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De: matilda  (Mensaje original) Enviado: 24/08/2004 21:48
Alianza de minorías en Estados Unidos
David Bacon

OAKLAND, CALIFORNIA.–Para el presidente George W. Bush, la única
alternativa que tienen los mexicanos para evitar el mortal cruce de
la frontera es convertirse en trabajadores "huéspedes": jornaleros
con contratos temporales. Los migrantes que ya viven en Estados
Unidos, aunque sin visa, entre 8 y 14 millones, deben hacer lo mismo
si quieren obtener la residencia.

Si bien esta propuesta es una más de las lanzadas al Congreso (no ha
sido presentada formalmente), todas las demás que buscan reformar la
legislación migratoria de Estados Unidos incluyen alguna propuesta de
contratos temporales. Todas menos una.

En marzo pasado, la legisladora por Houston, Sheila Jackson, presentó
la iniciativa más amplia propuesta hasta ahora. Esta iniciativa no
sólo prescinde de la propuesta de trabajo temporal, sino que se burla
de la idea misma, particularmente del enfoque de Bush, diciendo que
es un "programa en el que el planeta tierra es plano".

En vez de ello, Jackson propone legalizar a los indocumentados que
hayan vivido cinco años continuos en Estados Unidos, tengan una
comprensión básica del inglés y de la cultura estadunidense, y no
presenten antecedentes penales. "Estos son individuos trabajadores,
que pagan impuestos", dice. "Mi sistema les daría la residencia legal
permanente."

Bush propone que los inmigrantes entren a Estados Unidos por tres o
seis años y que después se vayan. "Pero la gente es humana", explica
la legisladora. "Pueden haberse casado, invertido o tratado de
comprar una casa. Pueden tener hijos y raíces aquí. Es difícil
imaginar que una persona con un pase de tres años se vaya
voluntariamente, sobre todo si vivía una situación opresiva en su
lugar de origen."

La iniciativa de Jackson es única por otra razón. La apoyan nueve
miembros del Grupo Afroamericano en el Congreso, incluidos la
californiana Barbara Lee y el legislador por Michigan, John Conyers.

Empatía afroamericana

Por muchos años, este grupo se ha centrado en otras áreas de la
política social –diseña un presupuesto federal alternativo para dar
prioridad a metas sociales, por ejemplo, la eliminación de la
pobreza, la reducción del gasto militar y la protección de los
servicios y beneficios sociales– y esta es la primera vez que ha
tomado una posición proactiva ante la inmigración.

Jackson pone énfasis en destacar que la iniciativa no sólo es una
propuesta afroamericana. Pero su voz carga, con todo, una nota de
orgullo al referirse a sus compañeros como "la conciencia de Estados
Unidos, la conciencia del Congreso."

Bill Fletcher, presidente del Foro TransAfrica y ex director de
Educación de la AFL-CIO (Federación Estadunidense del
Trabajo-Congreso de Organizaciones Industriales, por sus siglas en
inglés), rechaza que la cambiante composición demográfica de la
población no sea asunto de los afroamericanos.

Recuerda el tiempo en que los políticos liberales reaccionaron a las
críticas vertidas por líderes afroamericanos, que condenaron la
guerra de Vietnam o la pobreza generalizada en Estados Unidos
arguyendo que deberían limitar sus preocupaciones a los derechos
civiles en el Sur. "No queremos solamente reaccionar a los cambios
demográficos", afirma. "Como afroamericanos, decimos que también
podemos contribuir en este debate."

Hoy, un creciente número de activistas sindicales y por los derechos
de los inmigrantes y de políticos afroamericanos ven un parecido
entre la negación de los derechos civiles que sufren los
afroamericanos y el estatus de segunda clase que se da a los
inmigrantes latinoamericanos. Jackson también observa esa situación.

"Yo tuve los beneficios de las enmiendas 13, 14 y 15 de la Ley de
Derechos Civiles de 1964, y de la Ley de Derechos de Votación de
1965, además de la orden ejecutiva firmada por Richard Nixon sobre
discriminación positiva. Sin ellas, nunca hubiera visto el interior
del Congreso", declara.

"El trabajo por los derechos de las minorías es incompleto. Sin
embargo, alguien reconoció que las leyes de Estados Unidos se rompían
en lo relativo a los afroamericanos y que teníamos que arreglarlas.
Ahora tenemos que arreglar otras leyes para poner fin a la
discriminación contra los inmigrantes."

Leyes laborales "injustas"

La iniciativa Jackson, conocida también como HR-3918, prohíbe la
discriminación basada en el estatus migratorio y tipifica como
práctica laboral "injusta" que un patrón amenace a sus trabajadores
con la deportación si éstos exigen sus derechos laborales. También
urge al secretario del Trabajo a que conduzca una investigación para
determinar el grado de explotación de los indocumentados.

La legisladora también se opone a los programas de trabajo temporal
porque hace inevitable el estatus de segunda clase para los
trabajadores, que no pueden exigir derechos laborales o usar
beneficios sociales.

Fletcher está de acuerdo, y responde a quienes aseguran que la
legislación que norma los programas de empleo temporal protege los
derechos laborales de los migrantes: "Vengo de Missouri:
¡demuéstrenme que en la vida real es posible proteger sus derechos,
yo todavía no lo veo!"

Según Jackson, el estatus temporal fomenta el abuso, además de que
tiene un alto costo social. "¿Quién paga su vivienda y sus servicios
de salud? ¿Pagan Seguro Social o se les niegan esos beneficios? ¿Qué
derechos tienen en realidad?"

El costo social de los programas de trabajadores huéspedes puede
influir en el empleo y salarios de otros trabajadores. Aquí Jackson y
Fletcher entran en un campo político minado, porque la percepción de
que los afroamericanos y los inmigrantes, especialmente los latinos,
compiten por los mismos empleos está muy extendida.

"Existe la creencia de que el número de inmigrantes tiene un impacto
en otros. Nos han hecho creer que un grupo sabotea al otro, eso es
absolutamente falso", afirma la legisladora, quien aboga por una
unidad interracial y acusa a Bush de jugar con estos grupos,
enfrentándolos entre sí.

A mediados de junio, Bush se convirtió en el primer candidato
presidencial en negarse a comparecer ante una convención de la
Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color (NAACP, por
sus siglas en inglés). Esa misma semana promovió su propuesta de
trabajo temporal mediante una videoconferencia para la Liga de
Ciudadanos Latino Estadunidenses Unidos (LULAC, por sus siglas en
inglés). En español, dijo: "El sueño americano es para todos."

Mercado laboral racial

"Si los afroamericanos se estuvieran moviendo de los puestos
laborales bajos a los altos no habría razones para temer", explica
Fletcher, "pero no es el caso". Las investigaciones muestran un
patrón de discriminación contra trabajadores afroamericanos en
algunas industrias que emplean un gran número de inmigrantes, como el
montaje electrónico o la producción de semiconductores.

Los conserjes afroamericanos y trabajadores de hoteles de Los Angeles
vieron caer en los ochenta su participación en el mercado laboral,
mientras los patrones los remplazaban con inmigrantes y esperaban que
éstos aceptaran salarios menores. Los contratos colectivos fueron
soslayados.

Pero los empleadores hicieron un cálculo equivocado. Los migrantes de
México y Centroamérica se convirtieron en la espina dorsal de nuevos
esfuerzos de sindicalización que impulsaban incrementos de salarios.

El cambio en la composición demográfica se notó en los espacios de
trabajo, aunque éste se dio durante un periodo de cierre masivo de
plantas, que eliminaron los empleos de cientos de miles de
afroamericanos y chicanos en industrias con sindicato. En las décadas
de la posguerra, esos trabajadores rompieron la línea de color;
habían pasado su vida en molinos de hierro y plantas de montaje, y
habían conseguido un nivel de vida suficientemente alto como para
mantener estables familias y comunidades.

En el crecimiento de los servicios y de la industria de alta
tecnología, en los ochenta, los trabajadores desplazados fueron un
anatema. Los patrones decían que eran demasiado viejos e
identificaban su raza con la militancia sindical, según la socióloga
Patricia Fernández Kelly.

Hoy, estas corporaciones reconocen que necesitan mano de obra y
promueven a los trabajadores temporales como solución. Fletcher
argumenta: "Sí hay gente en comunidades destruidas porque las
industrias que los empleaban se fueron y a unas cuantas millas hay
escasez de trabajo. La gente desplazada debería llenar el vacío. En
vez, escuchamos propuestas sobre trabajadores huéspedes".

Dar a los patrones la capacidad para contratar miles de trabajadores
temporales les permite agudizar la competencia por empleos en
industrias en donde los trabajadores buscan organizar sindicatos,
pugnan por aumentar los salarios o desafían viejos patrones de
discriminación.

La iniciativa de Jackson trata de equilibrar estos intereses. Para
los ciudadanos estadunidenses y residentes propone capacitación y
programas de empleo financiados con cuotas pagadas por inmigrantes
indocumentados que soliciten su legalización. Para los inmigrantes,
además de la legalización, propone prohibir la discriminación basada
en el estatus migratorio.

Pobreza, guerra y migración
 
Los empleadores, dice, deberían presionar por la legalización en
lugar de los trabajadores huéspedes. "Eso le daría a la industria una
fuente de trabajadores entre los residentes permanentes legales o
aquellos que buscan ese estatus. La mayor parte del trabajo no es
cíclico: los restaurantes no cierran en otoño. Necesitan gente con
trabajos permanentes".

Con o sin programas temporales, la migración hacia Estados Unidos y
otros países industrializados es una realidad. Más de 130 millones de
personas viven fuera de sus países. ¿Qué estatus y derechos tienen?
Jackson reconoce que la política exterior y de comercio de su país,
al expandir la pobreza o la guerra, muchas veces genera las
condiciones para que la gente migre.

Deberíamos dar la bienvenida a los inmigrantes que llegan, y atacar
la pobreza y la presión que desarraigan a la gente, dice. "Nos iría
mejor si colaboramos con las economías de países como México de forma
que la gente pueda vivir su propio sueño en su propia nación. Si no
ayudamos a construir la economía de las naciones que nos rodean, la
gente seguirá huyendo por razones económicas y políticas."

Añade que los sindicatos estadunidenses no habían tomado este
problema con seriedad. Ahora cambiaron su manera de entender la
migración y forman parte de una gran coalición nacional
prolegalización.

El cambio –afirma– se debe a que el sindicalismo estadunidense ha
privilegiado la defensa de los derechos de los migrantes,
especialmente de empleados del sector servicios. Los sindicatos
adoptaron incluso el lenguaje del movimiento por los derechos civiles
de los sesenta al promover la Caravana de Libertad de Trabajadores
Migrantes* a Washington, y apoyan la reforma migratoria del senador
Ted Kennedy y el representante Luis Gutiérrez.

Esta iniciativa contiene una propuesta de legalización y un programa
de trabajo temporal, que, dicen ambos, incrementa las posibilidades
de aprobación en un Congreso controlado por republicanos.

Beneficios para cubanos

La iniciativa Jackson no aborda directamente la política exterior o
comercial, pero busca corregir algunas desigualdades creadas por la
política migratoria, que muchas veces se utiliza como un instrumento
para castigar políticamente.

La legisladora recuerda las largas listas de espera de solicitantes
de visas en países del Tercer Mundo, mientras que muchos países de
Europa no pueden cubrir sus cuotas. Para los europeos, cuyos
estándares de vida son mayores a los estadunidenses, hay poca presión
para la asignación de visas.

El enfoque de Jackson es una propuesta que tomaría en cuenta esas
diferencias.

La legisladora también busca apoyar a los refugiados de Liberia y
Haití, cuya estancia legal se encuentra en peligro. A los liberianos
se les permitió llegar como refugiados hace 10 años, cuando su país
enfrentaba una guerra civil, y la iniciativa busca darles refugio
permanente.

En cuanto a los cubanos, comenta que un doble criterio puede
otorgarles la residencia legal tan pronto como pisan suelo
estadunidense, mientras que a los refugiados haitianos, que huyen de
la represión, se les detiene antes de llegar a Florida o se les trata
como ilegales si alcanzan la costa. "Hay una desigualdad entre los
que huyen de una isla y los que huyen de otra".

Jackson es nieta de inmigrantes jamaiquinos y ve en su esfuerzo por
construir un hogar en Estados Unidos la misma lucha diaria de muchos
inmigrantes en su propio distrito de Houston. Pero a diferencia de
sus abuelos, los inmigrantes de hoy enfrentan un sistema que cobra
caro la aventura.

"Las familias son destrozadas –lamenta–, y no estamos mejorando
nuestra seguridad, sino aumentando la miseria de quienes quieren dar
lo mejor que tienen a este país. Este sistema no está ayudando a
construir la economía: está ayudando a destrozarla. Para los
inmigrantes de aquí necesitamos un sistema ordenado, que les permita
trabajar y construir la economía, y para los trabajadores
estadunidenses necesitamos empleos y hacer lo mismo." 

* En los sesenta, las Caravanas de Libertad recorrieron Estados
Unidos en el marco de la lucha de los derechos civiles. Como una
protesta contra la segregación, negros y blancos viajaban juntos y
compartían servicios (N. del T.).






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