Hoy vivimos tiempos espantosos como pocos de nosotros hemos conocido. La verdad es que sólo una palabra personal del Señor puede guiarnos a través de esos momentos con la esperanza perdurable que necesitamos. Y Dios siempre ha sido fiel en brindar una palabra a su pueblo a lo largo de la historia.
En el Antiguo Testamento leemos esta frase una y otra vez: “Vino la palabra de Jehová…” La Escritura dice de Abraham: “Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram” (Génesis 15:1). Leemos de Josué: “Conforme a la palabra de Jehová que le había mandado a Josué” (Josué 8:27). Y así fue con David y los profetas también.
No puedes pelear la batalla de la fe sin oír tú mismo, la voz segura del Señor. Cuando David y sus guerreros regresaron de la batalla y encontraron que su aldea fue asaltada y sus familias secuestradas, gritaron de dolor: “¿Cómo pudo suceder esto? ¿Por qué Dios lo permitiría?” Entonces ellos “alzaron su voz y lloraron, hasta que les faltaron las fuerzas para llorar” (1 Samuel 30:4).
Esta escena de la vida de David nos muestra que ciertamente hay un momento para llorar cuando la calamidad golpea. Pero luego se fortaleció. “David se fortaleció en Jehová” (30:6). En lugar de ceder al temor, David decidió luchar contra sus temores. Creo que hizo esto recordando todas las liberaciones pasadas de Dios en su vida. Cada victoria se había logrado gracias a su fe inquebrantable.
“Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará” (Isaías 35:4).
Mientras el mundo está bajo venganza, cuando todas las cosas parecen estar girando completamente fuera de control, Dios está en el proceso de salvarnos. Está utilizando incluso el caos de los acontecimientos mundiales para llevar a cabo su salvación. Él es fiel para salvar y guardar a su pueblo, en cada calamidad.
En cuanto al pueblo de Dios, tenemos el Espíritu Santo permanente para hablarnos una palabra del cielo. Creo que el desafío para todos los creyentes de hoy es permanecer en las Escrituras hasta que el Espíritu Santo haga que las promesas de Dios parezcan saltar de las páginas para ellos personalmente. Podemos saber cuándo sucederá porque oiremos la voz suave y apacible del Espíritu susurrando: “Esta promesa es tuya. Es la Palabra de Dios dada sólo a ti, para ayudarte a atravesar estos tiempos difíciles”.
David Wilkerson