Ciudad Juárez no es una zona que comúnmente asociemos con alta actividad sísmica. Sin embargo, los eventos recientes han puesto en evidencia que la tierra en esta región no es tan estable como se pensaba. El sismo de magnitud 5.5 registrado el pasado viernes no solo sorprendió a los juarenses, sino que también marcó un hito: es el mayor movimiento telúrico en la región en casi 100 años, solo superado por un terremoto de 5.8 grados en 1931.
Este sismo, el más fuerte registrado en casi un siglo, expone una realidad que durante años ha sido minimizada: la posibilidad de movimientos telúricos en la región es más alta de lo que se pensaba, y las autoridades deben tomar cartas en el asunto antes de que la negligencia se convierta en tragedia. Es un recordatorio de que la prevención y la preparación deben ser prioridades en una ciudad que, aunque no está en una zona altamente sísmica, no está exenta de riesgos.
La actividad sísmica en Juárez se debe principalmente a la interacción de placas tectónicas en el norte del país y el sur de Estados Unidos. Según Óscar Dena, geólogo de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), la región tiene el potencial de experimentar un terremoto de hasta 7.0 grados de magnitud, originado por la Falla de las Montañas Franklin, conocida como la zona de apertura continental del río Grande Rift. A considerar también, que, a solo 30 kilómetros de Santa Teresa, tenemos el campo volcánico, donde se encuentran volcanes de tefra.
Y a esto se suman otro factor, como los efectos de la fractura hidráulica o “fracking” en Texas, que han incrementado la incidencia de temblores en los últimos años. Todo esto nos dice que geológicamente no vivimos en una zona inactiva, es activa, aunque a baja escala.
Ante este panorama, la pregunta que debemos hacernos no es si habrá otro sismo, sino si estamos preparados para enfrentarlo. La construcción de edificios de gran altura en la ciudad avanza sin una discusión clara sobre la seguridad estructural ante eventos sísmicos. Más preocupante aún es la ausencia de una estrategia pública contundente para la reducción del riesgo sísmico.
Ciudad Juárez está experimentando un boom de construcciones, urge revisar si es necesaria una regulación seria en materia de construcción, con lineamientos claros para la edificación de nuevas estructuras y la adaptación de las ya existentes a posibles movimientos telúricos, ¿están estas construcciones preparadas para resistir un sismo de magnitud considerable?
Así mismo, es fundamental que se implementen protocolos de emergencia y capacitaciones para la población, con simulacros y campañas informativas que permitan reaccionar de manera efectiva ante un sismo. Esto incluye simulacros en escuelas, empresas y espacios públicos, así como campañas de concientización sobre las medidas básicas de seguridad.
Debemos asegurarnos de que se está trabajando en la actualización de los protocolos de protección civil, con énfasis en la capacitación de la población para saber cómo actuar durante un sismo.
Aquí es donde las autoridades deben tomar un papel más activo. No basta con tener protocolos de reacción; es necesario invertir en prevención.
La experiencia de otras ciudades con actividad sísmica, como la Ciudad de México, nos ha enseñado que la prevención salva vidas. En Ciudad Juárez, el reto es actuar antes de que ocurra una tragedia.
En conclusión, los sismos en Ciudad Juárez no son un fenómeno nuevo, pero son un llamado de atención para fortalecer las estrategias de reducción de riesgo. Las autoridades tienen la responsabilidad de garantizar que las construcciones cumplan con los más altos estándares de seguridad.
Pero también es tarea de todos los juarenses informarse, prepararse y participar activamente en las medidas de prevención. La tierra puede moverse, pero nuestra capacidad de respuesta no debe temblar. Saber cómo actuar durante un sismo, conocer las zonas seguras y tener un plan familiar de emergencia son herramientas que pueden marcar la diferencia.
Los desastres naturales no esperan a que estemos listos. Ciudad Juárez no puede darse el lujo de ignorar esta amenaza latente. Las advertencias de la comunidad científica están sobre la mesa. La decisión de prevenir o lamentar está en manos de quienes gobiernan. Yo soy César Calandrelly, nos leemos la próxima en un tú a tú.