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De: matilda  (Mensaje original) Enviado: 03/11/2004 18:59
“Si gana Bush, me voy a América Latina”
Eduardo Febbro 
Página/12 - Buenos Aires 

La tarde oscureció más rápido de lo previsto. En la
vereda del centro de votos de Orange Bowl, los
militantes salían con sus banderolas y pancartas. 10
republicanos por cada tres demócratas. En este barrio
la proporción no es alarmante. Acá, las urnas
arrastran mayorías republicanas desde hace muchos
años. “El pueblo norteamericano ha renacido como
elector”, dice un solitario demócrata levantando un
retrato de John Kerry en el aire. A su alrededor, los
republicanos hicieron una ronda y cantan “Kerry se
cortó las venas, no salió presidente y no se puede
divorciar”.

Quince minutos después, el telón cayó sobre las
oficinas de voto de Florida. Dos largas y polémicas
semanas terminaron con una de las jornadas electorales
más concurridas de la historia de Florida. Muchos
analistas preveían incluso que ayer se habría superado
el record histórico de la elección de John Kennedy.

Florida votó en masa. Durante las dos primeras
semanas, dos millones de personas se desplazaron, un
porcentaje que representa el doble de los votos
emitidos hace cuatro años. Ayer, una hora antes de que
se abrieran las oficinas, la gente ya estaba haciendo
cola equipada con todo lo necesario para esperar
muchas horas: sillas, sombrillas, paraguas, botellas
de agua y comida. La desconfianza no había
desaparecido del todo. Pero el sentimiento dominante
era el orgullo y la declarada intención colectiva de
borrar el mal recuerdo del año 2000. Gascon García,
uno de los responsables demócratas de Orange Bowl,
decía “el mundo ha puesto sus ojos en nosotros, si
todo sale bien al menos vamos a superar el trauma que
heredamos del año 2000”.

La situación, con todo, no era clara en todas las
localidades. Una vez más, Broward, el condado que ya
dio qué hablar en el 2000, vuelve a estar en el ojo de
la tormenta. Hace una semana, los 58.000 formularios
de voto enviados por correo nunca llegaron a sus
destinatarios. Los servicios trataron de recuperar lo
perdido, pero 10.000 personas quedaron afuera del
proceso. Ello atrasará los resultados oficiales, que
recién se conocerán el miércoles por la tarde. En Palm
Beach, sede de la Comisión electoral que hizo el
conteo de los votos en las pasadas elecciones, una
polémica divide a demócratas y republicanos en torno a
la validez de decenas de miles de votos. Los abogados
esperaban la madrugada para interponer sus respectivas
querellas.

En el condado de Miami Dade, los voluntarios corrían
detrás de los electores para entregarles formularios
con sus derechos. “Bush, Bush, Bush, Bush”, gritaba un
nutrido grupito de republicanos. Al lado de ellos, un
apaciguado demócrata reunido con su familia los
desafiaba con un débil “Kerry, Kerry”.

El hombre parecía desesperado ante la perspectiva de
que el presidente saliente fuera reelecto. “Ni Reagan
fue tan terrible. Bush es una pesadilla. Reagan
derribó el muro de Berlín sin disparar un solo tiro.
Este hombre nos metió en el pantano de la guerra para
favorecer a las corporaciones y a sus amigos. Si gana
me voy a América Latina. Tengo familia en México”.

Los cubanos norteamericanos demostraron una alegría
desbordante, incluso antes de ir a votar. “Kerry es un
comunista, es un amigo de Daniel Ortega, de los
comunistas de Vietnam. Kerry es un abortista y está de
acuerdo con el matrimonio entre personas del mismo
sexo”. Las frases no eran suyas sino la repetición
letra por letra de la masiva campana televisiva
lanzada en español por el Partido Republicano. Los
cubanos no tenían la más mínima duda de la victoria de
su candidato. Mucho antes de que concluyera la
jornada, se fueron a reunir a la calle 8 entre la 35 y
la 37, para festejar “la victoria de la libertad y la
autoridad”.

Enfrente, los demócratas se habían reunido para
esperarlos. La policía tuvo que ponerse en el medio
para evitar las golpizas y los insultos de las noches
pasadas. Un hombre maduro y panzón, disfrazado con una
máscara de Bush decía, con un megáfono en mano:
“Ustedes son como los fariseos, se vendieron por 30
monedas. Que Dios los perdone”.

Enfrente, un demócrata que veía caer los primeros
resultados con una marcada tendencia a favor de Bush
lloraba de pena: “Ese hombre me decepcionó. Voté por
él en el 2000 y nos engañó. No tengo trabajo, no puedo
mandar plata ni viajar a Cuba y mi hermano menor está
en la guerra de Irak. Qué desgracia, Dios mío, cuatro
años más de pesadilla”.


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