Cuando hablo de un gran despertar, me refiero a lo que Pablo describe como una revelación e iluminación: “Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza” (Efesios 1:17-19).
Pablo les estaba diciendo a los efesios: “Yo oro para que Dios les dé una nueva revelación, que les abra los ojos al llamamiento que les ha dado. Le estoy pidiendo que les dé un nuevo entendimiento sobre su herencia, las riquezas en Cristo que les pertenecen”.
Según Pablo, “[la grandeza del poder de Dios] la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales”, es la misma “supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos” (1:20, 19). Por esta razón, Pablo exhorta: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe” (2 Corintios 13:5).
¿Cómo vamos a examinarnos a nosotros mismos? Lo hacemos midiéndonos a nosotros mismos frente a las maravillosas promesas de Dios. Debemos preguntarnos: “¿Accedo al poder de Cristo para vencer el pecado? ¿Vivo continuamente en el gozo, la paz y el reposo que Jesús ha prometido a cada creyente sin excepción?”
Tu “gran despertar” personal llega el día en que miras tu vida y clamas: “Tiene que haber más en la vida en Cristo que esto. Todos mis planes se han desmoronado, todos mis sueños se han hecho añicos. Vivo como esclavo de mis miedos y deseos carnales. Pero sé que el Señor me ha llamado a algo más que a esta vida derrotada. ¡Oh, Dios!, ¿existe realmente un lugar donde me darás la fuerza para vivir victoriosamente?”
“¿Es realmente posible para mí tener una intimidad continua contigo? ¿Es cierto que ya no tengo que caer en la apatía o luchar para complacerte? ¡Ayúdame a encontrar el lugar de reposo en ti donde nunca más necesitaré avivamiento porque mi fe permanece firme!”
David Wilkerson