El viernes, estaba por Caballito. Me encaminaba hacia la estación del ferrocarril cuando pasé por delante del comercio de Toto.
Atraído por un discurso de Fidel que salía hacia la vereda, y por algunas fotos y carteles en la vidriera, entré y lo pude conocer a él y a su esposa. ¿Quién es acá el Fidelista? pregunté.
En el libro "Cuba existe. Es socialista y no está en coma" Rodolfo Livingston le dedica un espacio a este argentino que colabora hace muchos años con Revolución cubana junto a su mujer y más gente solidaria.
A partir de su intención de donar sangre, estando en Cuba, debido al ataque que sufrieron unos soldados cubanos por parte de unos delincuentes que querían abandonar la Isla ilegalmente, el Toto comenzó a hacerse de muchísimos amigos, gente agradecida por su noble gesto. Estos son unos párrafos aislados que vuelca el escritor sobre su persona:
Hace pocos días me enteré de un caso muy interesante ocurrido en Cuba y generado por un turista argentino. Esa persona está aquí hoy, en este salón, le dicen Toto, y su nombre es Eladio González; su mujer, Irene. (...)
Al enterarse de la situación por la que atravesaba Rolando, peleando por su vida en el Hospital Naval, tuvo un impulso: decidió donar sangre; trepó a uno de los taxis estacionados en la puerta del Hotel. Cuando el taxista se enteró del motivo del viaje, se negó a cobrarle, y al llegar al Hospital le dijo: "Yo me voy a quedar aquí todo el tiempo que usted precise". El Toto fue atendido por la Jefa de Hemoterapia, quien le preguntó por su grupo sanguíneo. El contestó, orgulloso: "RH negativo, convencido de que este grupo sanguíneo era muy codiciado en los hospitales por ser difícil de conseguir. La doctora entonces abrió dos heladeras de sangre repletas de RH negativo y se negó amablemente a aceptar la donación. En Cuba no se interrumpen los programas de TV por la noche como ocurre aquí, pidiendo sangre cada dos por tres. (...)
Pero el Toto quería dejar algo suyo en Cuba; se quedó dando vueltas por el Hospital como un león encerrado, quería dar su sangre, se la habían rechazado. Escribió, entonces, una nota en un papel y pidió que se la entregaran al padre de Rolando. Un periodista recogió esa pequeña carta y poco después fue publicada en el periódico "Trabajadores".
Al día siguiente de su frustrada donación de sangre, el Toto viajó a Buenos Aires y a los veinticinco días, más o menos, que es lo que demoran en llegar las cartas desde Cuba a la Argentina, empezó a recibir cartas, cartas y cartas; ya va por la carta 214, y siguen llegando más y más cartas. El las contesta todas. (...)
El Toto fue un embajador: el Toto, a esta altura, debo decirlo, es un agente, lo voy a denunciar públicamente, es un agente de la multiplicación de los afectos, es un peligroso agente multiplicador de la solidaridad, y yo voy a ser un multiplicador del Toto, porque todas estas listas y estas cartas las voy a seguir multiplicando.
Más adelante expondré algunas cartas más, escogidas al azar, de los amigos que cosechó el Toto en Cuba.
Acá va una como muestra:
"Cuando vuelvas a pisar suelo cubano, en este domicilio te espera un hijo que quiere conocer a su padre nuevo. Viejo, me alegro muchísimo de que confíes tanto en este pueblo que trabaja de sol a sol y que prefiere tanto estas palmas, este cielo, esta tierra, y sobre todo cada despertar y cada minuto de historia y de sacrificio por perfeccionar esta obra. Tenemos lo que teníamos que tener. Lo dijo Guillén. "
Vladimir de Latorre Morín.
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)