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General: [Comunismo_Libertario] testimonio de represion, guadalajara Mexico
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De: OmarComas1 (Mensaje original) |
Enviado: 14/06/2004 22:58 |
----- Original Message -----
Sent: Monday, June 14, 2004 1:36 PM
Subject: [Comunismo_Libertario] testimonio de represion, guadalajara
Mexico
Va un testimonio de la compañera libertaria Mar Rodriguez,
deportada recientemente por la fuerte represion en las movilizaciones de
Guadalajara, Mexico. Salud y solidaridad.
Minutos antes de ser
deportados.
A la opinión pública mexicana, del mundo y a quien pueda
interesar...
Tras 6 días de secuestro y violación incesante
de nuestros derechos como seres humanos, nos sentimos con la
responsabilidad de hacer públicas las extorsiones y amenazas a las que nos
hemos visto sometidos las últimas 48 horas los internacionales
detenidos ilegalmente el pasado viernes 28 de mayo
en Guadalajara.
Tras la única entrevista que nos fue concedida
con nuestra abogada 5 días después de nuestra detención, 6 de los 8
"extranjeros" decidimos acogernos al juicio de amparo el dìa martes 31 de
mayo a las 13:00. Dos horas más tarde nos encierran a las mujeres fuera
del recinto donde se encuentran el resto de reclusas y nos comunican que
nos llevan al aeropuerto para hacer efectiva la deportación. Tras negarnos
reclamando estar bajo el amparo y exigir que se nos mostrara el oficio de
expulsión, es el mismo Licenciado Ayala, jefe de la Estación Migratoria de
Iztapalapa, quien decide emplear la fuerza física para someternos
y obligarnos a meternos al camión que tenía que llevarnos al aeropuerto
sin tan siquiera habernos leído el oficio de expulsión, resultado de su
elegante intervención hablan los moretones que todavía adornan mi brazo
izquierdo. Ante nuestra resistencia acuden a su ayuda varios oficiales, y
entre cuatro consiguen llevarnos de pies y manos y meternos en volandas e
n el camión. Llegamos al aeropuerto y ahí nos meten en varias camionetas
de la PFP, las cuales se encargan de dejarnos en las meras puertas del avión
de la línea Aeroméxico con destino a Madrid, son las
18:00 aproximadamente.
Suben primero dos compañeros que de nuevo
exigen ver el oficio de expulsión y ante ello reciben la amenaza directa
del Licenciado Araico, contados de la delegación local de la oficina de
migración del aeropuerto, quien asegura "Sí se van a ir igual,
pero calentitos..." ANTE la visión de tales irregularidades el piloto se
niega a abordarnos y nos conducen a la oficina de migración del aeropuerto, y
allí nos comunican que nos vamos en el próximo avión que sale a las 21:00.
Exigimos el pinche oficio de expulsión que nunca aparece, y aún hoy, apenas a
una hora de ser deportados, todavía no apareció.
A las 20:30 nos
llevan de nuevo a embarcar, pero quien sabe por qué estrategias del destino
no llegamos a tiempo para abordar. A las puertas de embarque
nos encontramos por primera vez en todo el proceso con los invitados de
piedra de la jornada: sospechamos con son el cónsul y el embajador de España,
porque ni siquiera se nos presentan.
Excepto los españoles, el resto
de compañeros ya fueron expulsados. Quedamos Jon, Juan, Silvia y Mar,
y pasamos la noche de nuevo incomunicados en el suelo de la oficina de
migración del aeropuerto.
Amanece (sospechamos) y comienzan de nuevo
las presiones. Nos dicen que finalmente salimos a las 18:00, ya del día
Miércoles 2. Contra reloj, nuestras abogadas parece que van a conseguir
llegar con la actuaria a la oficina para que firmemos el amparo. Son las
16:00 y todavía no llegan. El Licenciado Reyes de la Estación Migratoria, nos
comunica que finalmente no van a dejar pasar a las abogadas y sólo pasará
la actuaria, con lo que no podremos consultar absolutamente nada de nuevo
y la decisión la deberemos tomar según la información que ellos nos
proporcionen. El licenciado nos comunica que en caso de no abordar esta
vez se nos pasará a disposición del ministerio público y se iniciará nuestro
proceso penal. De nuevo nos mienten y nuestras abogadas sí comparecen,
nos informan de las consecuencias del Amparo, y tres de nosotros las
asumimos, sabemos que podemos pasar hasta dos meses en la Estación Migratoria
hasta que se resuelva el Juicio de Amparo. Juan, Silvia y Mar firm amos,
pero a las abogadas no les permiten quedarse y salen pronto. Mientras Jon ya
abordó su avión. De repente, como a los 10 minutos de haber salido
las abogadas, nos hacen recoger nuestras cosas suponiendo que nos
regresaban a la Estación Migratoria, pero advertimos, ante la impasibilidad
del cónsul Gabriel Alou y el canciller español José Antonio Andrés que nos
están dirigiendo hacia una puerta de embarque. Preguntamos y nadie nos
responde. Inquirimos al cónsul sobre lo que estaba sucediendo y obtenemos
como única respuesta : "No sé lo que está pasando. Sólo soy testigo" ("¿Y
si nos apuntaran con una pistola en la sien?"... No dice nada.). Hoy leo el
correo de una compañera que me cuenta lo siguiente:
"otra cosa, el
sábado cuando nos enteramos que habían españoles detenidos (en esos momentos
solo sabía de Silvia y Juan), yo llamé al Cónsul para ver si
tenían conocimiento y que pudieran garantizar vuestros derechos. Ya vi
vuestras declaraciones sobre la visita y no me extraña. Mi plática con él fue
bien fuerte: el cabrón me decía que si no le pedíais protección no podía
actuar y que él no podía meterse en ningún proceso. Le puntualicé que lo que
le pedía era que garantizara vuestra situación juridica y física.-
Más tarde 'le llamé y ya había ido a veros. Le preguntaba cuáles eran las
acusaciones, si ya se había iniciado la extradición, si habíais tenido
abogado, y el güey me dijo que no, "son extranjeros"; le pedí
que presionara para que tuvierais un abogado y me dijo "no me presiones";
por último le pedí que si habían más internacionales y me dijo "no te puedo
dar esos datos"; después me colgó y ya no me agarro el teléfono.
Así que si de alguna forma mi testimonio puede ayudar, ahí me avisas,
porque a ese güey hay que ponerle los pies en la tierra."
Ya ante la
puerta de abordaje el licenciado Reyes dice que si subimos en ese momento nos
vamos sin oficio de expulsión. Una nueva estrategia. Estamos
hartos, cansados y confundidos. Nos negamos rotundamente a subir. Otro
avión que se va sin nosotros. Nos devuelven de nuevo a la oficina de
migración del aeropuerto y entonces empieza el circo.
La Licenciada
Giovanna jefa de la oficina de migración del aeropuerto, afirma acabar de
recibir una orden directa del Ministerio Público para
ponernos inmediatamente a disposición judicial e iniciar el proceso penal.
Apelamos a nuestro Amparo y nos dicen que eso no impide ese proceso. De
repente empiezan a aparecer toda una serie de personajes siniestros
y encorbatados, y en la pequeña sala de 3 por 2 metros en la que nos
tenían recluidos, nos encontramos los tres con 6 o 7 señores amenazándonos
con fianzas de 40 mil pesos, videos, fotos y testimonios dispuestos
a asegurar nuestros destrozos en la vía pública, ataque a policías y
civiles y no sé qué mentiras más. Dándonos a entender que si queríamos jugar,
en qué términos iba a ser el juego.
Nos ofrecen la posibilidad de
agarrar el siguiente avión.
La neta que esta vez sí consiguen
paniquearnos. Hemos tenido la desgracia o la suerte de conocer de cerca
el sistema mexicano, fundamentado en la mordidas y la falsedad. Llevan 5
días engañándonos continuamente. Nos ponen actores que se hacen pasar por
reporteros de la Agencia EFE de España y de la Jornada para
hacernos hablar. Hemos visto en los sótanos de la procuraduría de justicia
de Guadalajara cómo tienen licencia para la tortura. Hemos visto cómo nos
señalaban policías vestidos de civiles acusándonos hasta de
dirigir células durante los disturbios en las calles de Guadalajara. Y
durante 5 días hemos vivido como 20. Cada día nuestra realidad cambiaba
mínimo de dos a tres veces. Las mentiras del licenciado Ayala,
las amenazas de inminente deportación en minutos, días antes de hacerse
real. La escasez de sueño, nos sobrepudieron y no nos sentimos capaces
de enfrentarnos a ningún proceso penal en esas condiciones en un país en
el que como en muchos otros, la verdad y la justicia nada tienen que ver con
la ley.
Decidimos entonces que nos íbamos de una vez. Esta vez le
hacíamos creer por lo menos que les regalábamos la partida. Estábamos
rodeados en esa pequeña sala por los hombres grises, la representación legal
de lo más oscuro de México, y nos sentimos demasiado pequeños para
enfrentarlo. Entendimos que en nuestra expulsión se estaban jugando intereses
y razones mucho más importantes de las que habíamos llegado a imaginar.
Y de repente aparece otro hombrecillo con un libro de leyes para
extranjeros bajo el brazo, y que más tarde sabríamos que era el licenciado
Magdaleno Isla, quien haciendo honor a la profesión, nos pone delante
un papel en blanco para firmar, de nuevo ante la impasibilidad de nuestro
canciller y el resto de licenciados. Ya la cosa se estaba desmadrando,
y finalmente el Coordinador general de Migración dice que nos da como
última oportunidad mañana para irnos.
Estamos agotados; los días se
superponen unos a otros y ya quedamos menos para resistir. Nos
impiden comunicarnos con nuestras abogadas y las amenazas nos siguen
presionando las sienes. Llegamos a la estación migratoria, dulce hogar
después de los dos días que pasamos en el aeropuerto, pero entre los
compañeros que quedamos empiezan a fallar las fuerzas. Conseguimos hablar
con la abogada. Hasta entonces no se nos había informado de la posibilidad
real de pasar a disposición del ministerio público y de que se abriera el
proceso penal contra nosotros. De repente la afirmación de la abogada de esa
posibilidad nos hace flaquear. Nuestra resistencia estaba basada, además
del número de personas que éramos, desde la realidad de la estación
migratoria, y la posibilidad del cambio de realidad, de tener que volver
a enfrentar todo el proceso de interrogatorios y extorsiones nos pareció
medio suicida. Ya le habíamos conocido la colita al monstruo. El nivel de
amenazas, extorsiones y manipulación de la que fuimos víctimas por parte
de meros funcionarios "administrativos". Nos negamos a pasar por el filtro
penal. Estábamos dispuestos a pasar meses en la estación migratoria si era
necesario, pero estaba claro que habíamos sobrepasado el umbral de tolerancia
e incordio. Ya habíamos denunciado al licenciado Ayala (jefe de
la Estación) por agresión física, y nos dejaron claro que ya no iban a
permitir que siguiéramos allí.
Amanecemos de nuevo en la estación
migratoria, hoy Jueves. De nuevo nos impiden comunicarnos, y algunos de
nosotros ya no ven tan clara nuestra persistencia. Cambiamos de opinión cada
media hora. El corazón manda una cosa y otra la razón. Nuestras familias
presionan para que salgamos del país de una vez.
La impotencia y la
rabia nos carcomen las entrañas. Finalmente nos enseñan los oficios de
expulsión por tres años. Algunos no firmamos, otros lo hacemos
bajo protesta y otros bajo protesta y extorsión. Desde entonces apenas
hablamos entre nosotros. La impotencia de no poder hacer frente a un sistema
corrupto que teniéndonos encerrados puede hacer lo que quiera de nosotros.
Aquí está claro que les vale madres la presión. Aún y estando en el punto de
mira de los medios y la sociedad civil, han usado las estrategias más
viles y oscuras, desde la detención ilegal y la violación incesante de
nuestros derechos humanos poniendo en peligro nuestra integridad física
y mental, hasta la confiscación de nuestros documentos sin comprobante
como señala la convención de la ONU de 1990, y la violación del artículo 21
de la constitución mexicana según la cual no pueden detener a nadie por
más de 36 horas por ninguna entidad administrativa. Además se supone que
nunca estuvimos detenidos y l a estación migratoria no es una
cárcel. Nuestra pregunta es: ¿qué será entonces de los 44 compañeros que
ora sí ya se tienen por detenidos, en qué condiciones pasarán las horas más
hermosas de su juventud sólo por encontrarse a la hora equivocada en el
momento equivocado en el que a un pinche granadero le dio por señalar y
escoger, como fue en nuestro propio caso, entre el azar y la
vestimenta?
Todavía seguimos sin hablar. Ya se elevó el avión y a mí
ya no me quedan más lágrimas. Trato de exorcizar la rabia y la impotencia con
la tinta. Nos sentimos desertores más que expulsados. Ya no nos
duele abandonar el país sobre el que habíamos volcado tantos de nuestros
sueños, sino abandonar a los que siguen recluidos en Guadalajara y con todos
sus procesos pendientes. Son demasiadas cosas en pocos días y nunca más de
media hora para tomar determinaciones fundamentales. La desinformación y la
incomunicación han sido nuestros mayores enemigos. Y en algún
momento sentimos que ya nunca podríamos volver a pisar las calles del DF.
El recuerdo de Pavel nos asaltaba a cada poco junto a la advertencia desde lo
alto de no seguir jugando.
¿Qué hacer? Yo ahora mismo siento que me
equivoqué firmando el pinche desistimiento. De hecho nunca estuve
convencida, pero ya nunca lo sabré. Pero desde la estación migratoria o desde
el otro lado del océano, nuestros corazones siguen anclados a todos
los rostros con los que nos tocó compartir el infierno de los sótanos de
Guadalajara. Y si la palabra es un arma, la usaremos para hacer llegar a
todos los rincones de la península y el mundo nuestra denuncia. Que no nos
achiquen la voz, y si nosotros también conseguimos ser su pesadilla un rato
desde dentro, que desde fuera no nos pueda la desidia y la desmemoria para
denunciar desde cada esquina del mundo la vigencia de la tortura en los
presidios y la impunidad de la que gozan los cuerpos de policía en todo
el mundo para ejercerla y reventar cabezas de niñas de 20 años y 40
kilos.
Hoy recibí un correo de un amigo que tiene contactos directos
con ciertas estructuras debido a la posición que le otorga su trabajo, me
dice (copio directamente del mensaje): "Alguien que sabe mucho de estos
asuntos me ha sugerido que te diga que si quieres regresar sin problemas
pronto a México lo mejor es que no hagas declaraciones en España contra el
Gobierno Federal Mexicano, ni a medios españoles ni de mi país,
porque todo eso se archiva acá y puede ser usado para impedirte o
complicarte el reingreso".
Nos quedan la rabia y los sueños, compañeros.
Nos quedan la memoria y las ganas. Y somos muchos. Somos tantas voces
gritando al unísono que desde sus inteligencias mutiladas por el sistema se
creen que bastará un océano para que se nos deje de escuchar. Pero no
saben que la rabia es un torrente que se crece y desborda cuando se le ha
intentado retener en una presa.
Y así seran nuestras voces, nuestras
acciones, nuestras manos tendidas como un puente interoceánico para
acariciar los rostros heridos de nuestros compañeros, secar las lágrimas en
las noches injustas de presidio, en la negación del abrazo.
Aquí
estamos y desde aquí seguimos, y no van a cerrarnos la boca y cada vez somos
más para impedir que la impunidad vuelva a esconderse bajo el asfalto como
la vergüenza y lo más repugnante de la especie humana bajo los sótanos
húmedos y asfixiantes de ninguna ciudad.
Ora exigimos la inmediata
libertad sin cargos de las 32 personas que siguen detenidas y que se a
los internacionales deportados se nos retire la sanción que nos prohibe
entrar al país en los próximos
tres años.
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