En su descripción de la armadura de Dios, Pablo llama a la Palabra de Dios “la espada del Espíritu” (Efesios 6:17). La Biblia, entonces, no es sólo un libro; es una Palabra viva activada por el Espíritu Santo. Y es un arma para usar en la guerra espiritual. Como dice el escritor de Hebreos: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12).
El diablo es el padre de la mentira, pero el Espíritu Santo es el “Espíritu de verdad” (ver Juan 16:13). Y cuando él habla la verdad a través de las Escrituras que él ha inspirado, se revelan los engaños del diablo. Piénsalo. Cuando Jesús mismo fue tentado por Satanás, ¿qué arma usó? La Escritura, por supuesto. Cada vez que el diablo le ofrecía algo que el Padre no quería para él, Jesús respondía con una enseñanza de la Palabra que mostraba que estaría mal que muerda el anzuelo (ver Mateo 4:1-11). ¡Y el diablo tuvo que retirarse! Nosotros también podemos usar las Escrituras contra el diablo cuando somos tentados.
No hay forma de sobreestimar el poder de la Palabra de Dios en el corazón, la mente y la vida de un creyente. Dios obra de formas misteriosas cuando oímos o leemos su Palabra. Cuando nos tomamos un tiempo para leer y meditar en las Escrituras diariamente, se nos imparte una sabiduría sobrenatural. Cuando se lo decimos al diablo, él sabe que no está llegando a ninguna parte con nosotros.
Más allá de eso, conocer las Escrituras puede evitar que cometamos errores. A medida que nuestra cultura se aleja de sus raíces judeocristianos, se vuelve cada vez más importante que conozcamos y obedezcamos las enseñanzas bíblicas. Es el antídoto contra los engaños del diablo.
Dios le habló a cada creyente a través de Josué cuando dijo: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Josué 1:8).
Mediante el estudio de las Escrituras, Dios impartirá en nosotros toda la sabiduría y la fuerza que necesitamos para lograr su voluntad para con nosotros. Entonces lee la Escritura. Medita en ella. Y memorízala, especialmente los versículos sobre el poder y la victoria de Dios sobre el diablo.
Nicky Cruz,