Toma una rosa entre tus manos y mírala,
observarás sólo su hermosa textura,
el intenso color rojo de sus pétalos,
la exquisitez de su figura.
Pon tus dedos sobre la rosa y tócala,
sentirás su suave apariencia,
la delicadeza de sus hojas,
la sutileza de su elegancia.
Acerca la rosa a tu cara y huélela,
percibirás la lujuriosa fragancia de la seducción,
el dulce aroma de su florecimiento,
el excitante bálsamo de la pasión.
Ahora toma un pétalo y saboréalo, muérdelo,
degustara un agrio sabor,
la amargura te quedará en el paladar,
y por un tiempo no se irá la sensación.
Así es la rosa
la flor del amor,
así es el amor
como la rosa.
Sí la miras,
no observas sus espinas
que te advierten
lo que ocurrirá.
Si la palpas,
sólo tocas sus pétalos,
no su espinado tallo
que puede desgarrar la piel.
Si la hueles,
sólo percibes su dulce fragancia,
cierras tus ojos
y no te das cuenta de más nada.
Pero cuando la saboreas
al principio está bien,
pero cuando la muerdes
es que llegas a entender.
Tiras la rosa al suelo
y las culpas por la mala sensación,
para que la amargura pase
y se marchite la flor.
Pero vendrá el día
en que llegue otra rosa,
la tomarás con gusto
y olvidarás a la otra.
Así es la rosa
la flor del amor,
así es el amor
como la rosa.
Desconozco el autor