La Biblia nos enseña que la verdadera fe significa tener esperanza contra toda esperanza, llamando a la existencia lo que no existe, trayendo vida donde hay muerte. Dios quiere otorgarnos sobrenaturalmente una visión espiritual y divina para que ya no veamos a las personas, circunstancias y situaciones como lo hacíamos antes. Él quiere que veamos con nuevos ojos, por fe, sobrenaturalmente, como Él ve. “Porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7).
Un encuentro sorprendente y revelador entre Jesús y Pedro ilustra brillantemente esta verdad. Pedro caminó tres años con Jesús. Él parecía ser un hombre capaz de lo mejor y de lo peor, alternando entre lo divino y lo diabólico con una aterradora inestabilidad. Cuando Jesús anunció su muerte y resurrección y la dispersión de los discípulos inmediatamente después de su arresto, Pedro exclamó valientemente: “¡Incluso si todos los demás te abandonan, yo me quedaré contigo, hasta mi muerte!” (Ver Lucas 22:33).
Cuando Jesús miró a Pedro y escuchó su audaz declaración, discernió dos destinos, dos planes y dos caminos muy distintos sobre la vida de su discípulo. Las palabras que le habló a Simon Pedro son un bálsamo para las heridas de los corazones de aquellos que están atrapados en las garras del desánimo o que han perdido la visión. Nuestro Señor le habló proféticamente a Pedro y también nos está hablando a nosotros, llamándonos por nuestro nombre: “Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos” (22:31-32).
Pedro negó a Jesús y se arrepintió con lágrimas amargas. Jesús poseía la capacidad redentora de ver vívidamente lo peor de Pedro, pero también de orar por él y de prever sobrenaturalmente que apenas cincuenta días después, el día de Pentecostés, Pedro se pararía en medio de una multitud agitada y tumultuosa y pronunciaría palabras que ¡literalmente darían a luz a la Iglesia!
Al igual que con Pedro, Jesús ve dónde has estado, dónde estás actualmente y en qué puedes convertirte por fe en Él. Él sabe lo que está preparado para ti en el reino invisible y quiere que aprendas a verte a ti mismo, así como a los demás, a través de esa dimensión de la fe.
pr. Claude Houde