El adulterio daña nuestra relación con Dios, destruye familias, y deja profundas heridas. Además, el adulterio no es malo solo por sus secuelas, sino principalmente porque atenta contra la sabiduría divina, desafía la voluntad de Dios, y afrenta el diseño divino para el matrimonio.
Los casados debemos estar conscientes de nuestra vulnerabilidad y ser precavidos para vencer esta tentación. Saber esto nos lleva a establecer medidas preventivas para guardarnos del adulterio.
1) Usa los medios de gracia
Los medios de gracia son instrumentos que fortalecen nuestra fe, confianza, obediencia, y devoción. Dios los usa para fortalecernos en la lucha contra el pecado. Algunos de ellos son: la oración, la Palabra, y la Cena del Señor.
Los casados debemos estar conscientes de nuestra vulnerabilidad y ser precavidos para vencer la tentación al adulterio
Cristo nos ordena velar y orar para no ser víctimas de la tentación (Mt. 26:41). Pablo describe el papel de las Escrituras en nuestra vida: “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra” (2 Ti. 3:16-17). Además, el mismo Pablo explica que cuando tomamos el pan y el vino proclamamos y tenemos presente el evangelio (1 Co. 11:26).
Ser diligentes en el uso de estos medios nos fortalece espiritualmente y disminuye las probabilidades de incurrir en el pecado del adulterio.
2) Establece principios que te protejan
Como estrategia contra el pecado, debemos establecer principios que nos sirvan de protección. La Escritura indica: “El prudente ve el mal y se esconde” (Pr. 22:3a). El prudente ve las amenazas y toma medidas para evitarlas. Algo así como mecanismos de defensa.
Cuando se trata de guardarnos del adulterio, los cristianos debemos evitar lugares, conversaciones, personas, o situaciones comprometedoras. Por ejemplo, como un principio básico: los casados no debemos permanecer a solas con otra persona del sexo opuesto. La observación de este principio puede evitarnos muchos males.
Evitemos mostrarnos vulnerables con una persona del sexo opuesto. La mujer casada no debe exponer su corazón con un hombre que no sea su esposo (y viceversa), ya que puede producir apego emocional que resulte en adulterio. Esto también aplica cuando nos comunicamos en las redes sociales, por llamadas telefónicas, o mensajes de texto a altas horas de la noche.
Estos límites son líneas rojas que no debemos cruzar. Respetar estos y otros principios es una forma sabia de vivir que nos puede guardar del adulterio.
3) No descuides tu vida íntima con tu cónyuge
El sexo es un regalo de Dios para que un hombre y una mujer lo disfruten en el matrimonio. Mientras se practique en este marco, el sexo es provechoso y agradable a Dios. No usar este don es un desprecio a la bondad y sabiduría divina. Pero además, cuando los esposos no tienen un vida sexual afectuosa, regular, y deleitosa, son candidatos a la infidelidad.
Pablo exhorta a los casados a no descuidar la intimidad con su cónyuge: “No se priven el uno del otro, excepto de común acuerdo y por cierto tiempo, para dedicarse a la oración; vuelvan después a juntarse a fin de que Satanás no los tiente por causa de su falta de dominio propio” (1 Co. 7:5). La tentación de la que Pablo nos advierte aquí es el adulterio.
El acto conyugal disminuye las posibilidades de la infidelidad. Cuando un cónyuge cristiano no tiene una vida sexual satisfecha, puede ser más vulnerable a la tentación. A no ser por causas extremas (como una enfermedad), negarse a la intimidad con el cónyuge no solo es egoísta, sino también una manera de exponer al cónyuge al adulterio.
4) Busca personas sabias a quienes rendir cuentas
La Biblia advierte a los creyentes contra la dureza de corazón y nos da un antídoto: “Antes exhórtense unos a otros cada día, mientras todavía se dice: Hoy; no sea que alguno de ustedes sea endurecido por el engaño del pecado” (Heb. 3:13). Aquí vemos la importancia de establecer relaciones e identificar personas en la iglesia a quienes rendimos cuentas de nuestra vida.
Dios ilustró la inquebrantable relación que Cristo tiene con la Iglesia por medio de la unión matrimonial
Confesar a tiempo una tentación puede guardarnos del adulterio y sus consecuencias. Necesitamos rodearnos de personas para confiarles nuestras luchas y tentaciones. Debemos permitir que otros creyentes nos pregunten sobre nuestras vidas y batallas con el pecado. Una confrontación, advertencia, o confesión puede guardarnos de caer en la tentación.
5) Fortalece tu visión del matrimonio con la Biblia
Un creyente con un entendimiento bíblico sólido del matrimonio estará preparado para resistir la seducción del adulterio. Los esposos cristianos necesitamos recordar la naturaleza y propósito del matrimonio: Dios lo diseñó para que sirva como una imagen del amor de Cristo por Su Iglesia.
Dios ilustró la inquebrantable relación que Cristo tiene con la Iglesia por medio de la unión matrimonial. La Biblia nos guía a definir correctamente nuestro concepto del matrimonio (Mt. 19:1-9; Ef. 5:21-33; 1 P. 3:1-7).
También recomiendo que cultivemos el hábito de la lectura (leamos al menos un libro edificante por año), escuchemos sermones, o leamos artículos acerca del matrimonio.
Conclusión
El adulterio no es un pecado fortuito. Por lo general, llega gradualmente cuando descuidamos nuestra batalla contra la tentación. La infidelidad empieza con un pensamiento que se convierte en una fuerte pasión que esclaviza. Es por eso que la estrategia contra el adulterio es la actitud radical que Jesús enseñó (Mt. 18:9).
Ciertamente, el matrimonio es mucho más que evitar la infidelidad. Debemos esforzarnos en reflejar el amor y la relación que Cristo tiene con Su Iglesia. Y si hay algo que distingue ese amor es la fidelidad. Recordemos siempre: el Dios que mostró su amor en la cruz está de nuestro lado para que podamos vivir de esta manera.