Día inesperado.
Ya casi es la hora a las once de la noche, es la hora de la llegada del avión que salió de México ayer con destino al Cairo, la capital egipcia. Han pasado largas y cansadas horas de espera para la llegada. Ya se ha ahogado del cansancio, y quemado de las ansias. Mira su reloj. Afina su oído para escuchar el permiso para aterrizar.
En su pensamiento lleva miles de deseos y miles de miedos, con los cuales ha vivido largos días. No sabía si viajar era la mejor opción o no. ¿Cómo se puede dejar la patria del uno, donde se ha pasado los mejores días de su juventud? Se reía, lloraba, fue herida y amaba…. Recuerda los días de la escuela, y los de la universidad. Recuerda los amigos de la infancia, los momentos de travesuras, su familia y sus vecinos… Se le parte el corazón por dejar todo esto. Pero luego, vuelve a recordar a su amado esposo, por el que dejó su patria e inmigró a otro país desconocido para ella. Unas lágrimas caen de sus ojos. Un deseo llena su corazón que Dios le tranquilice y que esté siempre con ella. Recuerda a su amiga del alma, quien la acompañó a lo largo de muchos años. Su amiga que vive en el país donde va a vivir. ¡Qué alegría es tenerla por fin a su lado!
Han pasado casi diez años con ella. El primer año fue el último de su carrera universitaria. Compartían todo. Su alegría, su frustración, su dolor, sus esperanzas. Para los demás, es imposible que haya una amistad en este mundo tan duro, y menos cuando sea a través de la red. ¡Sí, es verdad! La conoce hace diez años a través de la red. Compartían todo a través de la red, y a través de llamadas cortas y robadas.
La voz de la azafata la quita de sus recuerdos. Está pidiendo de la gente que se prepare y que se ponga los cinturones. Está emocionada al máximo. Sabe que su amiga del alma la está esperando en la sala de llegada. Su esposo comparte su emoción. Pronto estará en su patria y con su familia. Han pasado muchos años sin verla. Parece que le lee la mente pues la mira con cariño, le relaja la cabeza apoyándola en su pecho y murmura "ya pronto mi amor, ya casi llegamos. Agradezco a Dios que me ha bendecido contigo". Ella lo mira, y sonríe. Es un hombre muy bueno y trabajador. Nunca se ha quejado de él.
Mira la hora. Ya son las once y doce minutos……
*** *** ***
Son las diez en punto. Está preparándose para ir al aeropuerto.
Le dijo, hace dos meses, que llegaría hoy a esta hora. ¡Las once y quince minutos! Una hora histórica. ¡Quién lo podría creer!
Se está preguntando a sí misma. ¿Está viviendo la verdad? o ¿Todavía sigue con los recuerdos del pasado? Es que solía imaginar cosas bonitas con su hermana – así le llama – como estar juntas, comprar nieve, cocinar, hacer cosas… etc. Pues, ¿podría ser la imaginación todavía? ¡Qué pequeña es la vida! Las dos se conocieron como estudiantes, y ahora se encuentran como mujeres casadas.
Le quita de su imaginación el claxon del automóvil de su marido. Le había dicho que pasaría por ella a las diez y quince minutos para llevarle al aeropuerto. Ha preparado las comidas favoritas de su hermana. Comida egipcia pero picante a su gusto y pasteles grandes de fresas. Se pone los zapatos rápido, lleva su bolsa y corre a la puerta.
Las diez y veinte minutos.
Le mira a su esposo sentado a su lado. Se ve completamente feliz. Está pensando, "es un hombre maravilloso… siempre había deseado casarme con alguien bueno, pero nunca imaginaba que me casaría con alguien tan bueno como el”. Él le mira, y le comparte sus pensamientos. Es feliz con ella. Sabía de su mejor amiga, y siempre le ha honrado que su esposa fuese así. Es muy buena, y por eso Dios le bendijo a su amiga estos largos años.
Ella no sabe lo qué va a hacer cuando vea a su hermana. ¿Le abrazará? ¿Le besará? ¿O sólo le quedará contemplando sin abrir la boca?
*** *** ***
Las once y treinta minutos. En el aeropuerto internacional de El Cairo.
Por fin llegó la hora. Los corazones palpitan fuertes. Los ojos buscan en todos lados. Los vistos están concentrados en los nombres de las líneas aéreas. ¿Ya llegó o todavía no?
Alguien aparece a lo lejos. Es una mujer guapa y baja y su marido alto y con barba. Delante de ellos tienen el carro que lleva sus moletas. Y sus ojos buscan aquí y allá.
En la sala de llegada, una mujer con su esposo parecen muy emocionados y nerviosos. La mujer se asoma a todos lados. Sus ojos están completamente abiertos y tienen un brillo, que refleja unas lágrimas con ganas de salir.
Un grito de alegría sale de la mujer en la sala de la llegada "¡La veo! ¡La veo!". Corre hacia la salida de la sala.
La mujer que viene desde lejos de repente pone su mano en su boca. Aguanta un grito fuerte de alegría. Llora y llora corriendo.
Se acercan mucho. Se paralizan un momento. Cada una está comiendo a la otra con sus ojos. Se detiene el tiempo. Todo el mundo no vale, sólo este momento. En las memorias corren rapidísimo los recuerdos del pasado. ¿Será esto verdad?
Ya no se aguantan más la emoción. Corren y corren y se estrellan en un gran y afectuoso abrazo, tan fuerte que caen juntas en el suelo. Se paran abrazadas, y otra vez se detiene el tiempo. Nadie de los que están allí entiende nada de lo que pasa. Cinco minutos completos sin moverse. Las lágrimas llenan los ojos de la alegría.
Sus esposos parados ahí, después de saludarse uno al otro, se apresuran hacia sus mujeres cuando se cayeron. No quieren terminar este momento tan importante. Se sientan juntos en las sillas y se hablan. Cinco minutos más y ya se deben ir. Llevan las maletas al automóvil, y sus mujeres vienen después tomadas a manos.
Llegan a la casa. Comen la comida egipcia y los pasteles de fresas.
Todavía no se acaba el momento feliz.
Ya vienen días aun más hermosos, y una alegría inesperada.
Aya Ghobashy
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