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LA CUBA DEL GRAN PAPIYO
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: OmarComas1  (Mensaje original) Enviado: 19/02/2004 19:19

Salud:

El testimonio de este capitalista español demuestra
que no es un convencido ideologico y nunca lo fué, así lo admite, si no le
hubieran quitado el negocio, hubiera estado aún explotando a sus obreros cubanos
y disfrutando de sus privilegios como portador de $$$$, pero sirve para ilustrar
la degeneración ideologica de la Revolución cubana, no es que el pueblo cubano
rechase a la Revolución, es que el gobierno y el PCC olvidaron las causas que
nos llevaron a hacerla. Ver el poema "Tengo" de Nicolás Guillén.

Gracias por enviarme este artículo.

Salud y anarquía

Omar 

 

 



Riesgo y miseria de
  invertir en Cuba

 

Me llamo José
  Fernández González. No hay nada peculiar en mi nombre, en mis apellidos o en
  mis antecedentes familiares. Nací hace 56 años en España, mi país y allí viví
  y trabaje honrada y exitosamente hasta que cometí un error romántico: hace
  casi 20 años, en 1980, me enamoré de Cuba, de su revolución, de sus gentes
  amables y hospitalarias. Y como tenía un buen adiestramiento como empresario y
  como era una persona emprendedora, decidí poner mi experiencia y mi vida al
  servicio de esa isla fascinante y de una causa que entonces me pareció justa y
  hermosa. Allí arraigué, creé empresas de diversos tipos y me casé felizmente
  con una cubana, con la que tengo una hermosa niña.


Por último, hace pocos años, creé en la Marina Hemingway, una zona
  turística cercana a La Habana, un bar/restaurant/sala de fiestas, que pronto
  se convirtió en un centro de reuniones para todas aquellas personas con
  divisas. Es decir, para turistas, miembros de la nomenclatura, o cubanos que
  gozan del paradójico privilegio de tener familiares en el exilio. Ese lugar se
  llama La Tasca Española y su éxito fue mi perdición. Uno de los jerarcas de la
  economía cubana, el señor Abraham Maciques, se empeñó en quitármela, y
  mediante una simple resolución del Ministro de Comercio Exterior, previa una
  farsa judicial que no se sostendría en ningún tribunal de Occidente, fui
  despojado de mi negocio y convertido, arbitrariamente, en "enemigo del
  pueblo". Hoy estoy privado, sin apelación posible, de los bienes por los que
  trabajé denodada y honradamente durante mucho tiempo. El origen de este texto
  es muy sencillo de entender: no quiero que lo que yo he pasado les ocurra a
  otros inversionistas que de buena fe viajan a Cuba tras los cantos de sirena
  de una revolución cuya faz exterior nada tiene que ver con la sordidez real y
  profunda del sistema.



Aquí,
  van, pues, las razones por las que les aconsejo, incluso les ruego, que no
  acudan con sus dineros y sus conocimientos a apuntalar la dictadura:
 


Primero: porque no hay la menor
  garantía jurídica. Ahí no existe un Estado de Derecho que proteja a los
  inversionistas ni a nadie. Se está siempre a merced de que un funcionario de
  alto rango decida la expropiación forzosa, y no hay forma humana de reclamar
  ante los tribunales. En Cuba lo que prevalece no es el derecho, sino la
  voluntad o el capricho de los que mandan. Lo mismo que les ocurrió a los
  propietarios al principio de la revolución les puede ocurrir, y les ocurre a
  los inversionistas y empresarios de hoy.


Segundo: porque las transacciones y los negocios no se hacen en una
  atmósfera de empresarios reales, sino en un oscuro universo de policías y
  espías. Prácticamente todos los funcionarios que tratan con los inversionistas
  extranjeros son miembros del Ministerio del Interior y forman parte de la
  policía política, que es el organismo que controla hasta el último dólar que
  entra o sale del país. En Cuba no se habla con economistas, contadores o
  expertos en mercadeo: se habla con coroneles, tenientes coroneles o generales.
 


Tercero: esta atmósfera policiaca
  da lugar a la creación de un estado de terror del que no se pueden separar,
  aunque quieran, los inversionistas que van a la Isla. Primero los comprometen
  como víctimas, puesto que la secretaria o el chofer que les asignan son
  siempre informantes de la policía política que mantienen un estricto control
  sobre ellos. Y luego estos inversionistas y empresarios extranjeros también
  acaban convirtiéndose en cómplices. Se les piden informes sobre otros
  empresarios y sobre otros extranjeros, se les pide que espíen para beneficio
  del gobierno cubano. Yo mismo tuve que hacerlo en diversas ocasiones si quería
  mantenerme en Cuba y si quería que la revolución no perdiera la confianza en
  mí.


Cuarto: incluso, por razones
  morales que desde hace muchos años me inquietaban, no se puede justificar el
  acudir a Cuba a ganar dinero participando de un régimen de esclavitud laboral
  absolutamente inhumano. Me explico: uno, como empresario, no contrata a los
  cubanos directamente, sino a través de una oficina del Ministerio del Interior
  llamada CUBALSE, a la que se le paga en dólares americanos por cada trabajador
  que nos suministran, mientras esta "corporación" -así le llaman en Cuba- les
  abona a los cubanos su salario en la inservible y devaluada moneda nacional.
  Yo le pagaba a CUBALSE US$330 por un empleado, y CUBALSE le pagaba a ese
  trabajador 200 pesos cubanos. Como quiera que el valor real del dólar en el
  mercado negro -que es donde único se pueden adquirir las mercancías básicas
  para subsistir- está a 120 x 1, mi empleado, en realidad, recibía menos de $2
  al mes, mientras que la empresa que me lo alquilaba en régimen de esclavitud,
  percibía 300 veces esa cantidad.


Quinto: Este atropello, del que no puede evadirse el empresario
  extranjero, explica el odio profundo que sienten contra nosotros muchos de los
  trabajadores Ellos saben que el empresario no es culpable de esta injusta
  regla, pero no pueden evitar vernos como parte de un sistema de explotación
  absolutamente arbitrario y cruel.


Sexto:
  Este mismo fenómeno también ocurre, en general, con todos los extranjeros que
  en Cuba, por el mero hecho de disponer de dólares, tienen acceso a todo
  aquello que los cubanos no pueden comprar con su trabajo: alimentos, clínicas
  en las que no faltan las medicinas, buena ropa, gasolina, o suministro de
  energía eléctrica en los hoteles.


En
  Cuba hay dos clases de ciudadanos: los que tienen dólares, como los tenía yo,
  con todos los privilegios que eso acarrea, y los que tienen pesos cubanos, que
  están, literalmente, muriéndose de hambre y de enfermedades por culpa de un
  régimen que se niega a cambiar un sistema absolutamente incapaz de generar un
  modo de vida digno para ese país.


Son
  muchas, en fin, las razones que aconsejan no ir a Cuba. Apelo, en primer
  lugar, al bolsillo de mis compatriotas: no vayan, porque lo van a perder todo
  y no podrán hacer nada para recuperarlo. Mi caso no es único. Antes que yo
  cayeron otros. Pero también quiero apelar a las razones éticas y morales:
  quienes crean en la libertad, la democracia y la simple decencia, no pueden
  convertirse en cómplices de una dictadura siniestra que les exigirá toda clase
  de oscuras colaboraciones.


José
  Martí, a quién aprendí a querer y a respetar en ese país, alguna vez advirtió
  a los cubanos sobre los peligros del imperialismo yanqui, con una frase con la
  que me gustaría terminar: "Conozco al monstruo porque viví en sus
  entrañas".



 

JOSÉ
  FERNÁNDEZ GONZÁLEZ. Empresario
Español


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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: mfelix28 Enviado: 19/02/2004 21:41
Mira lo que le respondía a Merche sobre el tema.

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: meche_cpr Enviado: 19/02/2004 21:42
Manuel F., mas bien mira lo que te contestó en el otro panel el vueltaabajo que es exactamente lo mismo que te dice aquí Omar.  
 
Saludos 
 
Lourdes 


 
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