Asaf, un levita de la línea sacerdotal en Israel, era un cantante que se desempeñó como director del coro designado por David. Un salmista que escribió instrucciones justas para el pueblo de Dios, escribió el Salmo 77 después de caer en una profunda depresión: “Mi alma rehusaba consuelo” (77:2).
La verdad es que la experiencia de Asaf no es inusual para los creyentes. De hecho, estas pruebas profundas y oscuras fueron experimentadas por grandes predicadores del pasado. Por ejemplo, Charles Haddon Spurgeon era conocido como uno de los predicadores bíblicos más piadosos de todos los tiempos, un hombre de oración que buscaba al Señor continuamente. Sin embargo, enfrentó profundas y terribles depresiones (en sus días, dicha condición era conocida como “melancolía”).
John William Fletcher, otro gran siervo de Dios, sufrió una profunda depresión. Fletcher ministró nada menos que bajo la dirección de John Wesley, quien lo llamó el hombre más piadoso sobre la faz de la tierra. Este hombre exudaba el Espíritu de Cristo, pero también experimentó las profundidades que describió Asaf. De la nada, una depresión horrible se apoderaba de él, afligiéndolo durante días y días.
Andrew Bonar, un pastor piadoso del siglo XIX, describió haber tenido experiencias similares. Escribió esta angustiosa frase en su diario: “Necesito estar libre de la sombra del miedo, la incertidumbre… La vergüenza y el dolor me llenan debido a mi impiedad… Parece haber una nube entre el Hijo de Justicia y yo”.
Cada uno de estos ministros de oración enfrentó una hora de profunda depresión. Ni siquiera el piadoso y devoto apóstol Pablo fue inmune. Él escribió a los corintios: “Tribulación… nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida” (2 Corintios 1:8). ¡Por supuesto, Pablo fue liberado y salió victorioso!
Incluso Cristo enfrentó una hora profundamente difícil y les dijo a Andrés y Felipe: “Ahora está turbada mi alma” (Juan 12:27). Cuando Jesús dijo esto, estaba enfrentando la cruz, sabiendo que el tiempo de su muerte estaba cerca. Más tarde, Jesús les dijo a los que lo crucificarían: “Esta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas” (Lucas 22:53). Jesús estaba diciendo, en esencia, “Esta es la hora de Satanás”. Del mismo modo, puedes estar seguro de que tu hora oscura y problemática es obra de Satanás.
Es bueno saber que el Señor no causa una terrible depresión en su pueblo. Él quiere ayudarte a recuperar tu gozo, paz y reposo a medida que llegas a un entendimiento claro de su propio propósito glorioso en tu prueba, liberado y victorioso
DAVID WILKERSON