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De: lealtad  (Mensaje original) Enviado: 20/07/2004 19:30

El odio los cría y la FNCA los junta

FELIX LOPEZ

Hasta el Diablo tiene derecho a molestarse con esta analogía que se me antoja alrededor de Luis Posada Carriles y sus correligionarios de Miami. Ni al más malvado personaje de los textos bíblicos —"dueño del mal en el más allá"—, se le ocurriría las atrocidades que los enemigos de la Revolución cubana han planeado y realizado en las últimas cuatro décadas.

Difícil, y hasta risible, es hacer creer que el criminal apresado en Panamá ha llevado su vida de topo-activa-bombas al margen de los capos de la mafia anticubana, la CIA y el gobierno de los Estados Unidos. Todo lo contrario. De ellos nació y a sus causas se debe. Veamos qué los relaciona.

CONEXION BACARDI

En la segunda mitad de 1960, el zar de la Compañía Bacardí, José Pepín Bosch, decidió bombardear las refinerías de petróleo nacionalizadas por la Revolución: soñaba que dejando a Cuba en tinieblas se crearía un estado subversivo nacional (1). La idea, tragos incluidos, reunió en torno a su negocio político a una recua de contrarrevolucionarios, resentidos y explotadores.

Para cumplir su objetivo, Pepín compró un viejo avión B-26 que fue situado en Costa Rica en espera de la señal de despegue. Todo estaba listo, incluidos los dos cohetes facilitados por la dictadura brasileña, cuando un "indiscreto" periodista del The New York Times llevó la denuncia a las páginas de su diario. Al gobierno de San José, descubierta su complicidad, no le quedó otro remedio que mandar a retirar el bombardero.

Después sobrevino la debacle de la brigada mercenaria 2506, bochorno moral y político que todavía les duele... Y el cabeza pensante de la Bacardí, molesto por la derrota y el dinero perdido, se dio a la tarea de reorganizar a la contrarrevolución y planear una segunda invasión a la Isla. Fue así como nació, a inicios de 1964, la Representación Cubana en el Exilio (RECE).

Recordemos quiénes la dirigieron: el jefe militar era Erneido Oliva, ex oficial batistiano, hombre de confianza de la CIA y segundo al mando de la brigada 2506. Al ser llamado a "filas", llevaba ocho meses preparándose en Fort Benning, base de la CIA especializada en cursos de propaganda, acciones encubiertas, comunicaciones, espionaje y operaciones clandestinas (2).

Como responsable político fue nombrado Ernesto Freire, mano derecha de William Donovan, uno de los principales organizadores de los Servicios de Inteligencia estadounidenses y el hombre encargado de negociar con el Gobierno cubano uno de los más famosos canjes de prisioneros de la historia: mercenarios por compotas.

Otro que ascendió a la cúpula terrorista, a pesar de no haber sido elegido en el "referendo" orquestado por Pepín, fue Jorge Mas Canosa, un casi desconocido dirigente estudiantil del Movimiento Demócrata Cristiano. Había participado en la invasión por Playa Girón, aunque nunca quedó bien claro el porqué no desembarcó ni combatió. Lo cierto es que a la velocidad de un rayo se convirtió en responsable de publicaciones y relaciones públicas de la mencionada organización contrarrevolucionaria.

Poco tiempo después, Mas Canosa, apoyado por Tony Calatayud (destacado activista militar y terrorista), hizo sus "trampitas" al jefe del clan Bacardí y terminó liderando la RECE, convirtiéndola "en uno de los grupos más fuertes de la época" (3). En este caso, más fuerte quiere decir más agresivo, beligerante y criminal.

En su actividad de "relaciones públicas", Mas Canosa decidió quién sería el "insustituible" jefe de operaciones de la RECE: Luis Posada Carriles, que entonces no tenía tantos nombres, ni tantos pasaportes, pero ya había pasado su correspondiente curso de asesino en Fort Benning, lugar donde ingresaron los dos en 1963, confiados de que Kennedy no demoraría una segunda invasión.

Como las órdenes nunca llegaron, Mas Canosa y Posada dejaron el ejército, y comenzaron su propia guerra. El primero (y más joven de los dos) emergió como cara pública del Miami anticubano. Se convirtió en empresario y construyó una turbia fortuna que se calcula excedió los 100 millones de dólares. Dinero suficiente para cortejar a presidentes y políticos (Reagan, Busch y Clinton) y cabildear en el Congreso y la Casa Blanca para que endurecieran su posición hacia Cuba.

Posada, siniestro al fin, se convirtió en el líder del ala militar, conspirando a la sombra y asociándose con funcionarios de inteligencia, militantes anticubanos y gangsters. De su actitud ética opinaría años después Ramón Font, uno de sus subordinados en los mercenarios Comandos L: "Posada trabaja dondequiera..., porque no tiene ideología, sino una sola meta: acabar con Castro".

Ahora, entre los tantos desclasificados del Gobierno de los Estados Unidos, hay varias pruebas del constante financiamiento de Mas Canosa a las actividades terroristas de Posada Carriles. Una de ellas, es un memorándum del FBI que revela cómo la CIA entregó a Mas Canosa cinco mil dólares para que los hiciera llegar a Posada Carriles. ¿El destino? Cubrir los gastos del sabotaje a un barco cubano en el puerto de Veracruz (4). Pero del dinero seguiremos hablando más adelante...

CONEXION ORLANDO BOSCH

Tratando de atraer el voto de los sectores anticubanos de Miami, en 1976, el presidente Gerald Ford buscó dos nuevos blancos en Cuba: la solidaridad con el movimiento independentista puertorriqueño y la contienda internacionalista en Angola. La mafia volvió a desaforarse, y la CIA (deseosa de no perder el control) la presionó para que se reunieran en República Dominicana.

De ese encuentro nació (otro mal parto) la Coordinadora de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU). Para dirigirla, ¿eligieron? a Orlando Bosch, entonces asesor de la tenebrosa policía política chilena DINA. A la hora de brindar por el éxito del nuevo club terrorista, entre quienes chocaron copas se encontraba su amigo Luis Posada Carriles.

Días después de aquel encuentro, en agosto de 1976, CORU tenía su bautismo de sangre: una bomba destrozaba el vehículo donde viajaba el ex canciller chileno Orlando Letelier y su secretaria estadounidense. El hecho había ocurrido en una céntrica avenida de Washington, pero las investigaciones posteriores conducían a varios exiliados cubanos en Miami, todos operando para la CIA y la DINA chilena.

El seis de octubre, todavía calientes los hierros retorcidos del automóvil donde murió Letelier, Posada y Bosch hicieron estallar en pleno vuelo un avión cubano. Frente a las costas de Barbados, la contrarrevolución dejaba la más repugnante huella de sus actividades terroristas contra el pueblo cubano.

Años después, vanagloriándose de su expediente criminal, Posada contó a dos periodistas del The New York Times: "La CIA nos lo enseñó todo..., cómo usar explosivos, cómo matar, hacer bombas... Nos entrenaron en actos de sabotaje. Cuando los cubanos trabajábamos para la CIA nos llamaban `patriotas'. Ahora nos llaman terroristas. Los tiempos han cambiado" (5).

CONEXION CENTROAMERICANA

En agosto de 1985, después que Mas Canosa pagara 28 600 dólares en sobornos, Posada Carriles huyó de una cárcel venezolana. En su autobiografía (The ways of the warrior/Los caminos del guerrero) detalla cómo aterrizó directamente en Ilopango: "Félix Rodríguez, alias Max Gómez, compañero mío de la brigada (2506), sin que yo lo sepa me está esperando en una pista militar en territorio salvadoreño" (6).

Pero leamos qué escribió Posada sobre su presencia en Ilopango: "Tomé parte en las operaciones de suministros que, desde El Salvador, con viajes casi diarios a Nicaragua, realizaban las Fuerzas Aéreas de Suministros, financiadas y dirigidas desde Washington por el teniente coronel Oliver North".

"Un grupo de Miami, gente muy calificada, entre los que están Jorge Mas Canosa, Feliciano Foyo, Pepe Hernández y otros, han hecho un `pull' para solventar mis necesidades económicas (...) Me asignan una cantidad de dinero suficiente que me llega regularmente todos los meses". Mientras participa en la cruzada anticomunista de Reagan, vuelve a salir el dinero sucio de sus socios.

Pero el "ex ayudante de Oliver North" no tardó en regresar al submundo invisible de actividades clandestinas, intrigas políticas y asesinatos. En 1988 abandonó su puesto de asesor del presidente salvadoreño José Napoleón Duarte y se fue tras la silla de Vinicio Cerezo, quien lo nombró, confidencialmente, ayudante de seguridad de la presidencia guatemalteca. De allí fue corrido a tiros por alguno de sus enemigos.

En 1990, volvía a asomar la cabeza por Honduras, país donde se frustra, una vez más, el plan de volar un barco cubano. Cuatro años después, durante la Cumbre Iberoamericana de Cartagena, Fidel se escapa de la mira telescópica. Falla otro plan de asesinato. Se pierden los 50 000 dólares enviados por la FNCA para financiar la operación de Colombia.

A partir de ese momento, desesperado, se dedicó a reclutar mercenarios en Guatemala y El Salvador. La historia de las bombas contra instalaciones turísticas cubanas es harto conocida. Más recientemente, antes de su detención en Panamá, un cable de la agencia AFP, fechado en Managua, daba cuenta de dos entradas seguidas en ese país. Hasta el más novato investigador descubriría los motivos.

CONEXION FNCA

"Los idealizados paisajes cubanos que pinta Luis Posada Carriles no se parecen en nada al mundo que él habita: un mundo de conspiraciones para matar a Fidel Castro, poner bombas en sus hoteles y volar sus barcos". Así describieron dos periodistas de la Florida las pinturas que el terrorista vende a sus amigos de Miami por 200 o 300 dólares: "precios patrióticos", dicen con cinismo...

Pero no son esos ingresos, precisamente, los que sufragan sus crímenes. Tampoco le alcanzaría con lo que cobra como asesor de "empresarios", entrenador de guardaespaldas, vendedor de armas o de falsos habanos Cohiba. El dinero gordo, el de las bombas, le ha llegado siempre desde Miami.

En la mencionada entrevista del The New York Times, el propio Posada confesó: "Jorge (Mas Canosa) lo controlaba todo. Cuando yo necesitaba dinero, él decía que me mandaran 5 mil, 10 mil o 15 mil, y me los mandaban". Calcula que a través de los años Mas Canosa le mandó más de 200 000 dólares. "Siempre, aclaró, llegaba con un mensaje: Esto es para la iglesia".

La histórica conexión con la FNCA no se fue con Mas Canosa a la tumba. La siguieron otros: en 1997, cuando Posada Carriles preparó, desde El Salvador, los atentados contra las instalaciones turísticas en La Habana, la señora Clara María del Valle (accionista de la Bacardí, hija de otro mercenario de la 2506 y vicepresidenta de la FNCA) ideó y firmó una carta de apoyo en respaldo de las bombas. Que es decir en aprobación del crimen.

Esa proclama, elogiosa del "buen trabajo" de Posada Carriles, también lleva la firma de uno de sus grandes admiradores y amigos: Ignacio Sánchez, otro de los directores de la Fundación, abogado de Bacardí y redactor de una ley que no tardó en convertirse en una nueva y superior modalidad del terrorismo: la Helms-Burton.

Nada de lo que aquí se recuerda es secreto. Es información manoseada, empolvada en los archivos, publicada una y otra vez desde diferentes puntos de vista. Solo que a veces es necesario reciclarla y ponerla al servicio de los desmemoriados, de los que se "desayunaron" por estos días con la presencia de Posada Carriles en El Salvador, y de los que se asombran de las conexiones entre tanta gente mala.

Su posibilidad de subsistencia está a la vista de todos: el odio los cría y la FNCA los junta.

Notas:

(1) Del libro "El exilio indomable", que escribió Alvaro Vargas Llosa por encargo y financiamiento de la FNCA. España-Calpe, Madrid, 1998.

(2) En "Ron Bacardí: la guerra oculta", de Hernando Calvo Ospina. Editora Abril, La Habana, 2000.

(3) En "Cuba en guerra: historia de la oposición anticastrista", de Enrique Encinosa. Miami, 1995.

(4) "The Last Investigation", de Geaton Fronzi, quien ha trabajado como investigador para comisiones especiales del Congreso de Estados Unidos.

(5) "Eramos patriotas, ahora terroristas", de Ann Louise Bardach y Larry Rohter, en The New York Times, 8 de julio de 1988.

(6) Félix Rodríguez, agente de la CIA, implicado en la captura y el asesinato del Che Guevara en Bolivia; veterano de la agresión a Viet Nam, es un íntimo amigo del ex presidente Bush (padre del nuevo "cacique"). Hoy vive en Miami y entra y sale del edificio de la FNCA como si fuera su propia casa.

Saludos Revolucionarios

Lealtad



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