En algún lugar del Olimpo...

- Padre, pero despertarle... ¿no ha sido una medida desesperada? - cuestiona Apolo ante su padre el magnánimo Zeus

- El Febo Abel es incluso un peligro para nosotros los dioses del Olimpo - añade la diosa de la Luna ante el comentario de uno de sus hermanos los cuales observan con atención al padre de todos los dioses Olímpicos...

- Callen! ¿acaso cuestionan mis decisiones? Ahora debemos ocuparnos de los humanos luego ya tendremos tiempo de tratar con Abel - sentencia con total autoridad el dios del Rayo justo en el instante en que su mirada se dirige a su hija Artemisa

 

- Envía dos ángeles al templo de la Corona Solar, debemos mantener a el Febo vigilado... Que los ángeles midan fuerza con los guerreros de la Corona, eso nos dará una idea de contra que nos enfrentaremos - ordena con total sabiduría para tras este edicto dar vuelta e iniciar una caminata que le aleja prontamente de Apolo y Artemisa.

 

 

- Teseo, Odiseo... de entre los caballeros del cielo ustedes han sido elegidos para llevar a cabo una misión muy importante... dirijanse al templo de la Corona Solar y midan fuerzas con los Guerreros Escarlatas, en cuanto terminen esta misión espero un informe de ello - ordena la diosa Lunar de modo que son justamente estos ángeles los que de manera coordinada acienten ante la deidad mencionando al unísono - Así será señora Artemisa - para tras dicha respuesta erguir sus cuerpos e iniciar una caminata elegante que les aleja de aquellos aposentos, es así que tras unos segundos a espaldas de estos brillantes aces de luz toman forma convirtiendose en unas doradas alas que dan testimonio de su naturaleza divina.