¿El amor a Dios o el temor al castigo?
Dios habla hoy viernes, 30 de mayo 2014
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¿Quién es el que condena? Cristo
Jesús es el que murió, sí, más aún, el que resucitó, el que además está a la
diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
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Romanos 8:34
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Cuando un profeta hable en el nombre
del SEÑOR, si lo que fue dicho no acontece ni se cumple, ésa es palabra que
el SEÑOR no ha hablado; con arrogancia la ha hablado el profeta; no tendrás
temor de él.
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Deuteronomio
18:22
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Jorge Ayllón
Navarro
Amados hermanos en Cristo, hay
preocupación infundada en los cristianos, un temor o miedo que van sembrando
algunos profetas post apocalípticos, que muy sueltos de cuerpo profetizan
graves desastres naturales, en diversas partes o regiones del planeta, otros que
sueñan o son transportados a visitar el infierno, otros que consigo arrastran
maldiciones generacionales, y otros también que por no seguir ciertas leyes del
Antiguo Testamento, acusan de estar en maldición a las ovejas del rebaño que
cuidan, atormentándolos o manipulándolos, en busca de intereses personales.
Todo este ambiente de acoso espiritual
hace que muchos cristianos, vayan viendo a un Dios, como que si quisiera ganar
almas para su reino, sometiendo a sus siervos por miedo, por temor al
castigo infernal, es más, como si fuera un chantaje “o estás conmigo, sino mira
lo que te pasará” y no creo que Dios se maneje así, ni que sus pastores ganen
almas por el temor y no por el amor.
La doctrina que nos dejó Jesucristo
era y es de AMOR, AMOR AL PADRE PRINCIPALMENTE Y AMOR AL PROJIMO. Solamente
tuvo pena de aquellos que por diversas circunstancias no lo siguieron. Pero
jamás los amenazó, con castigos infernales, pues de hecho se supone que el que
no está con Dios, está del otro lado y ciertamente, nada bueno será de esperar
cuando a un prójimo se lo lleva el demonio. En el libre albedrío que Dios ha
dado a cada persona, no puede obligarlo, menos amenazarlo.
Toda la doctrina cristiana se
sustenta en el amor, amor hasta el sacrificio de la vida por la fe en nuestro
Salvador, así lo vivieron en carne propia los primeros cristianos, que
su amor a Jesucristo era tan grande, que no tuvieron miedo de perder sus vidas
en medio de torturas y muerte a la cual más cruel. Amor tan grande que todavía
pedían perdón por sus verdugos.
Es ese el amor que debe guiarnos al
encuentro con nuestro Creador, no el miedo a las fatalidades, ni el temor al
fuego del infierno. Ni a las caras horripilantes de los demonios
infernales, al actuar así estaríamos actuando como niños, sin criterio formado,
donde solo el temor gobierna nuestras vidas. Donde parece que no hemos
entendido la verdadera doctrina de Jesucristo. Donde seguimos con religiosidades
del medioevo, entonces prestamos más atención a falsos profetas con falsas
doctrinas, que solamente están haciendo fortunas con la palabra de Dios y la
ignorancia de muchos cristianos. Bien dice la Palabra de Dios “Mi pueblo perece
por falta de conocimiento”.
No, mis hermanos, el verdadero
cristiano, se acercan a Jesucristo por amor, por amor puro y sincero y no
interesado.
Un matrimonio entre
hembra y varón, se establece por lazos de amor que han nacido entre ellos y en
ese amor grande, librarán toda clase de dificultades, pero en ese amor, saldrán
adelante.
Es bueno recordar lo que dicen las
Santas Escrituras en Efesios capítulo 3, 14-21: Por esta causa doblo mis
rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda
familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas
de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su
Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que,
arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con
todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,
y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis
llenos de toda la plenitud de Dios.
Y a Aquel que es poderoso para hacer
todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según
el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús
por todas las edades, por los siglos de los siglos.
En definitiva, pienso que sería muy
bueno que quienes dirigen o tienen la responsabilidad de guiar al pueblo de
Dios en nuestras congregaciones pudieran determinar con mejor exactitud las
diferencias que existen entre miedo y temor, porque la Palabra de Dios, las
establece claramente, que no todos los que comienzan a recibir Palabra en un
templo, tiene ya los conocimientos sólidos y bien establecidos, y si a eso
sumamos este mal manejo que se hace del temor y del miedo entonces lograríamos
congregaciones con muchas limitaciones de entendimiento saludable, pleno, de la
Biblia.
Que, como decía antes, los que se
acerquen a Cristo lo hagan por amor, conscientes que hemos de cambiar muchas
cosas en nuestro proceder, en nuestras vidas, que hemos de tratar de
perfeccionarnos cada día, para acercarnos a semejarle así sea levemente, y
que luchemos y cuidemos de nuestra salvación con temor y temblor, de forma
reverente, no por miedo, no por aquellas cosas que siembran en nuestra mente
los que a veces actúan motivados y guiados por otros intereses esos sí que no
tienen temor, ni miedo.
Que la iglesia que sigamos
fomentando acá en la tierra, aun en los difíciles tiempos que vivimos, no sea
una iglesia que se amedrenta, que vive con miedo, que tenga sí, temor de Dios,
y que obre en consecuencia, pero que no sea una iglesia miedosa, una iglesia
llena de malas cosas que otros sembraren, sino una iglesia fuerte, que analiza,
que conoce la Palabra de Dios y que puede discernir sobre lo que sucede a su
alrededor, que no esté ciega por seguir sus líderes terrenales si no que tenga
una buena visión para que pueda fiarse únicamente de lo que dijo Jesús, una
iglesia que esté segura que cuando clamamos a Dios, y le pedimos en su
voluntad, y en obediencia, Él nos escucha.
Que encontremos la paz, como nos
decía Jesús en Juan 14:27, la paz que Él nos dejó, la paz que nos dio,
no como la da el mundo para que no se turbe nuestro corazón, para que no
tengamos miedo.
Que el Señor nos ayude en este
entendimiento y podamos lograrlo en su Amor que es perfecto. Dios les bendiga.