Muchas veces nos quejamos por las cosas malas que nos pasan. El apóstol Pablo escribió en el libro de los Filipenses un versículo tan poderoso que debiera alentarnos a todos: "Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” Filipenses 4:4 (RVR 1960)
Este hombre de Dios aprendió a regocijarse en los momentos más difíciles que podía enfrentar. Él escribe esta carta en la cárcel, un lugar frío y oscuro, tenía muchos motivos para protestar y lamentarse por su situación, pero el exclamó: "Regocijaos en el Señor siempre" ¡Qué hermosa palabra para nosotros!
Me gustaría compartir contigo una pequeña historia: Un pastor contó una vez, que después de una reunión en la iglesia, un hermano se retiró a su casa, y en el camino se encontró con dos delincuentes quienes le arrebataron todo lo valioso que tenía; adolorido se levantó y continuó su camino. Llegando a casa, en lugar de protestar y lamentarse por todo lo que había perdido, entró en su cuarto y se puso a orar diciendo: “Querido Señor, hoy tuve un incidente donde me arrebataron mis pertenencias, quiero darte gracias porque sólo me quitaron la billetera y mi reloj, gracias porque aún estoy con vida”.
Esta historia muestra cómo muchas veces nos olvidamos de que Dios es fiel con nosotros cada día; a veces nos pasan circunstancias por las que nos andamos lamentando por todo, y no nos damos cuenta que existen muchas cosas en nuestras vidas por las cuales debemos darle gracias a Dios.
Gracias a Dios porque a pesar de no tener mucho, lo tengo todo.
A pesar de todas las dificultades somos bendecidos por Dios, y eso es algo que nunca debemos dejar pasar por alto. Aprender a ver las situaciones difíciles de otra manera, nos ayudará a entender que hay muchas áreas de nuestra vida por las cuales podemos alegrarnos en Dios y darle gracias siempre. En este momento, puede que tengas motivos para estar triste, pero quiero animarte a repetir estas palabras del apóstol Pablo: “Alégrense en el Señor siempre” No olvides que Dios tiene cuidado en cada aspecto de tu vida.
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