Bautizar una mascota no es tan fácil como parece. No pocos dueños, a fuerza de intentar ser originales, van dejando atrás los nombres tradicionales e intentan identificar a sus animalitos con el mote de personajes de telenovelas, películas, o los del propio santoral.
Llamarse Perro Caliente no es muy común. Generalmente se asocia el término con un delicioso pan con embutido, aderezado con mostaza y ketchup. Sin embargo, como se trataba de un salchicha casi legítimo, una vecina lo bautizó con el apetitoso epíteto. A pesar de lo complicado del calificativo, Perro Caliente responde sin demora a su llamado, y haciendo gala de su mote, enamora a cuanta hembra se le para delante.
Y es que —tal y como ha sucedido con los nombres de personas— aquellos calificativos que tradicionalmente usaron nuestras mascotas: Motica, Manchita, Canelo o Sultán, han sido desplazados por otros que retan la imaginación de cualquier escritor.
En ocasiones, encontrar el “patronímico” apropiado para la mascota puede traer no solamente discusiones en la familia, sino problemas con los vecinos. No falta nunca una historia donde viven dos tocayos (uno de ellos no humano) que comparten el mismo nombre por azares del destino, de la creatividad familiar y de alguno que otro rencorcillo.
Si bien la originalidad es uno de los factores principales para poner un buen nombre, a estas alturas se podría calificar de original a los nombres clásicos ya que nadie los utiliza, estos además de ser muy buenos, son bonitos y no pasan de moda nunca,
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