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De: aliciapd (Mensaje original) |
Enviado: 02/03/2013 01:23 |
CAPÍTULO PRIMERO ¿POSEE EL MAGNESIO VIRTUDES CURATIVAS?
Entendemos que, en todo libro, revista y, en general, en cualquier escrito, lo primero que debería hacerse - y no siempre se hace - es justificar el título que se le ha puesto, a no ser que él mismo se caiga por su peso o que, en el decurso de la exposición, aparezca claramente justificado.
Al encabezar esta compilación de escritos sobre el magnesio le hemos puesto por título «Virtudes Curativas del Magnesio», con lo cual parece queremos dar a entender que el magnesio posee virtudes curativas, como así es en efecto.
A) MARAVILLOSOS EFECTOS DEL MAGNESIO A no pocas personas que tan sólo habrán oído hablar del magnesio al designar los polvos de que se sirven los fotógrafos para producir chispazos de luz blanca deslumbradora, o al tratar del purgante denominado magnesia, les ha de parecer raro que se pueda escribir un libro que trate exclusivamente de las virtudes curativas del magnesio.
Por esto hemos creído del caso comenzar esta compilación justificando el título que le hemos puesto, a fin de que nadie nos pueda tildar de que no ponemos en práctica lo que creemos debe hacerse en todo libro y de que en él caemos en el mismo defecto que reprochamos en otros.
Dice el refrán que la mejor manera de demostrar el movimiento es andando; pues esto es lo que ahora vamos a hacer en este capítulo introducción:
describiremos una serie de maravillosos efectos curativos, obrados con el magnesio, no precisamente bajo la forma metálica, sino de sales, como el cloruro, sulfato o carbonato en lectores de esta obra, los cuales además de experimentar en sí sus saludables efectos, nos lo han escrito o comunicado de palabra.
En la imposibilidad de aducirlos todos, nos limitaremos a dar a conocer en este lugar algunos pocos.
Cura la artrosis debida al ácido úrico
(De una carta fechada el 28 de octubre de 1956):
Un amigo mío me recomendó el libro las «Virtudes Curativas del Magnesio», el que, una vez leído, me decidió a poner en práctica el tratamiento a base de cloruro de magnesio.
»Los resultados no han podido ser más sorprendentes ni más halagüeños, ya que, al poco más de un mes de tomarlo todas las mañanas en ayunas, me vi casi totalmente restablecido (hoy completamente) de las dolencias que me aquejaban. Me encontraba excesivamente sobrecargado de ácido úrico y, como consecuencia de ello, sufría una grave artrosis en ambos rodillas, particularmente en la izquierda, y estaba decidido a dejarme operar, sabiendo que me tenía que quedar la articulación rígida, o sea, cojo para toda la vida; pero es que hacía cerca de cinco meses que me tenía imposibilitado y con unos dolores terribles. Afortunadamente este peligro desapareció tomando el cloruro de magnesio y hoy me encuentro mucho mejor que diez años antes.
»También sufría de dilatación de la aorta (tengo cincuenta y dos años) y hoy puedo decir que ya no me inspira ninguna preocupación; pues, en opinión del doctor que me ha mirado últimamente en la pantalla, me encuentro perfectamente.
«Aparte de lo que antecede, se siente uno a los pocos días de tomar el cloruro, con una gran energía y vitalidad, que hace que hasta el carácter se transforme, ya que le proporciona una euforia y optimismo sin igual.
»Me complazco en proporcionarle los detalles de este mi caso, para que sirva de estímulo y de ejemplo a aquellos que sufren, no solamente de las dolencias reseñadas, sino de todas aquellas que son propias de las personas de edad.»
Hace desaparecer el temblor senil
(De una carta fechada el 2 de marzo de 1956):
«Desde que terminaron de publicarse los artículos del P. Francisco Manzanal sobre «Virtudes Curativas del Magnesio», he sido un propagandista del cloruro de magnesio.
»Yo lo tomo desde entonces y sus efectos han sido más y mejores de lo que yo esperaba. Empecé por tomarlo para aliviarme del temblor senil que me impedía escribir y hasta poner mi firma, si no era sujetándome la mano derecha con la izquierda, y me temblaba la mano al beber, y demás usos. A los cuatro días de tomar una dosis bastante floja, ya noté sus efectos, pero no quise dar crédito, hasta a los trece días en que, sin querer, di un grito de entusiasmo al ver la facilidad y constancia en poder manejar la pluma y demás enseres.
Son muchas las personas que me agradecen les haya aconsejado el cloruro de magnesio. Es un laxante eficaz y el más económico.»
«Padecía desde muchos años hemorroides constantes y se me han curado totalmente, y esto que ya trataban de operarme. Ahora, a pesar de los tiempos reinantes, esto era en febrero de 1956, sin usar bufanda y saliendo de casa varias veces al día, no he cogido ningún resfriado. Otra ventaja he observado en mi ya achacoso cuerpo; optimismo, alegría de vivir, agilidad de mis piernas y rodillas a mis 62 años.
Desvanece el agotamiento intelectual
(De una carta fechada el 17 de junio de 1957):
«Me dirijo a usted para solicitarle el libro «Virtudes Curativas del Magnesio». Tengo interés en tenerlo; pues conozco el resultado satisfactorio que ha obtenido con el tratamiento del magnesio un señor que sufría desgaste y agotamiento intelectual y ahora sigue trabajando incansable. Como soy enfermera y también otros me han hablado de los efectos del magnesio, es por eso que deseo tener este libro.»
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Otros notables efectos beneficiosos del magnesio
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Un hombre de carrera, de unos 60 años de edad, padecía de cierta infección intestinal crónica. Un amigo le proporcionó «Virtudes curativas del magnesio». Después de dos meses, escribió estas textuales palabras:
«Hace un mes que tomo magnesio y me he librado de un achaque que hacía 35 años lo llevaba conmigo».
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Hace algún tiempo se presentó un individuo diciendo que, poco antes, apenas podía valerse por el reuma; incluso le habían de vestir. A los pocos días de tomar magnesio, le desapareció el mal y «ahora - dijo - me siento como un atleta», y comenzó a gesticular como tal. Todavía dijo más:
«Mi madre - añadió - que ya pasa de los 80 años, desde que toma magnesio se encuentra como una joven».
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Un lector que toma magnesio y que está entusiasmado con él por los buenos efectos que le ha producido, fue a visitar a un amigo suyo que sabía estaba enfermo. Se lo encontró en cama aquejado de fuertes dolores, pues padecía de la próstata y le habían de operar. Le recomendó tomara magnesio, como efectivamente lo hizo. A los pocos días, se lo encontró en la calle, tranquilo, sin haber sido operado y como si nada hubiese tenido.
EN LOS CASOS REFERIDOS NO SE TRATARÁ DE SUGESTIÓN?
Antes de contestar directamente a esta pregunta, hay que saber qué es sugestión, lo cual vamos a hacer aduciendo dos casos: uno provocado por el profesor Slosson y el otro referido por el psicólogo Gillet.
Primer caso: Un día el profesor Slosson llega a clase con un frasco de un líquido transparente. Sus alumnos, al entrar, concentran sus miradas intrigantes en el frasco. El profesor, a su vez, fija sus ojos centelleantes en los discípulos y les dirige unas breves palabras de aclaración para justificar su modo de proceder. Se trata de un experimento sumamente delicado para el que reclama la cooperación de los jóvenes del aula.
El doctor Slosson infunde a sus alumnos el convencimiento de que jamás han percibido un olor tan fuerte como el del líquido que conserva en el frasco; con todo, les advierte que, durante la experiencia que piensa realizar, no se sentirán excesivamente molestados por el olor del líquido.
Les ruega encarecidamente que, una vez haya destapado el frasco, le vayan indicando cuándo empiezan a percibir la acción odorífica del líquido, para que él pueda precisar la velocidad de propagación de las partículas existentes.
El profesor quita cuidadosamente el tapón del pequeño frasco, echa unas gotas del líquido sobre un pedazo de algodón y se retira convenientemente para no dejarse inficionar tan de cerca por el influjo del líquido. ¿Qué sucede?
A los quince minutos, los alumnos de la primera hilera de los bancos levantan la mano: han notado ya el escozor del líquido. Unos intervalos más, los de la segunda serie dan también señales de haber respirado el aire contaminado por las partículas del líquido. Apenas ha transcurrido un minuto, las tres cuartas partes de la clase se sienten impresionados por el olor, hasta el punto de que muchos pretenden abandonar el aula.
La voz del profesor resuena de nuevo, entremezclada con una sonrisa.
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