Yo esperaré que llegues, si acaso vuelves, apoyado de codos a la ventana, con las pupilas fijas en el camino y los anhelos puestos en la distancia.
Tendré para la fiesta de tu retorno, bendita taumaturgia de mi llamada, un palpitar de besos entre los labios, y un vibrar de canciones en la garganta, y un temblor de caricias a flor de manos, y un "que Dios te lo page", dentro del alma.
Yo esperaré que vuelvas, y si es que llegas, verás con cuanta angustia ya te esperaba, y en esa fiesta excelsa de tu retorno, realización piadosa de mi plegaria, haré callar las voces de mis angustias, y de mis pobres ojos, secar las lágrimas, para que mis caricias y mis canciones y mis besos, rompiéndose en mi garganta, en un coro de voces jamás oídas, bendigan tu retorno y te den las gracias.
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