A Dios le agrada que confiemos en él; y somos contados como justos como Abraham porque escuchamos el llamado de confiar todos nuestros mañanas en sus manos (ver Romanos 4:3). Jesús también nos llama a esta forma de vida. “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:31-33).
Jesús luego agrega: “No os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (6:34). Jesús no quiere decir que no debamos planificar el futuro. Más bien, simplemente está diciendo: “No estés ansioso ni te preocupes por el mañana”. Cuando pensamos en ello, la mayoría de nuestras ansiedades se refieren a lo que podría suceder mañana. Constantemente nos acosan dos palabritas: ¿Y si?
¿Y si la economía falla y pierdo mi trabajo? ¿Cómo sobrevivirá nuestra familia? ¿Y si pierdo mi seguro médico? ¿Y si mi fe me falla en tiempos difíciles? Todos tenemos muchas ansiedades del tipo “y si”.
Jesús interrumpe nuestros “y si” y nos dice: “Tu Padre celestial sabe cómo cuidar de ti. No necesitas preocuparte porque tu Padre sabe que necesitas todas estas cosas y es fiel para alimentarte, vestirte y suplir todas tus necesidades”
“Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?… Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos” (Mateo 6:26-29).
Con gusto entregamos todos nuestros ayeres al Señor, entregándole nuestros pecados, fracasos, dudas y temores pasados. Entonces, ¿por qué no hacemos lo mismo con nuestros mañanas?
Pablo dice: “Una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante” (Filipenses 3:13). Te animo a que confíes en el Señor todos tus mañanas y dejes que tu prueba presente predique el mensaje de su fidelidad.
DAVID WILKERSON