26 de Julio, rebeldía universal
Por Orlando Oramas León
El mes de julio trae los calores de siempre al archipiélago cubano, aunque 50 años después de la gesta que marcó para la historia a la Generación del Centenario, muchas cosas cambiaron en la tierra de Martí. En el resto del planeta, entretanto, nuevas guerras imperiales se sucedieron, estallaron otros conflictos y millones de personas, herederas de generaciones anteriores, prosiguieron en la miseria y la desesperanza.
El senador McCarthy fue un precursor de las políticas extraterritoriales, como lo es hoy la Ley Helms-Burton.
La prensa cubana de aquella época recogía protestas de obreros azucareros contra los atropellos de la fuerza pública. Hoy, en el mundo, y en particular en Latinoamérica, se suman las manifestaciones de maestros en Perú, Costa Rica, México y otras naciones, junto a otros empleados públicos que se resisten a los planes privatizadores bajo la égida del neoliberalismo.
La tragedia en la Ciénaga de Zapata, era titular de aquellos días del año 1953. Así describían la miserable situación en la que sobrevivían los cenagueros del mayor estero cubano: "Centenares de familias, verdaderas caravanas de zombies, caminando cansadamente con los pies descalzos por sobre la roca viva". Y aquel drama, resuelto por la Revolución en sus primeros años, coincide con la hambruna que pulula en "rincones oscuros" del Tercer Mundo. No en balde, como cura que no erradica la enfermedad, la ONU se ha propuesto plazos, en este siglo, para reducir paulatinamente los niveles de pobreza.
Al año siguiente la CIA derrocaría al Gobierno nacionalista guatemalteco.
En plena calentura de la Guerra Fría ocurría la acción reivindicadora del pensamiento martiano y de la rebeldía nacional en Cuba. Estados Unidos tenía entonces como blancos principales a la Unión Soviética y China. El incipiente campo socialista restañaba las heridas de la Segunda Guerra Mundial y se implementaban transformaciones para beneficio popular.
Ya desde entonces el imperialismo y su propaganda hablaban del eje del mal. El mundo era presentado en dos colores o bandos. Los rojos rusos, los rojos coreanos, los rojos chinos, los comunistas vietnamitas. En Corea se disparaban los últimos cartuchos de la guerra de intervención, bajo bandera de la ONU. Pero media centuria después, la península coreana continúa dividida y detrás de las alambradas al Sur de Panmunjón, las bases militares de Estados Unidos persisten en la ocupación de aquel territorio y reinventan nuevos pretextos para amenazar a la República Popular Democrática de Corea.
Por aquellas jornadas también se libraban otras guerras. Francia no se resignaba a perder sus colonias en Indochina, bajo el ropaje del enfrentamiento al comunismo de Moscú o Pekín. París dejaba caer sus paracaidistas en tierra vietnamita y estrenaba nuevas tácticas para mantener su status de metrópoli. Aquellas historias, más adelante, se repetirían con la intervención norteamericana en el Sudeste Asiático. Humillante sería su derrota.
Berlín era uno de los principales escenarios de la Guerra Fría. Siempre, según los reportes de agencias de prensa norteamericanas, venían del lado oriental de la ciudad las provocaciones, ataques, intentos de secuestros y revueltas. Campaña comunista para intimidar a la policía occidental en Berlín, fue un titular a ocho columnas del 25 de julio de 1953 de un rotativo habanero.
Los componentes e intenciones informativas no son muy distintos al barrage de estos días impuestos al mundo. Egipto era presentado entonces como el enemigo, al reclamar a Londres la entonces disputada zona del Canal de Suez. La partida de los británicos del Medio Oriente abrió el camino a las apetencias sionistas, aupadas por Washington, el principal sostén y proveedor del armamento con el que asesinan al pueblo palestino.
El senador norteamericano Joseph McCarthy, de triste recordación, reclamaba en 1953 que los Estados Unidos "castiguen a cualquiera de sus aliados que comercie con la China comunista, reduciendo la ayuda que se le concede en el triple del valor de los cargamentos". Ya entonces se ponían de moda las medidas unilaterales y extraterritoriales, que luego servirían de antecedentes a engendros tales como el bloqueo a Cuba y la denominada ley Helms-Burton.
Pocos días después del ataque al Moncada en Santiago de Cuba, la Argentina de Perón firmaba con la Unión Soviética un convenio comercial. Se suscribe además el primer crédito soviético a la América Latina.
En Colombia el general Gustavo Rojas Pinilla ocupaba el poder mediante un golpe de Estado, mientras que en Costa Rica los trabajadores bananeros se van a la huelga contra la United Fruit Company (UFCo). En Panamá los indios guaymíes también luchan contra la Mamita United y el Partido del Pueblo (comunista) es ilegalizado.
Poco antes el Gobierno de Jacobo Arbenz expropiaba 92 386 hectáreas a la empresa estadounidense y anunciaba la construcción del Puerto de Santo Tomás para romper con el monopolio de la UFCo. Aquel año son intervenidas en Guatemala la Electric Bond and Share Company y la International Railway of Centroamérica, por conflictos con los trabajadores. Ya en Washington los hermanos Dulles conspiraban para derrocar el proceso transformador y nacionalista guatemalteco.
No muy lejos de allí el sátrapa Anastasio Somoza alista reformas constitucionales para perpetuarse en el poder. Otro dictador, el dominicano Rafael Leonides Trujillo, realiza una extensa visita a Estados Unidos. No es casual que bajo su mandato crecieran las inversiones norteamericanas en territorio quisqueyano.
Aquel año Uruguay firma un tratado militar con Washington, que a su vez obtiene del Gobierno peruano condiciones preferenciales sobre las extracciones mineras, bajo el pretexto de obtener materiales "para la defensa".
Venezuela no podía soñar siquiera con la probabilidad de un proyecto bolivariano de amplio alcance social. Imperaba en Caracas la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, en cuyos calabozos muere el líder comunista Luis Losada. Otros líderes de Acción Democrática caerían asesinados.
Así andaba el mundo cuando en Santiago de Cuba y Bayamo sonaron los aldabonazos de la definitiva guerra de independencia. La Revolución cubana se convertiría años después en guía y esperanza. No en balde el 26 de Julio es celebrado en otras tierras, donde se reconoce al ataque al Moncada como gesta libertaria y de compromiso por la solidaridad, la justicia y la independencia.
En esta época de unipolaridad imperial, Moncada es más que nunca sinónimo de rebeldía.