Mirábamos a través de la ventana mientras los noticieros llegaban en manada y helicópteros rondaban sobre la escuela de nuestros hijos. ¿Qué podría estar pasando?
Luego llegó el correo electrónico a nuestra bandeja de entrada: “Se ha pedido a dos familias en la escuela que se pongan en cuarentena debido a posible exposición al COVID-19”. De todo Illinois, nuestro hospital, nuestro pueblo, y nuestra escuela fueron unos de los primeros en aparecer a las noticias.
Lo que pensábamos que pasaría rápidamente se ha convertido en semanas de cuarentena obligatoria, cambio de planes para las vacaciones, una detención repentina en la búsqueda de trabajo de mi esposo mientras seguimos sin ingresos, y por ahora, educación en el hogar para nuestros cuatro hijos.
No pasó mucho tiempo para que surgieran la presión, las ansiedades, y los temores dentro de nuestro matrimonio. ¿Cómo nos las arreglaremos si las empresas dejan de contratar? ¿Tendremos acceso a los medicamentos de nuestra familia? ¿Cómo vamos a educar en casa cuando el próximo mes ya esté lleno de otras obligaciones?
Las tribulaciones, desde pequeñas molestias hasta temporadas de profundo sufrimiento, pondrán a prueba cada matrimonio. Sin embargo, no todos los matrimonios serán moldeados por ellas de la misma manera. La marca que estas pruebas dejan en nosotros dependerá, en última instancia, de nuestra respuesta cuando estas llegan.
A medida que todos navegamos por territorio desconocido —con planes, rutinas, y expectativas completamente invertidas— es importante que reconozcamos las tentaciones y desafíos que naturalmente surgirán en nuestros matrimonios si no estamos recordándonos proactivamente la verdad. Aquí hay tres verdades claves para recordar en los días venideros.
1. Tu cónyuge no es tu enemigo
En tiempos de prueba, y debido a que cada cónyuge procesa las situaciones de manera diferente, es muy fácil desquitar nuestras frustraciones y ansiedades el uno sobre el otro. En tiempos difíciles, las molestias menores repentinamente se magnifican.
En tiempos difíciles, las molestias menores repentinamente se magnifican
En lugar de aliarnos como un frente unido, los cónyuges nos sentimos tentados a retirarnos en nuestros pequeños mundos o a volvernos uno contra el otro en nuestro dolor y miedo (a veces por las cosas más pequeñas), todo mientras un enemigo invisible (pero real) está trabajando arduamente para destruir nuestro matrimonio, volvernos contra el Señor, y robarnos de el oro que Dios quiere refinar en nosotros mientras confiamos en Él.
Es fácil, en medio del dolor o la decepción, prestar poca atención a la batalla espiritual que se está librando y demasiada atención a lucha que se da entre sí. Satanás quiere convencerte de confiar en tus propios recursos y volverte contra el Señor en estos días inciertos. Y quiere persuadirte de que te vuelvas en contra de tu cónyuge en el proceso.
En cambio, luchemos en contra de la tentación de volvernos el uno contra el otro, siendo honestos con el otro sobre aquello con lo que estamos luchando. Luego, toma un tiempo cada día para leer la Palabra de Dios y recordar que están en el mismo equipo, luchando contra los mismos enemigos espirituales, unidos por el mismo Cristo.
2. Dios establece los límites
Cuando le estamos gritando a nuestro cónyuge o a nuestros hijos, tenemos que detenernos y preguntarnos: ¿Cuál es la raíz de mis reacciones pecaminosas en este momento? ¿Me estoy frustrando con mi esposo o esposa porque he puesto mi seguridad y esperanza en ellos más que en el Señor? ¿Estoy molesta con mis hijos porque su estar en casa interrumpe mi rutina normal? ¿Estoy desquitando mis miedos con los más cercanos a mí porque simplemente es más fácil hacer eso que llevar mis miedos y ansiedades a Cristo y a mi cónyuge en humildad?
Si es así, debemos recordarnos que estas circunstancias a las que nos enfrentamos, tanto a nivel mundial como personal, no están fuera de las manos de nuestro soberano Señor. Esta verdad puede traer paz cuando las circunstancias parecen caóticas y las pruebas se sienten interminables. Aunque no comprendamos los caminos de Dios, podemos estar seguros de que todas las cosas están dentro de los límites buenos y soberanos de nuestro Padre celestial. Y Él quiere que estas circunstancias nos atraigan hacia Él con mayor dependencia y confianza.
Tal como escribió Charles Spurgeon:
“El Señor, el siempre misericordioso, ha designado cada momento de tristeza y cada punzada de sufrimiento. Si Él ordena el número diez, nunca puede elevarse a once, ni debes desear que se reduzca a nueve. El tiempo del Señor es el mejor. La duración de tu vida se mide a la anchura de un cabello. Alma inquieta, Dios lo ordena todo, así que deja que el Señor haga su voluntad”.
Aunque sea difícil, nosotros también podemos y debemos confiar en que todo está dentro de los sabios límites de nuestro buen y soberano Señor. En lugar de que nuestros miedos, estrés, y ansiedades produzcan tensión en nuestros matrimonios, la paz y el descanso crecerán a medida que nos recordemos a nosotros mismos que podemos confiar en Aquel que tiene el control.
3. Dios puede hacernos crecer aquí mismo
Cuando nos enfrentamos a días difíciles y nuestros matrimonios son confinados a espacios reducidos, recuerda que la gracia de Dios es suficiente para cada día. Podemos mirar lo que nuestros ojos ven, o podemos elevar nuestros ojos a una esperanza más allá de lo que podemos ver. Y todos los días, podemos mirar a la cruz.
Cuando nos enfrentamos a días difíciles y nuestros matrimonios son confinados a espacios reducidos, recuerda que la gracia de Dios es suficiente para cada día
La cruz fue el momento más oscuro de la historia, y fue iniciativa de Dios. Dios permitió que su único Hijo diera y perdiera más de lo que tú o yo podemos: las riquezas del cielo, la adoración de los ángeles, incluso su propia vida. Si quieres ver el momento del mayor triunfo aparente de Satanás, mira la cruz, donde de seguro sonrió al Hijo de Dios muriendo solo y en agonía. Sin embargo, lo que parecía ser el mayor triunfo de Satanás fue de hecho su mayor derrota.
No es difícil imaginar a Satanás sonriendo hoy, tentándonos a tomar frenéticamente el control, a gritarnos mutuamente, y a dudar de la bondad de Dios al permitir el COVID-19, para luego descubrir que estas circunstancias nos han acercado más en dependencia y confianza del Señor, y han hecho crecer nuestro matrimonio y familia para reflejar más a Cristo (Job 23:10).
Para resistir las mentiras del enemigo, debemos estar preparados para jugar la defensa espiritual, es decir, acercarnos a Cristo a través de su Palabra. Con el tiempo, a medida que nuestro matrimonio se arraigue más en su Palabra que en las circunstancias que nos rodean, nosotros y nuestro matrimonio gradualmente reflejaremos su paz y gozo, aun cuando rugen las tormentas que nos rodean.
En nuestro propio matrimonio, el enemigo ha trabajado arduamente para derribarnos, individualmente y como pareja. A veces pareciera que ha ganado. Pero al mirar atrás, no solamente vemos cómo Dios no sólo nos ha hecho salir adelante, sino que también nos ha refinado, fortalecido, y acercado a Él. Que lo mismo sea una realidad para ti.
Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Diana Rodriguez.