La idea Juche ha sido la primera en aclarar de modo científico las características esenciales del hombre, y sobre esta base ha explicado de un nuevo modo el papel y lugar que ocupa en el mundo. En otros tiempos, hubo también muchas tentativas de explicar la esencia del hombre partiendo principalmente de sus características. Podemos citar como ejemplo la determinación del hombre como ente de palabra, trabajo y pensamiento. Pero esto es sólo la observación de un determinado aspecto de sus actividades, las cuales son la manifestación de sus atributos esenciales. El hombre es un ser social con espíritu independiente, espíritu creador y conciencia. He aquí sus características esenciales. El espíritu independiente es un atributo del ser social, el cual, siendo dueño del mundo y de su propio destino, quiere vivir y progresar de manera independiente, sin verse sometido ni restringido. El espíritu creador es otro de sus atributos, éste le permite, con fines bien definidos, transformar el mundo y forjar su destino conforme a las demandas suyas. Y la conciencia es el atributo que le posibilita determinar todas sus actividades encaminadas a conocer y transformar al mundo y a sí mismo. Garantiza el espíritu de independencia y el creador. Por actuar de manera independiente y creadora guiado por la conciencia, el hombre se distingue cualitativamente de los animales, que se mueven según los instintos. Su acción es un proceso en el que exterioriza su espíritu independiente, espíritu creador y conciencia, mientras sus actividades independientes, creadoras y conscientes son su modo de ser. Al margen de su organismo desarrollado, en especial, de su cerebro altamente desarrollado, es inconcebible que se valore como ente social con espíritu independiente, espíritu creador y conciencia. Este organismo, biológicamente es la base que le permite poseer espíritu independiente, espíritu creador y conciencia. Mas, no tiene en sí la capacidad para engendrarlos espontáneamente. Estos son atributos sociales que se forman y desarrollan en el proceso de sus actividades socio-históricas dentro del marco de las relaciones sociales. Por poseer independencia, espíritu creador y conciencia el hombre puede forjar su destino con sus propias fuerzas. Para un ente biológico, su destino depende de cómo se adapta al medio ambiente; puede afirmarse que es parte de la naturaleza. Al contrario, el hombre es el dueño y artífice del mundo; forja su destino por su cuenta y transforma el mundo conforme a sus necesidades. A medida que se desarrollan la independencia, el espíritu creador y la conciencia, se fortalecen su posición y papel de dueño y artífice del mundo, lo cual se manifiesta en su esfuerzo por transformar la naturaleza y la sociedad. A la par que se desarrollan la conciencia ideológica independiente y las facultades creadoras del hombre y se eleva su papel, se incrementan las riquezas de la sociedad y mejoran las relaciones que rigen 9 en ella. En el proceso de desarrollo histórico todas las generaciones toman esas riquezas y las relaciones creadas por las antecesoras, o sea, aprovechan las condiciones objetivas dadas. Aunque éstas desempeñan un rol importante en el desarrollo de la sociedad, no son sino un producto histórico de las actividades independientes, creadoras y conscientes del hombre, y éste es quien las aprovecha y desarrolla. Aunque ellas sean favorables, la sociedad no puede avanzar con rapidez si no son elevadas ni se despliegan a plenitud el espíritu independiente, la creatividad y la conciencia del hombre que las aprovecha y desarrolla; pero en contraste, aunque sean desfavorables, si son elevadas y despliegan plenamente, su desarrollo puede ser rápido. Esto significa que el proceso histórico del desarrollo social lo determina el grado del progreso y el despliegue de esos atributos del hombre. Las masas trabajadoras explotadas desearon desde temprano una nueva sociedad, de igualdad, libre de explotación y opresión; pero si no pudieron lograrla en otras épocas es porque su conciencia ideológica independiente y su facultad creadora no estaban desarrolladas y su papel fue limitado. El hombre transforma la naturaleza y la sociedad, y lleva hacia adelante la historia, y cuanto más rápidamente se desarrollan su conciencia ideológica independiente y capacidad creadora y se eleva su papel, tanto más se acelera el progreso de la sociedad y la historia, y con más éxito se impulsa el proceso revolucionario y constructivo. Puede decirse que la historia del desarrollo social es, en definitiva, la de la evolución del espíritu independiente, espíritu creador y la conciencia del hombre. El hombre, por su independencia, creatividad y conciencia, deviene el ser más valioso y potente. Es el único dueño y transformador del mundo. En éste no hay otro más valioso y poderoso que él. Sin embargo, los reaccionarios burgueses no lo consideran desde este punto de vista sino como medio de producci ón de bienes materiales, un ente insignificante que se compra y vende como una mercancía con capacidad de trabajo. Tampoco lo estiman como un ente poderoso que forja por su cuenta su propio destino sino como un incapaz que se gobierna por el oro. Si los traidores al socialismo han restaurado el capitalismo y abolido todas las disposiciones populares, considerando el desempleo y la pobreza como un medio de presi ón para incentivar el interés por la competencia e incrementar la intensidad del trabajo, y si, desconfiando de la fuerza de sus pueblos, depositan esperanzas en la "ayuda" y la "cooperaci ón" de países capitalistas del Occidente, y adulan y obedecen a los imperialistas, esto también tiene que ver con su criterio burgués reaccionario acerca del hombre. El socialismo, centrado en el hombre, se basa en el principio sociohist órico, sustentado en la idea Juche, que aclara original y científicamente las leyes del desarrollo de la sociedad y la historia, circunscribiéndose al ser 10 humano. Se trata de un socialismo muy científico que, partiendo de la concepci ón y la actitud jucheanas acerca del hombre, permite ponerlo todo a su servicio y solucionar todos los problemas con la elevaci ón de su papel creador. Nuestro socialismo defiende y asegura de manera consecuente la independencia del hombre, incrementa con rapidez y pone de pleno manifiesto su conciencia ideol ógica y capacidad creadora, de modo que se eleva extraordinariamente su posici ón y papel come dueño y transformador del mundo, y se impulsan con vigor la revoluci ón y la labor de construcción. Además, la idea Juche ha esclarecido de manera original la esencia de la vida del hombre y el valor de su existencia. Considerando al hombre como un organismo biol ógico, su vida significa, precisamente, la física. Pero él no tiene s ólo vida física. La idea Juche ha sido la primera en la historia en definir que el hombre, además, tiene la vida socio-política. Si la física le es consustancial por ser un organismo biol ógico, la socio-política la adquiere como ente social. Como ente social le es propia la vida socio-política. Para el hombre la vida física es valiosa. S ólo si la posee, también puede tener la socio-política. En este sentido puede decirse que la vida material, que cubre las demandas de la vida física, satisface la primera necesidad del hombre. Como éste es un ser social, a diferencia de un simple ente biol ógico, su demanda por la vida material crece sin cesar, ejerciendo influencia sobre la socio-política a medida que se eleva su grado de independencia, facultad creadora y conciencia, y se desarrolla la sociedad. La vida material, estable y sana, no s ólo cubre satisfactoriamente las demandas vitales, sino que también sirve de garantía material para mantener y hacer brillar la sociopolítica. Para el hombre, desde luego, es valiosa la vida física, pero lo es más la socio-política. Valorar más ésta que aquélla es una demanda intrínseca del hombre, ente social. Si, haciendo caso omiso de las demandas de la vida socio-política, se atienden s ólo las de la física, no puede ser una vida de gran valor aunque se asegure una rica vida material, sino resultará deformada y vacua como la de un animal, por contravenir la naturaleza del ser humano. La independencia es la vida para el hombre. Este, ente social independiente, quiere vivir de manera soberana, sin verse sometido, ni restringido por nada. Vivir independiente significa defender su posici ón, y ejercer sus derechos como dueño del mundo y de su propio destino. S ólo cuando el hombre, ente social, materializa sus exigencias de independencia, y goza del derecho a ella puede decir que vive con dignidad, disfrutando de la vida socio-política. Si uno pierde la independencia y se somete a otros, aunque esté vivo, no se diferencia de un muerto en el plano social y político. La demanda del hombre de vivir en independencia se realiza, ante todo, 11 mediante la actividad política independiente. Esta actividad es inconcebible si el hombre está avasallado política o socialmente. Como la vida socio-política es la más valiosa para el hombre, poseerla y hacerla brillar proporciona un alto valor para vivir. El hombre la recibe del colectivo social. Este es, pues, la matriz de esa vida. Por tanto, la existencia del hombre se valora según c ómo se une con el colectivo social. Resulta valiosa si disfruta del afecto y la confianza de la colectividad social; de lo contrario no tiene valor. El individuo puede gozar de ese afecto y confianza cuando pone los intereses de la colectividad por encima de los personales y le sirve con lealtad. En resumidas cuentas, el hombre disfruta de la más valiosa y digna vida cuando une su destino al del colectivo y le sirve con abnegaci ón, y cuando en medio de su afecto y confianza despliega actividades independientes y creadoras. He aquí, precisamente, el camino que conduce a hacer brillar su vida socio-política y vivir con dignidad como ser social. En la actualidad, los reaccionarios burgueses y los traidores al socialismo consideran como un fen ómeno normal la explotación y dominación del hombre por el hombre y consideran a éste como un ente vil que persigue sólo su propia ambición material; 10 que es una evidente expresión del carácter reaccionario de su punto de vista y actitud burgueses en cuanto a la esencia de la vida del hombre y el valor de su existencia. La auténtica vida con que todas las personas pueden hacer brillar la valiosa socio-política, y satisfacer plenamente las exigencias de la física, puede darse sólo, por excelencia en la sociedad socialista basada en el colectivismo. Esta sociedad les posibilita desenvolverse de manera independiente y creadora en las actividades socio-políticas y demás planos sociales, libres de toda clase de explotación y opresión, de dominación y sojuzgamiento. Para que en ella las personas gocen de una existencia independiente y creadora, con alta conciencia y capacidad como dueñas de la sociedad, es preciso programar con acierto sus actividades orgánicoideológicas y culturales. Sólo cuando ellas posean una firme conciencia ideológica independente y capacidad creadora desarrollada integralmente adquiridas a través de las actividades organizativo-ideológicas revolucionarias y las culturales sanas y fecundas, pueden hacer activos aportes a la sociedad y al colectivo, y disfrutar de una vida de gran valor como dignos miembros de la sociedad. El nuestro es un socialismo auténtico, centrado en el hombre: valora al hombre en todas sus magnitudes, encarna a plenitud sus exigencias consustanciales, y así permite a todos poseer y hacer valer constantemente la vida socio-política, y satisface a plenitud las demandas de su vida física. El socialismo humanocéntrico propicia que todos los miembros de la sociedad, con elevada conciencia ideológica y facultad creadora, se 12 entreguen a la sociedad y el colectivo y lleven por igual y a sus anchas, en medio de su afecto y confianza, una existencia armoniosa, digna y valiosa. 3 Nuestro socialismo está cimentado en el criterio y la posición jucheanos en cuanto al las masas populares. La verosimilitud y superioridad del socialismo se manifiestan en el apoyo y la confianza que depositan en él las masas populares. Nuestro socialismo es el más potente y ventajoso porque al estar sustentado en el criterio y la posición jucheanos acerca de las masas populares, disfruta de su absoluto apoyo y confianza. Las masas populares son el sujeto de la historia. Forman una colectividad social integrada principalmente por los trabajadores sobre la base de la comunidad de sus exigencias por la independencia y de sus actividades creadoras. En la sociedad de clases el término masas populares reviste un carácter clasista. En ella, según posean o no los medios de producción y el poder estatal, se dividen en clases explotadoras y explotadas, en dominantes y dominadas. Las clases explotadas y sometidas son las principales integrantes de las masas populares. La composición clasista de éstas no es inmutable, sino cambia en el proceso del desarrollo social y la historia. En la sociedad capitalista las componen no sólo los obreros y los campesinos sino también los trabajadores intelectuales y otras clases y sectores que luchan por defender su independencia. En la socialista las integran todos los sectores y las capas, transformados en trabajadores socialistas. Por supuesto, también en esta sociedad continúa actuando una ínfima minoría de elementos hostiles y en las filas revolucionarias pueden surgir traidores. Por eso, es necesario distinguir acertadamente las masas populares de los elementos negativos. El término masas populares refleja las relaciones socio-clasistas, pero no es una simple concepción clasista. Originalmente, a éstas las conforman diversas clases y sectores. Para distinguir a sus integrantes de los que no lo son se debe tener en cuenta su situación socio-clasista, pero no hay que absolutizarla. La ideología y acción del hombre no sólo son susceptibles de la influencia de esta situación. Si recibe influencias revolucionarias y asimila ideas avanzadas, puede servir a las masas populares, independientemente de su situación socio-clasista. La principal pauta para distinguir a los miembros de las masas populares no es su origen socio-clasista, sino su ideología. La ideología socialista y comunista no es la única que sirve de fundamento ideológico para aglutinar a las personas de todos los sectores 13 y clases en masas populares. Cualquiera que ame al país y el pueblo puede servir a éste y, por consiguiente, ser integrante de las masas populares. Partiendo de esta posición, el gran Líder, camarada Kim Il Sung, impulsó con éxito el proceso revolucionario y constructivo agrupando en sus distintas etapas a todas las personas que tenían la idea de servir a la Patria, al pueblo y a la nación, en una sólida fuerza revolucionaria. Nuestro Partido confía en los integrantes de todas las clases y sectores que tienen interés en la revolución, considerándolos acompañantes no temporales sino eternos de la revolución, y los guía por el camino del socialismo y el comunismo. Por su naturaleza clasista, los imperialistas y otros reaccionarios se oponen a las masas populares y, en consecuencia, temen a la misma palabra pueblo. Suelen utilizar la palabra "conciudadanos" para encubrir los enfrentamientos y contradicciones clasistas de su sociedad. También los traidores al socialismo tratan de enmascarar sus actos antipopulares con el término "ciudadanos", prometiendo la construcción de una "sociedad cívica" o cosas por el estilo. Por supuesto, a menudo se les oye decir hipócritamente, a unos y otros, "pueblo". Pero con esto no pueden encubrir la naturaleza antipopular de esos elementos hostiles al pueblo y de los que lo traicionaron. Pueblo es una palabra sagrada que sólo pueden utilizar con dignidad los que le son fieles, los comunistas que luchan con toda abnegación en aras de las masas populares. Desde hace mucho tiempo el gran Líder, camarada Kim Il Sung, enalteciendo al pueblo como el cielo, hizo incluir esta palabra en la denominación del Estado, del ejército, de las obras monumentales y de muchas cosas valiosas y hermosas del país. Por valorar tan altamente al pueblo, nuestro socialismo resulta un socialismo centrado en las masas populares, el socialismo más ventajoso, en el que están materializadas de modo consecuente sus demandas de independencia. Las masas populares son dueñas de todo lo que hay en la sociedad. Esto es porque son sus creadoras. Ellas poseen la capacidad creativa más poderosa, que le permite transformar la naturaleza y la sociedad. La fuerza y la inteligencia del individuo tienen límites, pero las de las masas populares son inagotables. Si en este mundo existe un ser omnipotente, éste es exactamente el pueblo. Gracias a sus fuerzas y talento inagotables se crean todas las cosas de la sociedad, avanza la historia y se promueve la revolución. Las masas populares transforman la naturaleza, desarrollan las fuerzas productivas y crean las riquezas materiales. Es obvio que también la clase capitalista se interesa por el desarrollo de esas fuerzas para obtener más ganancias, pero no crean los bienes materiales con sus propias manos. Las masas populares producen las riquezas ideológicas y culturales y, además, de ellas salen ideólogos avanzados, científicos competentes y literatos y 14 artistas talentosos. También las clases explotadoras presentan portavoces de su ideología y cultura, mas sus creaciones contaminan la vida sana y el progreso de la sociedad. Las masas populares transforman la sociedad. Pero, las clases explotadoras reaccionarias no tienen interés por ello, sino, únicamente, por el mantenimiento y la consolidación de su viejo régimen. La farsa de la "reforma" que escenifican los gobernantes burgueses, es, en todos los casos, para evitar la crisis capitalista. La transformación progresista de la sociedad sólo la llevan a cabo las masas populares concientizadas y unidas. Como éstas son creadoras de todas las cosas de la sociedad, es natural que sean sus dueñas. Pueden serlo en el verdadero sentido de la palabra sólo en la sociedad socialista donde les pertenecen el Poder estatal y los medios de producción. Por esta razón, en calidad de dueñas, tienen que ocupar su posición, ejercer sus derechos, cumplir con su responsabilidad y papel y disfrutar de una vida valiosa y feliz. Como dueñas de todas las cosas de la sociedad han de ocupar su lugar y ejercer sus derechos. Esta es su demanda independiente. La independencia es su vida, y la posición y derechos independientes constituyen una condición esencial que decide su destino. Siendo, como son, dueñas del Estado y la sociedad, tienen que ocupar el lugar merecido y ejercer los derechos correspondientes en todas las esferas de la vida social, como la política, la económica y la cultural. Con miras a defender con firmeza la independencia de las masas populares y concretarla, hay que trazar todos los lineamientos y las políticas, reflejando sus demandas, y llevarlos a la práctica apoyándose en sus fuerzas. Esas demandas son la pauta que mide la exactitud de la política y los lineamientos. La única vía que permite evitar el subjetivismo y los reveses en la revolución y la construcción reside en compenetrarse con las masas populares y prestar oídos a sus opiniones y exigencias. Estas son maestras en todos los asuntos. La sintetización de esas opiniones y demandas independientes da origen a ideas, lineamientos y política, el partido de la clase obrera siempre debe entrar en las masa populares y oir sus opiniones y demandas. Este ha de ser el primer proceso también en el trabajo de los funcionarios. Si nuestro Partido ha podido implantar el régimen socialista más avanzado y hacerlo brillar sin cesar aun en complicadas y difíciles circunstancias, ha sido porque se compenetró con las masas populares y trazó los lineamientos y la política reflejando sus exigencias independientes y las hizo realidad de modo consecuente apoyándose en sus fuerzas. Esta es, justamente, la llave que ha permitido a nuestro socialismo avanzar victoriosamente por el camino más científico, sin conocer ninguna desviación ni altibajos. |