, y mil años como
un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza,
sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino
que todos procedan al arrepentimiento. Pero el día del Señor vendrá como ladrón
en la noche>> (2 Pedro 3:8-10,
énfasis añadido). Mientras tanto, tenemos que estar preparados si El regresa de inmediato o espera
otros mil años. Y mientras esperamos, debemos permanecer fieles a nuestra
responsabilidad. Esto es lo que la verdadera disponibilidad significa. Es
diametralmente opuesta al escapismo de los que abandonan, se mudan a la cima de
una montaña y se sientan allí de brazos cruzados esperando a que suene la
trompeta final.
Con el fin de ilustrar porque
tenemos que estar preparados en caso de que su venida se retrase, Jesús cuenta
una parábola sobre las<< diez vírgenes>>. Estas son diez damas de
honor en una boda. (Por costumbre, solo solteras servían como damas de honor).
Esta que Jesús esta describiendo es una gran fiesta de bodas, con un número
inusualmente grande de participantes, lo que da a entender que se trata de
familias ilustres. Es una ocasión muy importante.
Pero la boda está plagada de una
serie de problemas que ninguna novia desearía. Se está haciendo muy tarde. El
novio aun no ha llegado. Las damas de honor se han dormido y sus lámparas
ceremoniales se apagan. La mitad de ellas vinieron sin aceite adicional, por lo
que les era imposible volver a llenar sus lámparas. Y sin lámparas adecuadas,
no podían llevar a cabo la tarea sencilla que se supone debían hacer.
Aquí está la parábola en las
palabras de Jesús: Entonces el reino de los cielos será semejante a diez
vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas
eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no
tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas,
juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se
durmieron.
Y a la medianoche se oyó un clamor:
¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!
Entonces todas aquellas vírgenes se
levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes:
Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan.
Mas las prudentes respondieron diciendo:
Para que no nos falte a nosotros y a vosotras, id más bien a los que venden, y
comprad para vosotras mismas.
Pero mientras ellas iban a comprar,
vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró
la puerta.
Después vinieron también las otras
vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos!
Mas él, respondiendo, dijo: de
cierto os digo, que no os conozco.
Velad, pues, porque no sabéis el día
ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir. (Mateo 25:1-13).
Una boda a media noche marcada por
el retraso del novio pareciera extraña y
absolutamente desastrosa en los oídos de los discípulos.
El proceso de compromiso y
matrimonio en el judaísmo del primer siglo tenía tres fases. La primera fase
era la promesa de matrimonio, por lo
general formalizado mediante un contrato. Este arreglo se hacía típicamente
entre los dos conjuntos de padres y era sellado con un pago hecho por el padre
del novio al padre de la novia. La segunda fase era el desposorio. Esta comenzaba con el intercambio publico de votos y
regalos entre la pareja. Una pareja desposada estaba entonces legalmente
comprometida a casarse entre sí; la unión no podía ser rota, excepto por
divorcio (cp. Mateo 1:19). Pero el
matrimonio no se consumaba hasta después de la tercera fase: la fiesta de bodas. Esto podía ocurrir
tan tarde como un año después del desposorio. Esta fase marcaba la finalización
del periodo de compromiso con una gran celebración que duraba varios días. Solo
después de hacerse el banquete de bodas, la pareja empezaba a vivir junta.
Lo que la parábola describe es el
primer día de la fiesta de bodas. La llegada del novio señalaría el inicio de
las festividades, y las damas de honor vendrían a su encuentro y le
acompañarían a través de las calles de la ciudad o pueblo a su destino con
lámparas o antorchas con aceite como combustible. Un comienzo por la noche
seria común en esa cultura. (Estaba previsto después de la puesta del sol para
la comodidad de las personas que viajaban para llegar allí).
En este caso el novio estaba tarde,
muy tarde. No se nos dice la razón de la larga demora, pero debe haber sido
algo significativo e inevitable. No se aclara por que el novio era indiferente
acerca de la boda o frio hacia su novia, porque cuando por fin llego a la media
noche, no estuvo dispuesto a esperar un minuto más para iniciar la ceremonia.
Los invitados se habían quedado a pesar de la demora. Todo estaba listo a
excepción de las cinco damas de honor necias que habían salido de las
instalaciones para tratar de comprar más aceite.
Se puede apreciar la molestia que
sentía el novio. En primer lugar, era inexcusable que ellas no llevaran aceite.
Mantener sus lámparas encendidas era su único deber. La irresponsabilidad de
ellas era similar o hasta peor que la negligencia del hombre en Mateo 22:11-14, quien se presento en una boda
real sin estar vestido para la ocasión. Era un insulto desconsiderado al novio.
Tan pronto como se supo que el novio
venia, las jóvenes irresponsables despertaron de su letargo y salieron a tratar
de comprar aceite (seguramente una misión difícil a esa hora de la noche).
<> (Mateo 25:10). Las insensatas se
perdieron su venida y fueron excluidas de la fiesta de boda. Deberían de haber
estado preparadas para una posible demora.
Finalmente, regresaron y pidieron
ser admitidas en la fiesta, pero él, novio había tomado su decisión. Ellas
habían estropeado su único deber como damas de honor; ahora eran una
interrupción a la celebración. La respuesta del novio para ellas es fría:
<> (v. 12). Este es un eco espeluznante de lo que Jesús dirá a los Hipócritas
religiosos en el juicio final: <> (Mateo
7:23). También es una reminiscencia de sus palabras en Lucas 13:24-28.
Esforzaos a entrar por la puerta
angosta; porque os digo que muchos procuraran entrar, y no podrán. Después que
el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera
empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, el respondiendo
os dirá: No sé de donde sois. Entonces comenzareis a decir: Delante de ti hemos
comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste. Pero os dirá: Os digo que no sé
de donde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad. Allí será el
llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a
todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos.