¿Te has dado cuenta que cuando estamos en un grupo de amigos, familia, vecinos u otros, somos más propensos a hablar de otras personas? Lo curioso de esto es que en la mayoría de los casos no mencionamos cosas buenas de los demás, sino que lo hacemos para criticar sus errores y su forma de vivir. ¿Alguna vez has tenido la tentación de hablar mal de alguien?
Así como nosotros somos tentados a hablar mal de otras personas, Aarón y María hicieron lo mismo, la Biblia dice: “María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado; porque él había tomado mujer cusita. Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros? Y lo oyó Jehová.” Números 12:1-2 (RVR 1960) Ellos tuvieron envidia de la relación que Moisés tenía con Dios, por lo que comenzaron a criticar las decisiones que él estaba tomando.
En respuesta a esta injusticia, el Señor se levantó en defensa de Moisés y dijo: “Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él. No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa. Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la apariencia de Jehová. ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?” Números 12:6-8 (RVR 1960) En consecuencia, el Señor castigó la actitud de María con lepra y tampoco pudo entrar a la tierra prometida.
“No hablar mal de nadie, es la mejor forma de hablar bien de ti”
Debemos tener mucho cuidado cuando hablamos en contra de alguien, muchas veces decimos palabras a la ligera sin pensar en el daño que provocamos; nosotros no conocemos las batallas, luchas, sufrimientos y la relación que cada persona tiene con Dios, por lo cual no podemos ser presurosos en criticar o hablar mal.
En las muchas palabras no falta pecado; Mas el que refrena sus labios es prudente.
Proverbios 10:19 (RVR 1960)
Si consideras que eres débil en esta área porque tiendes a hablar fácilmente de otras personas, entonces esta enseñanza es para ti; recuerda que delante de Dios esto no es agradable, por lo cual, es tiempo de arrepentirte y pedir perdón al Señor por esta actitud. Comienza a hablar palabras que lleven bendición y no sean de piedra de tropiezo.
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