BÁVARO, República Dominicana.— Culminó la XII Cumbre Iberoamericana, espacio de concertación y debate que ha dejado constancia de que una América Latina unida es posible y necesaria.

Con un matiz o con otro, la casi generalidad de los Jefes de Estado o Vicepresidentes que asistieron a esta reunión, se refirieron a un hecho que no se puede obviar: la crisis económica y social, producida por los modelos neoliberales, es la causa principal de la ingobernabilidad existente en algunas de nuestras naciones.

La Declaración de Bávaro en sus 56 párrafos, es considerada un documento muy positivo, tanto en el orden de los análisis, como en las acciones que se propone.

El punto número seis del texto señala:

"Reiteramos nuestro enérgico rechazo a la aplicación unilateral de leyes o medidas extraterritoriales, contrarias al derecho internacional, la libertad de los mercados y del comercio mundial. Exhortamos así una vez más al Gobierno de Estados Unidos de América a poner fin a la aplicación de la Ley Helms-Burton en conformidad con las resoluciones pertinentes de la Asamblea General de Naciones Unidas."

Tal planteamiento es una expresión viva del reclamo de los pueblos latinoamericanos, así como de los gobiernos de Iberoamérica, no importa cuál sea su sistema político, para que se elimine esa criminal medida que aplica Estados Unidos contra Cuba.

También varios gobernantes se refirieron, con fuerza y coherencia, a la necesidad de que termine la retórica y se impongan las soluciones a los problemas del hambre, la miseria y las enfermedades existentes en la región.

El mandatario ecuatoriano, Gustavo Noboa, fue de los más críticos a la hora de señalar que la inestabilidad a la que están sometidos algunos de nuestros países, tiene su raíz en la crisis y falta de soluciones a los reclamos urgentes de alimentos, educación, medicinas y trabajo.

Por su parte el director general de la FAO, doctor Jacques Diouf, en una breve pero muy argumentada intervención, enumeró que en América Latina y el Caribe existen hoy 211 millones de pobres, 11 millones más que en 1990, y 54 millones de personas sufren cotidianamente hambre y desnutrición.

Bastarían estos ejemplos para cuestionar el modelo económico que se ha querido imponer y que en todos los casos ha fracasado.

Fueron varias las intervenciones que citaron el caso argentino como ejemplo negativo de la situación a que se ha llevado a nuestros países. Y no pocos cuestionaron a los organismos financieros internacionales que hacen sus préstamos bajo condiciones que siempre van en detrimento de las mejoras sociales de los pueblos.