LA HABANA, noviembre 2003 (Reciente no creen?) -
Uno de los mitos más anunciados por el gobierno cubano es la gratuidad de la medicina. En épocas de crisis, cuando el velero revolucionario parece naufragar, se nos recuerda a todos los cubanos que "esta gran conquista social" se la debemos a la generosidad del sistema.
Como es natural, donde más víctimas ha cobrado esta propaganda es en el exterior. Casi semanalmente se nos muestra en la televisión las alabanzas de académicos, políticos y artistas extranjeros.
Pero para el cubano de a pie que monta los camellos para ir a su trabajo, mantiene a su mujer y dos hijos con un salario ficticio, esto no pasa de ser una letanía que no tiene ningún vínculo con la realidad. Paralelamente a toda esa publicidad de altruismo socialista se esconde una verdad que dejaría boquiabierto al que la conozca.
Para empezar pudiéramos hablar de los servicios médicos gratuitos de "los humildes y para los humildes". Una higiene pésima debido a la carencia de agua en los hospitales, escasez de medicinas -y no precisamente por el bloqueo como veremos más adelante- más la negligencia de médicos y enfermeras, caracterizan a esta potencia médica de la que muchos cubanos se quejan y a la cual ridiculizan. No por gusto la gran mayoría prefiere acudir a un brujo o espiritista que le cure sus dolencias antes que acudir a la consulta médica.
Los hospitales de más mala fama entre los habaneros son el Julio Trigo, en Arroyo Naranjo, y la antigua clínica Dependientes, en el municipio 10 de Octubre. Al primero se le conoce como Coppelia (rememorando a la ya no tan famosa heladería del Vedado) pues se corre el riesgo de entrar caliente y salir frío. Es decir, muerto.
Pero como en la viña del Señor hay de todo, tenemos también hospitales privados. La gran mayoría de éstos trabajan como sanatorios y están en manos de órdenes religiosas. Su tarifa mensual oscila entre los 150 y los 110 pesos mensuales por estadía y tratamiento. Ofrecen también otros servicios privados, como cafeterías.
El hospital psiquiátrico San Juan de Dios, en las afueras de Arroyo Naranjo, colindante con un barrio llamado La Fortuna, atiende alcohólicos, dementes o personas con desórdenes nerviosos. El tratamiento, la higiene y la atención son exquisitas. Al frente de este hospital se encuentra un padre español que, según algunos, prefiere atesorar billetes de los pocos que se atienden allí, que buenas obras.
De la otra parte tenemos hospitales de urgencia y especializados, como el ortopédico Frank País y el Cira García, a donde asiste la nomenclatura del país y donde se atienden los extranjeros. Sus precios en dólares son astronómicos. Al menos para nosotros, pero igualmente sus servicios son impecables. Cuartos privados, televisión por cable y todo tipo de medicina disponible. ¿Y el bloqueo?
Entre los hospitales a los que acude la jerarquía está el Naval, que atiende al ministerio del Interior (MININT) y a las Fuerzas Armadas (FAR). En éstos tampoco se carece de nada, y al parecer son inmunes a la epidemia del bloqueo, que sólo ataca a los pobres.
Luego, con un salario que no cubre la canasta básica de alimentos, con la única opción de acudir a hospitales semidestruidos donde se corre el riesgo de morir por los malos cuidados, y la imposibilidad de denunciar esto sin que nos llamen traidores, ¿se puede hablar de medicina gratuita? cnet/32
Ah sin contar que los médicos cubanos fueron enviados a Venezuela y que las medicinas genéricas que se fabrican en Cuba son vendidas principalmente a España.
No sé de dónde pudo extraer estas estadíscas el Almanaque Mundial, puesto que es de todos conocido que los resultados del último estudio poblacional realizado en Cuba aún no han sido publicados.
2 + 2 son 4 no 8 ni 16.
SOS? Eso no me suena muy cubano que digamos.