La construcción del metro en Tesalónica, la segunda ciudad
griega y la segunda en importancia durante el Imperio Bizantino tras
Constantinopla, ha puesto en pie de guerra a arqueólogos y
restauradores, no solo del país sino especialistas extranjeros.
Las obras han puesto al descubierto un elevado número de
conjuntos monumentales, entre los que se encuentran basílicas, cementerios,
y la 'Avenida de la Antigüedad', una enorme vía central primero
romana -la Decumanus Maximus de la ciudad-, y con edificaciones posteriores,
bizantinas, del siglo VI d.C. a pocos metros de la estratégica estación
central Venizelu, por donde se prevé que pasen las dos líneas del nuevo transporte.
El centro comercial de Tesalónica fue construido en el siglo IV, durante
el reinado del emperador Cesar Galerio, y fue reconstruido dos siglos después,
en la época bizantina. La idea de los constructores y de las autoridades
es retirar temporalmente y con cuidado las ruinas para poder
terminar esta estación del metro sin dificultades (el túnel ya está hecho) y,
sin dañarlas, «devolverlas» a su sitio antes de la
inauguración en 2023.
Las labores del metro se interrumpieron en la estación Venizelu mientras
los expertos estudian e identifican todo lo descubierto.
«¿De verdad que vais a destruir vuestra Pompeya bizantina"?,
pregunta el bizantinista italiano Paolo Odorido.
Contra la decisión estatal, de llevarse las ruinas, acudieron a
los tribunales la Asociación de Protección del Patrimonio y Medio
Ambiente Elleniki Eteria (miembro de Europa Nostra), junto con el Movimiento
Ciudadano para una Sociedad Abierta, las asociaciones de arqueólogos y
restauradores griegos, así como trabajadores del ministerio de Cultura, entre
otros muchos colectivos.
Otros organismos internacionales, como el Icomos (Consejo Internacional
de Monumentos y Sitios) y la Unesco, apoyan que no se desplacen los
monumentos, al igual que otros muchos organismos extranjeros.
Esta avenida, típica de las grandes ciudades romanas, y construida
con placas de mármol que posteriormente fueron sustituidas por
piedras, incluye una gran plaza rodeada de talleres y tiendas. Forma parte de
la histórica Vía Ignatia, la continuación de la Vía Apia, que era
una «autopista» militar utilizada por los legionarios desde Roma hasta
Constantinopla, y que recorre, entre otros países actuales, parte del norte de
Grecia desde Albania hasta la República de Macedonia del Norte.
En Tesalónica, estas ruinas se encuentran a sólo seis metros de
profundidad de la actual calle Ignacia (Egnatía Odos en griego), una
de las más importantes de la ciudad.
Tesalónica, con un millón de
habitantes, sigue sin tener metro, un proyecto anunciado en los años
ochenta, pero que no empezó a construirse hasta 2006 y se espera
inaugurar en 2023. Algo esencial, no solo para los habitantes de la ciudad,
que verán cómo se reducirá su tiempo de transporte hasta en un 66 por ciento,
sino que también disminuirán las emisiones de gases de efecto
invernadero de la ciudad en 5.000 toneladas al año.
El proyecto de la compañía Attiko Metro S.A. es la
construcción de 34 estaciones en dos líneas, de las que ya se están terminando
18 -lo que representa 14.4 kilómetros de túneles-, para que lo
utilicen a diario más de trescientas mil personas.
Durante las excavaciones para la construcción, se han descubierto alrededor
de trescientos mil hallazgos arqueológicos. Primero están los denominados
movibles, como monedas, cerámica, joyas de oro, objetos de plata, cobre, vidrio
etcétera, desde el periodo helenista hasta el gran incendio que destruyó
casi toda la ciudad en 1917.
El Consejo de Estado debe pronunciarse en las próximas
semanas y su decisión se espera con cierta inquietud: no sólo por el retraso de
la obra, sino porque peligra una parte de la financiación europea y,
presuntamente, muchos intereses tanto económicos como políticos, locales y
nacionales.
Para el Gobierno es una prioridad que se termine esta obra,
mientras que para los arqueólogos y especialistas el desplazamiento dañará a
los monumentos, ya de por sí frágiles, «y se perdería su origen y
autenticidad», como afirma Vasilis Koniordos, un experto restaurador del
Ministerio de Cultura, que ahora es vicepresidente de Elleniki Etería en
Tesalónica. Él y sus compañeros arqueólogos, junto con más especialistas, han
presentado otras soluciones, como el que comience a operar el metro lo antes
posible pero «saltándose» esta estación concreta, sin paradas ni acceso
para los viajeros, ya que está muy cercana de la anterior estación, Santa
Sofía, y así no se paralizaría la ciudad. Su campaña incluye el eslogan «Las
antigüedades no se van de paseo», que ha conseguido mucho apoyo popular local.
Hay muchas acusaciones e intereses en juego en la
ciudad más importante del norte de Grecia, cercana a Macedonia del Norte,
Turquía y Bulgaria, cuyo puerto está aumentando y mejorando.
Los residentes de la capital y sus alrededores están cansados de
tanto retraso y quieren que la obra se inaugure lo antes posible.
Los arqueólogos y trabajadores del sector de la cultura quieren otras
soluciones, siempre más difíciles y caras. Y hay también
acusaciones públicas, denunciando que la empresa a la que se ha encargado el
desplazamiento de los monumentos es del ingeniero Dimitris Korrés, hermano de
Manolis Korres, el destacado y reconocido arquitecto gran especialista de la
restauración de la Acrópolis , que participó en la votación del KAS sobre este
tema el año pasado.
También se denuncia que un respetado arqueólogo y académico, Mijalis
Tiberios, que fue unos años consejero de Attiko Metro S.A. también votó, como
Manolis Korrés, a favor de desplazar las ruinas.
Mikel Iturralde | enero 3,
2021 a las 12:21 am