Vestida con su camisón favorito el que le ragaló.
Se miró al espejo, se sentó y se quedó escuchando.
De lejos llegaba una dulce música, se centró en aquellas notas que llegaban.
Era una balada de tantas cómo habían bailado.
Fuera comenzaba a llover, los cristales se iban salpicando de agua que resbalaba por la ventana.
Unos pasos se oían en el corredor, los escuchó aproximarse.
Vio como giraba el pomo de la puerta.
Con la luz a su espalda sólo podía ver su silueta.
Cuándo cerró la puerta tras de si, la tenue luz iluminó sus ojos que la miraban sin parpadear.
Le tomó de la mano y la abrazó.
Un abrazo con ganas contenidas, con tanto amor y ternura que para ella se detuvo el tiempo, en el momento que se besaron.
Allí entre sus brazos se sintió pequeña, era mucho más grande el amor que sentía.
Ahora vuelve a sonar la misma balada.
Ahora si está él para volver a bailar.
Conchita Osuna
CO