Preparé la habitación con aquel
hambiente que tanto le gustaba.
El que la llenaba de recuerdos.
Se puso su perfume, encendió una a una las velas.
Era como un ritual.
La habitación se lleno de sombras que parecían bailar.
Se difuminaban subiendo hacia el techo.
Allí donde ella dejaba su aroma, allí buscaba su esencia.
Se miró al espejo, miró sus ojos llenos de esperanzas.
Rozó la piel de su hombro al quitarse la bata.
Todo un mundo de sensaciones llegaron a ella.
Todo estaba guardado, cada momento, cada susurro. Su voz, la que guarda, la que puede escuchar
cuando cierra la puerta y se queda allí,
entre las sombras que la envuelven
CONCHITA OSUNA |