¿Te pusiste a pensar que algún día no estarás en el lugar que hoy ocupas?
No estarás siempre allí.
Puede ser una buena o una mala noticia. Todo depende de ti.
Hay personas que tienden a aferrarse a un cargo, a una posición de liderazgo, a un rol en la familia, o a determinado lugar en un grupo. Creen que allí habrán de perpetuarse eternamente. Y se equivocan.
Primero porque eso no sucederá.
Segundo porque se terminan haciendo un gran daño a sí mismas.
Y tercero porque al no correrse a tiempo, terminan lastimando a los demás.
Estoy convencido de esto: hay que preparar el terreno para cuando no estemos.
Tenemos que prepararnos nosotros para no sentir que se nos acaba el mundo cuando concluyamos con una tarea, por ejemplo.
Y tenemos que preparar tempranamente a otros que nos habrán de suceder. Ése es un verdadero éxito. Que podamos multiplicar la influencia formando a otros que continuarán mucho mejor que nosotros lo que alguna vez hicimos.
¿Tienes un saber? Compártelo. No es tuyo. Simplemente eres un administrador.
¿Coordinas algún grupo? Ese grupo no te pertenece. Asúmelo. Prepárate para el día que no estés allí. Desea que a tu sucesor se le multipliquen los logros.
Hay proyectos construidos alrededor de una persona donde la concentración de poder y de expectativas está tan individualizada que no hay espacio para el desarrollo de los demás. Y además al protagonista se lo “traga” el rol y se termina lastimando a sí mismo confundiendo su identidad o esencia con una tarea que sólo será circunstancial.
Tengamos pasión por la misión pero desapasionamiento con respecto a los cargos. Un lugar jerárquico sólo es una oportunidad para nutrir a los demás. Estamos para servir, formar y luego corrernos. El camino del amor siempre será el camino de la multiplicación.
GUSTAVO BEDROSSIAN