Posteriormente empezamos a vivir muchos de nosotros, porque no podemos decir que todos, la etapa tal vez más difícil de nuestra existencia, una etapa que nos confundió en forma tremenda, ya que muchos de nosotros, pienso que la inmensa mayoría, no estábamos preparados para esa dolorosa transición, dolorosa porque en ese periodo de cambio natural, nuestros valores empezaron a cambiar, ya que comenzábamos a dejar de ser niños para empezar a ser jóvenes, así, que nuestro comportamiento en esa etapa difícil de nuestra vida, aumentada por los recuerdos de nuestra niñez, fluctuaba entre un niño caprichoso y un joven necio que hizo que tuviéramos diferencias profundas con nuestros padres y con todos los adultos en general, lo que nos hizo sufrir e hicimos sufrir a las personas de nuestro entorno porque no compartían nuestras inquietudes y nuestra especial forma de pensar, pero que gracias a los valores positivos que rescatamos en nuestra niñez, hicieron que muchos de nosotros tratáramos de encontrar respuestas a tantas interrogantes que nos acosaban.
Quien no recuerda que en algunos momentos de esa etapa de nuestra vida nos preguntábamos:
¿Cuál es el motivo de mi existencia?
¿Porqué nadie me entiende ni me comprende?
¿Cuál es la finalidad de mi vida si todo y todos me parecen tan confusos?
¿Porqué están todos en contra mía?
¿De verdad me querrán mis padres?
Y la pregunta obligada de los $ 64,000.00 esa edad:
¿Existe Dios?
En fin, fueron tantas y tan variadas nuestras inquietudes y preguntas a esa edad que parecían no tener respuesta, o cuando menos no las que queríamos escuchar en esos momentos, y que la mera verdad ni siquiera queríamos escucharlas, pues en cuanto se presentaban las empezábamos a cuestionar todas o casi todas porque no iban de acuerdo a nuestra forma de pensar como jóvenes, ya que creíamos que lo que en realidad querían nuestros padres y todos los adultos que pensaban como ellos, era limitarnos en nuestras actitudes, en nuestra forma de pensar, de vestir, y sobre todo de expresarnos, pero al cuestionar lo antes dicho, es cuando comienza a surgir en nosotros el afán de encontrar nuestras propias respuestas, que no soluciones; y es precisamente en esos momentos de reflexión, cuando empezamos a despertar al deseo de investigar todo sobre lo que no nos llena de nuestro comportamiento y el comportamiento de los demás, niños, jóvenes y adultos, porque de alguna manera estas inquietudes nuestras, están afectando nuestras relaciones con nuestros padres y con todos los que nos rodean, y aunque aparentemente uno disfruta de esas situaciones porque les da uno un tinte burlón, no es así, ya que el descontento lo sentimos inclusive en contra de nosotros mismos, ya que nos damos cuenta de que algo no anda muy bien que digamos en nuestras relaciones con los demás, y ese sentimiento de rechazo mutuo, es el motor que a muchos nos impulsa a buscar y a tratar de obtener la mayor información posible, por cualquier medio de estudio hablado o escrito, para esbozar aunque sea de manera ligera, eso que no nos deja satisfechos y que está causando que nuestro comportamiento esté afectando, mas que a nadie, a nosotros mismos.
Por supuesto que el buscar para tratar de obtener esa información no nos resulta nada fácil porque ni siquiera nos damos cuenta de lo que estamos buscando, y es muy probable que esas primeras informaciones que recabemos no sean las mas adecuadas, sin embargo, estas informaciones primeras nos van dando cierta luminosidad en nuestras mentes que hace que tengamos esperanza en nuestro futuro puesto que vamos encontrando valores, que tal vez sin notarlo, nos van guiando hacia ese objetivo de descifrar el tremendo enigma del porqué de nuestra existencia, con paso lento pero seguro, que nos va adentrando poco a poco, de acuerdo al conocimiento que vamos adquiriendo en el tratar de entender todo lo que nos pasa para seguir en la búsqueda de ese camino a encontrar aquí en el mundo que nos vio nacer e ir adquiriendo valores que nos vayan ubicando en las demás áreas de nuestra existencia, es decir: ir tomando de esos valores, ciertos conocimientos de lo que es nuestra alma y nuestro espíritu para irnos acercando poco a poco al verdadero motivo y razón de nuestra existencia.