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General: LA CASA BONITA
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De: ♥Cherry♥ (Mensaje original) |
Enviado: 15/08/2012 01:33 |
LA CASA BONITA
Aquel era un sábado como cualquier otro: el trajín de
siempre: correr, comprar rápido y escapar del tumulto y el bullicio de la ciudad
en un destartalado autobús... Me sentía cansada y ofuscada por el inmenso calor
y toda la gente a mi alrededor transpiraba como si estuvieran sumergidos en un
mar de sudor. Abordé el autobús y me senté en el primer asiento para
refrescarme un poco con la brisa del camino. Todo transcurrió normalmente
hasta que a mitad del camino una mujer abordó el autobús. Vestía harapos, estaba
sucia y sostenía un bebé de meses en sus brazos y a su lado llevaba un niño de
no más de cuatro años. Ella se sentó a mi lado con el bebé, el otro niño se
sentó en el asiento contiguo, al otro lado del pasillo. Observé aquella mujer
discretamente: era delgada y podría decirse que había aún restos de juventud en
su expresión; pude ver sus facciones: un rostro en el cual aún se vislumbraba
unos rasgos bonitos, ojos claros, se notaba que aún era joven, sin embargo el
peso del dolor podía verse a través de sus arrugas prematuras. El niño mayor se
veía saludable, vivaracho y muy simpático.
El viaje se convirtió en
una “excursión de silencio” en cuanto la señora abordó el bus, todos los
pasajeros la observaban con preocupación e incluso con cierto desprecio e
incomodidad por la suciedad de sus ropas. De pronto en medio del silencio una
chispa de luz brilló en los ojos del niño, miró sonriente por la puerta del
autobús y gritó: “¡Mira, Mami, qué casa tan bonita!”. Inconscientemente
todos los pasajeros del autobús miramos hacia donde el niño señalaba y sólo
había un pequeño rancho con unas pocas tablas, con hendijas por todas partes,
sin piso y con unas latas herrumbradas y rotas por techo “¡ Mira, Mami, qué
bonita y hasta tiene luz! ¡mira tiene un cable!” la mujer con ojos tristes le
dijo”Si, hijo, si” y se volvió avergonzada hacia mí y se disculpó por su pobreza
diciendo “No ve que como vivimos tan pobres y nos alumbramos con candelas, él
todo lo ve bonito” e inclinó su rostro avergonzada. En aquel momento desee que
el asiento del bus se abriera y me ocultara, ¡cómo podría quejarme yo después de
esto!.
Desee quitarme las pocas cosas valiosas que llevaba encima y
dárselas para que cubriera sus necesidades básicas. ¡Qué vergüenza! ¡Qué derecho
tengo yo a “colgarme” adornos y alhajas de oro cuando otros no tienen con qué
cubrir sus cuerpos del frío!
En la siguiente parada la mujer bajó, pero
todos en el autobús quedamos con el corazón estrujado y un inmenso nudo en la
garganta. Y los que nos llamamos “cristianos” con una sensación de culpa por no
haber cumplido el mandato: “lo que a uno de éstos hiciéreis, a Mi me lo hacéis”.
Descubrí que la pobreza te hace apreciar y valorar muchas más cosas de
las que a diario vemos y que la belleza está donde la
encuentres.
de la net
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