LA OFENSIVA SANCIONADA POR LOS VOTOS - LA CUBA DEL GRAN PAPIYO

Faluya, la ciudad mártir
Raúl Wiener

Empezó el segundo gobierno de Bush.

La ofensiva de 12 mil marines en Faluya estaba lista antes de la votación del día de los muertos.

Solamente esperaba la voz de orden de los votos de los ciudadanos estadounidenses, que fueron inequívocos: adelante con el plan de guerra.

Es razonable pensar que los votantes más informados supieran lo que se venía.

Pero los candidatos no discutieron en ningún momento el paso inmediato que ya estaba listo.

En todo caso no va a ocurrir sino un cierto plazo que las calles del imperio se vuelvan a llenar de protestantes que reclamen detener el baño de sangre.

Bush está sacando la ventaja de su doble triunfo electoral y calcula que podrá entregar la ciudad mártir como trofeo antiterrorista.

Y que eso aislará a los que no están de acuerdo.

Hace política doméstica con la muerte de cientos y miles de personas al otro lado del mundo.

Es el terror en nombre del antiterrorismo.

La dictadura de las armas para acabar con la dictadura.

La mano de Dios contra la de Alá.

La masiva destrucción ejecutada con todo el armamento imperialista con el pretexto cínico de acabar con las armas de destrucción masiva que no existían.

La bestia gringa ha entrado en acción.

Algunos escriben, desconsolados, que en estas intervenciones mueren muchos inocentes. Y yo me pregunto si hay alguien que sea culpable por luchar contra la ocupación de su propio suelo.

O sea que todo el que muere por las balas de Bush es inocente, porque estas guerra nunca debió darse.

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Hace unos días transmitieron por el cable la película de Kubrick: âNacido para matarâ, que cuenta la historia de un destacamento de marines yanquis en Vietnam a inicios de los 70. Y que en la escena culminante deben tomar un edificio desde donde dispara un francotirador que les causa numerosas bajas. Los soldados son racistas, machistas y brutales. Pero sobre todo están llenos de miedo de morir en una guerra que no entienden.

Hay en las escenas de Faluya que se transmiten a través del satélite una sobrecogedora semejanza con las del cine. A ciegas los soldados de Estados Unidos disparan obuses y metralla contra los edificios, como si todos fueran enemigos. Sin embargo se supone que están liberando esa ciudad.

¿Para quién?

En las imágenes de los noticiarios se observa el esfuerzo por imponerse en Faluya y el pánico que domina a los soldados de la primera potencia mundial.

También se aprecia que no hay ninguna comunicación entre los estadounidenses que combaten por no morir y los árabes que están muriendo cada día.

¿Qué clase de odio y sed de venganza se está sedimentando para el futuro?

Finalmente se percibe que el gobierno de Iyad Allawi, al que Bush “transfirió el poder” hace unos meses, es un fantasma impotente, como lo fueron los gobernantes de Saigón después que aceptaron la ocupación y que los yanquis masacren a su propia gente.