NUBE EN LA MANO.
A gua de mayo, lloviendo la nube está. ¿Y ha de quedar todo en eso?
¿A caba así tanta altura, en paraguas callejeros? No. En su oficina, un vergel, la vieja alquimia prepara su divino arte secreto. Esperan botón, capullo, algo, aunque de la tierra venga, más celeste que terreno. Lento, se empapa el jardín de lo que antes era cielo.
M uy despacio, tallo arriba la nube gris va subiendo. Su gris se le torna rosa, lo fosco se vuelve tierno. Perfecciones que soñara, errabunda, por los cielos, la nube se las realiza en el capullo que ha abierto. Y aquella deriva lenta, por los anchos firmamentos, en suave puerto termina: en la calma de unos pétalos.
¿Q uién de menos la echaría,
quién va a decir que se ha muerto, si en el azul absoluto falta su bulto sereno? Está aquí, que yo lo siento, olor de nube, en la flor, celeste, en tierra, resuello. Y si ayer vapor la vi, en mi mano está su peso, ahora, leve; y sus celajes en carmines los poseo.
F eliz la nube de mayo, que en esta o aquella rosa cumple su sino perfecto. Feliz ella y feliz yo, que la tengo.
AUTOR:PEDRO SALINAS
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