Historias que se repiten Gran feria de la prostitución y la lujuria
	LINO ORAMAS

El portaaviones más grande del mundo —333 metros de largo y una altura equivalente a un edificio de 20 pisos—, el USS Ronald Reagan (CVN 76) junto a los buques que integran su grupo de batalla: el crucero USS Thomas Gates, el destructor USS Benfold y el buque petrolero USS Camden, andan en una larga travesía desde la costa Atlántica norteamericana hasta su puerto base, en San Diego, California, en el litoral Oeste, adonde llegarán a fines de julio.

La imagen quedó como símbolo de una oprobiosa época que los cubanos borraron para siempre de su entorno.

Como una pacífica misión con tintes de atracción turística transcurre lo que a la vista se quiere presentar como un simple traslado de base de operaciones de un navío diseñado para llevar en sus entrañas a 6000 marines y capaz de servir de pista flotante para decenas de aviones y helicópteros de combate. Pareciera por fin un acontecimiento de calma en medio de la tormenta de violencia y caos acrecentados con las acciones agresivas lideradas por Estados Unidos en diversas latitudes, donde su moderna maquinaria bélica sirve al propósito de imponer la hegemonía mundial y el fundamentalismo ideológico.

Al margen van quedando los puntos más comprometedores para la imagen pública de la controvertida gira que de paso realizan por algunos países latinoamericanos los flamantes "representantes diplomáticos" a bordo del engendro.

Ahora el "¿crucero turístico?" acaba de salir de Valparaíso, en Chile —con rumbo al puerto peruano del Callao, donde realizará ejercicios con la Armada del Perú, aprovechando la oportunidad de la Operación Unitas en la zona, según comenta el cotidiano La Tercera, en su edición en Internet—; a juzgar por las publicaciones locales las expectativas de la visita fueron sobrecumplidas.

En las fachadas de los hoteles, las banderas de Estados Unidos daban la impresión de legitimar una operación que el oficial Ian Gumbs, de la división de armas, resumió —y publicó un periódico local—, en cinco palabras: "Lindas mujeres y buenos vinos". En la ventana, la evidencia de lo que acontecía.

Una salva de 21 cañonazos saludó el pasado día 25 el arribo de los marinos, mientras un reforzado contingente de la policía de Carabineros vigilaba los lugares de diversión, decía un despacho de la agencia AFP, que describía en estos términos el momento:

"Vamos a gozar la libertad y a tomar vino chileno", anticipó el segundo comandante del portaaviones, Andrés Brugal, mientras los marinos desembarcaban de las lanchas provenientes de la embarcación de 5000 millones de dólares, que fue anclada a 3 km del puerto.

"Les hemos avisado a todos que se porten bien, porque son embajadores de Estados Unidos", expresó el alto oficial de origen cubano, en conversación con la prensa tras la larga travesía.

La canciller chilena Soledad Alvear, entretanto, llamó a los habitantes de Valparaíso a cuidar la imagen del país.

"Yo creo que uno debe cuidar siempre y en todos los ámbitos lo que Chile significa. Chile es un país serio", dijo, al destacar el honor que significa para Chile la visita del portaaviones más grande del mundo.

Unas 1 500 prostitutas chilenas y trabajadoras sexuales argentinas, brasileñas, bolivianas, peruanas y colombianas se aprontan a atender a sus eventuales clientes, que permanecerán hasta el martes en el principal puerto chileno.

El Ministerio de Salud dispuso la distribución de unos 10 000 condones entre las prostitutas de Valparaíso, junto con la entrega de folletos bilingües en los que se explica cómo usar el preservativo.

Para los turistas, el gran atractivo es observar la gigantesca envergadura de la embarcación, que tiene una eslora (largo) equivalente a tres canchas de fútbol (333 metros), una altura equivalente a un edificio de 20 pisos sobre el nivel del agua y una plataforma para aterrizaje de aviones de 18 211 metros cuadrados.

Pero la atención de la Policía está centrada en el comportamiento de los marinos, entre los que figuran unas 600 mujeres que desembarcaron en los sucesivos viajes de las lanchas dispuestas para la operación.

Mientras tanto, grupos moralistas de diversos credos asedian en tierra a los navegantes, que sólo esperan divertirse tras las extenuantes misiones navales.

"¿Cuál es el costo que vamos a tener que pagar?", se preguntó el pastor evangélico Michael Caroca, mientras anunciaba que los fieles de su iglesia entregarán "un mensaje evangélico" a los marinos estadounidenses.

El pastor se quejó de la llegada de los "marines" por la eventual "prostitución infantil y el caos" que puede producir en la población. "Hay un desenfreno total, los marinos hacen lo que quieren aquí en nuestra ciudad", aseguró.

Cumplidas ya las agotadoras faenas, la Cámara de Comercio y la Producción de Valparaíso calificó la visita del portaaviones como un "éxito comercial", por las cuantiosas ganancias que representó para el sector turístico, incluido lo que generó en actividades consideradas "secundarias" que realizaron los marines como visitas a clubes nocturnos, casinos y el comercio sexual en general, explicaron —según la agencia ANSA— empresarios vinculados al rubro de la diversión.

Una dueña de un hospedaje a la que los norteamericanos bautizaron como "Mama suit", regocijada por las ganancias obtenidas, contó para uno de los reportajes publicados en estos días: "La pieza vale seis mil pesos y el encuentro íntimo con la chica 50 mil".

La influyente iglesia católica protestó por la connotación "lujuriosa" que se le dio a la visita debido a que el comercio sexual se incrementó durante los cuatro días de estadía de la nave.

Más que el escenario, son los hechos los que llaman la atención por lo frescas que están aún las infundadas y calumniosas acusaciones del Departamento de Estado norteamericano de que Cuba es un destino del turismo sexual y que en la Isla se toleran los abusos sexuales a niños y niñas, y también porque la reciente orgía que relatan con amplitud y en detalles los medios de prensa chilenos recuerdan a los cubanos una época de ofensas, excesos y atropellos en nombre de una pretendida cordialidad basada en la docilidad de los gobernantes locales.

Aún mantienen su presencia contra la voluntad de este pueblo en la Base Naval de Guantánamo —tan de moda en estos días por las torturas y otras vejaciones a los prisioneros tras la invasión de Afganistán— y la imagen del marine que llegado también a La Habana en viaje de placer, pero el 11 de marzo de 1949, profanó la estatua de nuestro Héroe Nacional, José Martí, permanece como símbolo del desdén yanki hacia nuestro pueblo.

Difícilmente a estas alturas haya alguien en América Latina que ignore las andanzas de los uniformados de Estados Unidos en sus respectivas "misiones" a lo largo de todo el mundo. Sin embargo, al influjo de la propaganda respondieron las prostitutas, algunas consideradas como estrenadas en el oficio, numerosos periodistas y centenares de turistas.

Así decía un párrafo de uno de los reportajes publicados en un periódico local: Y no es para menos. Matthew la llevó a cenar, a bailar y al final de la jornada con tintes hasta románticos incluso intercambiaron correos electrónicos. "No pensé que me fuera a dar pena su partida", reconoce melancólica, aunque sonriente por los 300 mil pesos (460,20 dólares) que le dejó el "pololeo" con el marino gringo.

La prensa de derecha —que valoró el suceso entre los más relevantes acontecidos en el país en los últimos tiempos— se cuidó de difundir los juicios de instituciones y personalidades, entre quienes se halla el del diputado oficialista Guido Giraldi, que criticaron la escandalosa presencia. En una manifestación de repudio junto a un grupo de porteños dijo Giraldi: "Este barco no es Disneylandia, parece que lo fuera pero no lo es. Es un barco de la muerte, es un barco de la guerra y miles y miles de niños han muerto como consecuencia de bombas y misiles que han sido lanzados de barcos como este".

Entre las señales de alarma —las de menor eco en los medios impresos y sus versiones en Internet— también se sintieron las de representantes de la iglesia católica: "Este gran navío me parece estupendo como logro de la técnica, pero lo que me parece muy mal es que esta visita de marines sea presentada como una gran feria de la prostitución y de la lujuria, porque la mujer chilena no es para tratarla como un estropajo y después pagarle unos cuantos dólares", afirmó el cardenal de Valparaíso, Jorge Medina.

Mientras el pastor evangélico Michael Caroca dijo que el alto costo que deberá pagar el país en términos de "prostitución, de enseñanza a nuestras niñas y de caos no puede ser compensado por todo el dinero del mundo".

Lástima que en Washington, los que se dicen abanderados de los valores y las virtudes humanas estén tan ocupados en sus injuriosas campañas, que no puedan dedicarse a seguir la pista de sus "embajadores" por el mundo.

¿O será acaso que el informe aludido contra Cuba es una represalia más de las que está acostumbrado a imponer el Gobierno de Estados Unidos porque aquí se les cortó la posibilidad de promover oficialmente —bajo su propia bandera y todo lo demás incluido— los vicios y "placeres" a que son arrastradas infelices mujeres que no tienen otra fuente de sustento?

Saludos Revolucionarios

Lealtad