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General: NEW YORK TIMES, SISTEMA DE SALUD ....PREGÃNTENLE A CUBA..
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De: matilda (Mensaje original) |
Enviado: 18/01/2005 15:31 |
Lo admite The New York Times
¿Sistema de salud? Pregúntenle a Cuba
NICHOLAS D. KRISTOF *
HAY UN HECHO crucial. Si Estados Unidos hubiese tenido la tasa de mortalidad infantil tan buena como la de Cuba, habríamos salvado adicionalmente 2 212 niños en el año.
Sí, tan buena como la de Cuba. Los niños tienen menos probabilidades de sobrevivir en Estados Unidos con un sistema de salud que pensamos es el mejor del mundo. (...) De acuerdo con el último anuario de la CIA, Cuba es uno de los 41 países que tienen mejor tasa de mortalidad que EE.UU.
Incluso es embarazoso el hecho de que ese índice haya empeorado en territorio norteamericano.
Desde 1958, la tasa de mortalidad estadounidense estuvo mejorando de año en año, o por lo menos se mantuvo constante. Pero en el 2002, la cosa empeoró. Siete niños murieron por cada mil nacidos vivos, mientras un año antes la tasa había sido de 6,8.
Estas cifras, enterradas en el reciente informe del Centro de Control y Prevención de Enfermedades, no recibieron mucha atención. Pero eran parte de un patrón de estadísticas del Gobierno federal dejadas filtrar poco a poco y que sugieren que, a aquellos que se encuentran en la parte más pobre de Estados Unidos, la vida se les va haciendo más cruel en nuestra Edad Dorada.
"Los niños norteamericanos enfrentan el mayor peligro que hayan tenido por lo menos en una década", expresó el doctor Irwin Redlener, decano asociado de la Mailman School of Public Health, en la Universidad de Columbia y presidente del Children's Health Fund. "El aumento de la tasa de mortalidad infantil es una alarma temprana de que estamos yendo en la dirección equivocada y sin mejoría a la vista."
Es demasiado pronto para saber qué hizo aumentar la mortalidad infantil en el 2002. Aún no hay datos confiables sobre el 2003 y el 2004. Sandy Smith, del Centro de Control de Enfermedades, considera que los estadísticos están bien seguros de que no hubo deterioro ulterior en el 2003, pero que falta tiempo para saber si hubo una mejoría o un nivelamiento con la alta tasa anterior.
Singapur tuvo la mejor tasa de mortalidad en el mundo con 2,3 fallecimientos antes de un año por cada mil nacidos vivos. Suecia, Japón e Islandia tienen todos una tasa de menos de la mitad de la nuestra.
Si tuviésemos una tasa tan buena como la de Singapur, salvaríamos 16 900 niños al año. O, para decirlo de otro modo, los errores de nuestra política en Iraq pudieran estar matando estadounidenses a una tasa de 800 por año, mas nuestros fallos domésticos en salud pública están provocando incomparablemente más muertes... de infantes. Y de sus madres, pues las mujeres tienen un 70% más de posibilidades de morir durante el parto que las europeas.
Por supuesto, las muertes maternas hospitalarias ocurren una a una y no generan atención nacional, aflicción o alarma, como una explosión en Fallujah o un tsunami en Sri Lanka, pero son más frecuentes cada día. Como promedio, en EE.UU. diariamente perecen 77 niños y una mujer muere durante el parto.
Apoyar la salud pública no se ve tan dramático como gastar 300 millones en un caza F/A-22 Raptor, pero puede ser un medio mucho más eficaz para proteger a los norteamericanos.
Por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial, la explosión de empleo significó que los estadounidenses pobres pudieron disfrutar por primera vez de un cuidado de salud sistemático. A pesar de que en la conflagración murieron 405 000 norteamericanos, la esperanza de vida entre los ciudadanos del país entre 1940 y 1945 creció en tres años para los blancos y en cinco años para los negros.
Cierto, la mortalidad infantil y muchos otros problemas de salud de los norteamericanos están fuertemente vinculados con la pobreza, y la experiencia indica que nadie, ni la derecha ni la izquierda, tiene soluciones fáciles para la miseria enraizada. No obstante, algunas de las acciones que el Gobierno está emprendiendo, o de las que está hablando, como recortar los recursos, especialmente los que otorgan a los infantes derecho a la salud, agravarán la situación. El año pasado, un estudio del Instituto de Medicina -dependiente de la Academia Nacional de Ciencias- estimó que la falta de seguro médico era la causa de 18 000 muertes innecesarias por año.
(...)
Debemos celebrar la libertad de que disfrutamos en Estados Unidos, quejándonos y trabajando por erradicar los focos de pobreza y fallas de nuestro sistema de salud pública. Es simplemente inaceptable que un bebé tenga como promedio menos oportunidades de sobrevivir que en Beijing o en La Habana.
*Columnista de temas de salud de The New York Times. Extractos del artículo publicado el 12 de enero del 2005. |
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De: tango |
Enviado: 18/01/2005 17:41 |
Matilde, ve bien el articulo y lee esto: " Debemos celebrar la libertad de que disfrutamos en Estados Unidos, quejándonos y trabajando por erradicar los focos de pobreza y fallas de nuestro sistema de salud pública............." En Cuba si alguien protesta o questiona al gran hermano castro, va derecho a las estadisticas de preso politico. abajo con castro, tango |
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De: matilda |
Enviado: 18/01/2005 19:47 |
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De: mfelix28 |
Enviado: 18/01/2005 21:53 |
Me imagino a un padre yanqui, de esos millones que no tienen acceso a la medicina publica ni dinero para ir a la privada. Me lo imagino, recien venido de votar a Bush o Kerry o a Nader. Pasando delante de farmacias llenas de medicinas, incluso para perros, gatos, para adelgazar, etc. no pudiendo comprar nada para su mujer embarazada y enferma. Tampoco tendría recetas pues no pudo ir al medico. Su hijo morirá, pero estará contento de haber formado parte del gran show electoral. Por otra parte como su hijo no vivió 24 horas no constará a efectos de mortalidad infantil, al menos no empañará las estadisticas. Dejando de lado el hecho de que en Cuba se vota, el hijo del cubano vivirá y podrá ser disidente y podrá ir a la carcel y salir, pero estará vivo. El del yanqui no, ni siquiera podrá votar y legalmente ni siquiera habrá nacido. El yanqui pensaba que la democracia de su país valdría para que sus hijos viviesen, pero estaba equivocado, vale para dar legitimidad a que su país mate a otros niños que si han nacido en Irak, Afghanistán, etc. Es bastante probable que si su hijo viviese hubuera sido uno de los asesinos, pues tendría que hacerlo si quisiera estudiar o si es inmigrante hacerse ciudadano de tan honroso país. Lo curioso del caso es que nos quieren hacer ver que ese sistema vale. En mi país no habrá todas la medicinas del mundo, somos pobres y el vecino nos pone todas las trabas posibles para que compremos las que no podemos fabricar. No tenemos imperios farmaceuticos, pero nuestras buenas y escasas medicinas llegan a cualquier país que las necesite, acompañadas de nuestros pobres médicos, que salvan niños, no los matan. Aún dentro de nuestra pobreza un niño en Cuba tiene más posibilidades de vivir que uno yanqui. Dejennos así, pero piensa Tango, que no haríamos si tuvieramos el potencial economico de los yanquis. Claro que para eso habríamos tenido que invadir matar y robar mucho, pero para eso no nacen nuestros niños, porque despues de que nacen les educamos Insisto, dejennos así, solo pedimos que estorben un poquito menos. Saludos |
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De: matilda |
Enviado: 18/01/2005 21:53 |
SI HUBIESE PUBLICADO ESTE ARTÃCULO ANTES QUE EL DEL NEW YORK TIMES DIRÃAN QUE ES PURO BLA,BLA ,MENTIRA,ETC MENTIRAS VERDADERAS ES LO QUE ES. La mortalidad infantil en el 2004 desciende a 5,8 José A. de la Osa • Sancti Spíritus alcanza la más baja tasa, 3,3 • Ocho provincias por debajo del indicador nacional • El Municipio Especial Isla de la Juventud, 1,8 | Un sensible indicador de salud, el de la mortalidad infantil, que muestra la protección y el cuidado existentes en una sociedad a favor de la madre y el niño, coloca a Cuba nuevamente este año entre los países con menor tasa —¡5,8 por mil nacidos vivos!—, la más baja de las registradas en Cuba en toda su historia. ste logro indiscutible en la protección del primero de los derechos humanos que es la salud, especialmente el de la madre y el niño, lo alcanza un país asediado y bloqueado durante más de cuatro décadas por la potencia más poderosa del mundo que, por otra parte, exhibe una mortalidad infantil de 7, de acuerdo con el Estado Mundial de la Infancia 2005, publicación del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). También, de acuerdo con cifras de esa agencia especializada, Cuba se encuentra entre los 36 países del mundo que poseen las tasas de mortalidad infantil más bajas. Con menos de 4, la más baja a nivel mundial, se sitúan Dinamarca, Islandia, Japón, Noruega, Singapur y Suecia. La tasa de mortalidad infantil, que incluye todas las defunciones en menores de un año en la población de nacidos vivos durante 12 meses, es un indicador que permite ofrecer una idea de las diferencias económico-sociales existentes entre distintos países e incluso en áreas geográficas en un mismo país. Muestra de la igualdad de nuestro sistema social son las similares tasas que registran las 14 provincias de nuestro país y el Municipio Especial Isla de la Juventud. Mientras que Sancti Spíritus, la provincia que alcanza el más bajo indicador, muestra 3,3, ocho se colocan por debajo de la tasa nacional (ver recuadro en esta página). El número de nacimientos durante el 2004 descendió a 127 062, para una disminución del 7% con relación al 2003, y un total de 735 fallecidos, como consecuencia fundamentalmente de afecciones perinatales, las que ocurren en el niño alrededor del nacimiento, el momento de mayor riesgo para la vida, y las malformaciones congénitas. Los cuidados y protección de la madre y el niño, en los que se sustentan nuestras bajas tasas de mortalidad infantil, son sobradamente conocidos y constituyen también un digno homenaje al aniversario 46 del triunfo de la Revolución, generadora de los impresionantes indicadores de salud que hoy puede mostrar Cuba. Ahí están a la vista de todos el alto grado de escolarización de la población, la universalidad, gratuidad y accesibilidad de la atención sanitaria, brindada por un personal calificado, que posibilita la protección y seguridad del entorno familiar, a lo que se suman las acciones intersectoriales coordinadas por los gobiernos locales a favor de la salud. A modo de ejemplo, con las gestantes, antes de cumplir las 12 semanas de embarazo se inician los cuidados especializados, para recibir como promedio de 12 consultas; y las gestantes calificadas de riesgo —por padecimientos de diabetes, hipertensión o infecciones vaginales— reciben tantos controles como individualmente cada una de ellas demande; y si presentan riesgos genéticos se atienden incluso antes de quedar embarazadas en consultas especializadas, que se potencializan por la incorporación de los Máster en Genética en todos los municipios del país. Los cuidados del niño comienzan desde su nacimiento con las pruebas pertinentes para determinar la posible exis-tencia de una alteración de la glándula tiroides, hipotiroidismo, que de no tratarse a tiempo conduce al cretinismo. Entre los cinco y quince días de nacido se realiza la prueba de fenilcetonuria, enfermedad del metabolismo que puede conducir también al retraso mental si no se atiende precozmente y en los primeros 12 meses de vida recibe inmunizaciones contra 13 enfermedades. Ello, en síntesis, mientras la publicación del UNICEF del 2005 advierte que para cerca de la mitad de los 2 000 millones de niños y niñas que viven en el mundo, la infancia es cruda y brutalmente diferente del ideal al que todos aspiramos. Atendiendo a estos desvelos de la salud en Revolución no resultó casual para los cubanos que una comisión de expertos de la OMS/ OPS, que visitó a Cuba recientemente, calificara de "impresionante" la protección que brinda la Revolución a la infancia y subrayara, además, que el mayor tesoro con que cuenta nuestro país son los recursos humanos calificados, insertados en un sistema integral de salud. Mortalidad infantil. Cuba 1960-2004 | Años | 1 año |
| Años | 1 año | 1960 | 37,3 | 1983 | 16,8 | 1961 | 39,0 | 1984 | 15,0 | 1962 | 41,7 | 1985 | 16,5 | 1963 | 38,1 | 1986 | 13,6 | 1964 | 37,8 | 1987 | 13,3 | 1965 | 37,9 | 1988 | 11,9 | 1966 | 37,3 | 1989 | 11,1 | 1967 | 36,4 | 1990 | 10,7 | 1968 | 38,3 | 1991 | 10,7 | 1969 | 46,7 | 1992 | 10,2 | 1970 | 38,7 | 1993 | 9,4 | 1971 | 36,1 | 1994 | 9,9 | 1972 | 28,7 | 1995 | 9,4 | 1973 | 29,6 | 1996 | 7,9 | 1974 | 29,3 | 1997 | 7,2 | 1975 | 27,5 | 1998 | 7,1 | 1976 | 23,3 | 1999 | 6,4 | 1977 | 24,9 | 2000 | 7,2 | 1978 | 22,4 | 2001 | 6,2 | 1979 | 19,4 | 2002 | 6,5 | 1980 | 19,6 | 2003 | 6,3 | 1981 | 18,5 | 2004 | 5,8 | 1982 | 17,3 |
| MORTALIDAD INFANTIL POR PROVINCIAS AÑOS SELECCIONADOS | Provincias | 1990 | 1995 | 2000 | 2002 | 2003 | 2004(*) | Pinar del Rio | 8,3 | 10,2 | 5,9 | 5,8 | 6,0 | 4,7 | La Habana | 9,8 | 9,8 | 7,6 | 8,4 | 5,1 | 7,3 | Ciudad de La Habana | 10,0 | 9,7 | 7,5 | 6,6 | 7,1 | 6,6 | Matanzas | 12,0 | 9,0 | 6,4 | 5,4 | 4,9 | 4,4 | Villa Clara | 7,6 | 7,1 | 5,0 | 4,5 | 5,9 | 4,6 | Cienfuegos | 9,9 | 6,5 | 5,4 | 4,7 | 7,4 | 5,2 | Sancti Spíritus | 7,7 | 8,5 | 6,2 | 5,9 | 5,5 | 3,3 | Ciego de Ávila | 11,6 | 9,2 | 8,1 | 6,7 | 5,3 | 5,7 | Camagüey | 11,4 | 9,2 | 7,0 | 7,6 | 6,8 | 5,8 | Las Tunas | 12,9 | 9,9 | 7,0 | 5,2 | 4,2 | 3,8 | Holguín | 12,0 | 8,7 | 7,3 | 7,3 | 6,3 | 5,9 | Granma | 13,6 | 10,9 | 8,2 | 6,5 | 5,1 | 5,0 | S. de Cuba | 11,4 | 10,2 | 8,7 | 6,9 | 7,0 | 7,1 | Guantánamo | 10,8 | 10,0 | 9,1 | 7,9 | 8,6 | 8,5 | I. de la Juventud | 10,4 | 10,7 | 4,9 | 9,1 | 9,6 | 1,8 | Nacional | 10,7 | 9,4 | 7,2 | 6,5 | 6,3 | 5,8 | Fuente: Dirección Nacional de Estadísticas del MINSAP (*) Datos preliminares. Por mil nacidos vivos | TASAS DE MORTALIDAD INFANTIL EN LAS AMÉRICAS (por mil nacidos vivos) (Países seleccionados) | PAÍSES | TASA DE MORTALIDAD | Canadá | 5 | Cuba (*) | 5,8 | Estados Unidos | 7 | Costa Rica | 8 | Chile | 8 | Uruguay | 12 | Argentina | 17 | Venezuela | 18 | Panamá | 18 | Colombia | 18 | México | 23 | Ecuador | 24 | Paraguay | 25 | Perú | 26 | R. Dominicana | 29 | Nicaragua | 30 | El Salvador | 32 | Brasil | 33 | Guatemala | 35 | Haití | 76 | Fuente: Estado Mundial de la Infancia, UNICEF, 2005 (*) Año 2004. Dirección Nacional de Estadísticas del MINSAP | |
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De: matilda |
Enviado: 19/01/2005 05:59 |
Informe de la UNICEF Creciente y desproporcionada la pobreza infantil Alia2, 12/12/04 Cerca del 60% de las niñas y niños de Latinoamérica y el Caribe viven sumidos en la pobreza, que es creciente y desproporcionada, reveló un informe de la UNICEF. Mientras un 44% de la población total en esta región es pobre, este rezago afecta entre el 56 y el 59% de los menores de 19 años, constata el análisis sobre el Estado mundial de la infancia 2005. El subcontinente agrega ’es además la parte del planeta más desigual del mundo, pues en promedio un 20% de los más ricos obtienen el 60% de la riqueza generada y un 40% de los más pobres sólo un 10%’. El análisis llama también la atención sobre el hecho que aún cuando constituyen cerca de un 40 por ciento de la población total de la zona, los afrodescendientes y las comunidades indígenas sufren mayores niveles de exclusión y falta de acceso a servicios básicos. Se estima, puntualiza, que el 92% de los afrodescendientes de la región viven por debajo de la línea de pobreza. El informe se centra en otros dos elementos que, además de la pobreza, constituyen serias amenazas para la infancia en los próximos años: los conflictos armados y la violencia, y el VIH/SIDA. En ese sentido subraya la gravedad de la confrontación bélica en Colombia, donde sólo durante 2004 la cifra de desplazados fue de 115.000 personas y en los últimos años cerca de 14.000 niños y niñas fueron utilizados por los grupos armados y las milicias urbanas. De acuerdo con el reporte, más de 3.000 personas resultaron muertas o heridas en ese país desde 1990, como consecuencia de la presencia de minas antipersonales en cerca de la mitad de los mil 100 municipios de la nación. Respecto a la incidencia del VIH/SIDA sobre la infancia latinoamericana y caribeña, el informe precisa que de los alrededor de dos millones que viven con el virus, 740.000 son jóvenes de entre 15 y 24 años de edad. Destaca también el alarmante aumento en el área del número de adolescentes contagiadas mediante el abuso sexual en el entorno familiar y revela que, según estimaciones de la UNICEF, en el 2010 habrá en la región más de un millón de huérfanos menores de 15 años debido a este flagelo. |
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De: matilda |
Enviado: 19/01/2005 11:59 |
Unicef denuncia que más de 17 millones de niños son sometidos a explotación en América Latina AFP/La Jornada Enviado por Correspondencia de Prensa, 05/08/04 Acorralados por la pobreza, 17 millones de niños latinoamericano en edad de jugar, estudiar y recibir afecto de los padres laboran en condiciones paupérrimas en las minas de América del Sur, viven esclavizados como "trabajadores domésticos" en la mayoría de los países del continente o son explotados sexualmente. Los niños latinoamericanos aparecen en las calles de las capitales de México y Argentina limpiando parabrisas y pepenando basura; en Bolivia y Perú son utilizados para bajar a las minas, lo cual les reduce la esperanza de vida a sólo 45 años; son explotados sexualmente lo mismo en los puertos de Costa Rica, las playas de República Dominicana o en las principales ciudades de Guatemala y Brasil, o son reclutados como combatientes en Colombia. Curiosamente, todos los países de América Latina están de acuerdo en combatir la explotación infantil -26 naciones del continente han ratificado la convención de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para la erradicación de las peores formas de trabajo infantil-, pero en la realidad no cesa, va en aumento por los bajos salarios que obtienen frente a un adulto, la facilidad para utilizarlos en trabajos peligrosos al fondo de las minas y su fácil integración a la red de explotación sexual a lo largo y ancho de América Latina. Informes recientes del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) estiman que en México trabajan más de 3.5 millones de niños menores de 16 años, y 25 por ciento de los niños trabajadores del Distrito Federal no llegan a los 12 años de edad y sólo subsisten de propinas. El 80 por ciento de los niños que trabajan aportan buena parte o la totalidad de su ingreso al hogar, y su contribución se convierte en parte vital del sustento de la familia, según documentos de Unicef y del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), consignados por la agencia Afp en sus despachos. Citando los mismos documentos, la agencia asegura que los niños trabajadores de la ciudad de México realizan un abanico de labores que van desde empacadores (46 por ciento), vendedores ambulantes (23%), ayudantes en mercados públicos (10%) y limpiadores de parabrisas (4 por ciento), además de lavadores de autos, lustrabotas o mendigos. Los pequeños mineros En Perú, 50 mil niños trabajan en actividades relacionadas con la explotación del oro y manipulan mercurio sin protección alguna. La mortalidad allí es significativa, asegura la coordinadora regional del Programa de Erradicación del Trabajo Infantil, de la OIT. Los niños mineros de Perú mueren de asfixia, aplastados en derrumbes o por el avance inexorable de la silicosis, enfermedad que corroe los pulmones por inhalación de sílice. La mayoría de los 120 mil niños mineros quechuas y aymaras de Bolivia tienen tan sólo entre siete y 17 años y son utilizados en las labores dentro de las minas, donde muchos adultos ya no quieren regresar jamás. Incluso manipulan dinamita y separan estaño mediante productos químicos de alta peligrosidad. Su esperanza de vida no supera los 45 años. En la comunidad de San Juan Sacatepéquez, Guatemala, los niños de la pólvora son tristemente conocidos. Desde los siete años de edad, en mesitas colocadas en improvisados talleres en el patio del hogar, hunden sus manos en bolsas de pólvora y la esparcen sobre bastidores que contienen cientos de cartuchos. Son los armadores de petardos que compran los padres de niños más afortunados para detonarlos en las fiestas populares. Con el cuerpo teñido de gris por el contacto con la pólvora, muchas familias trabajan jornadas de 12 horas o más porque se les aplica la modalidad de pago a destajo. Los más afortunados reciben 50 quetzales a la semana (6.4 dólares). Los combatientes Un informe reciente de Human Rights Watch calcula que 11 mil menores de edad combaten actualmente en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional o en los grupos paramilitares denominados Autodefensas Unidas de Colombia. La cifra, sin embargo, no puede ser exacta, pues contrasta con la del Instituto Colombiano de Bienes Familiares, el cual señala apenas 7 mil niños, o los datos actuales de Unicef, el cual estima que a comienzos de 2004 en el país había 14 mil menores combatientes. La falta de oportunidades en el ámbito laboral y la fantasía de poder que despierta en un niño el manejo de las armas son las principales causas del enrolamiento voluntario de menores en los grupos guerrilleros o paramilitares. En las décadas recientes, el número de víctimas mortales civiles en conflictos armados creció en 90 por ciento, y la mitad de esa cantidad son niños, según estimaciones de la Organización de Naciones Unidas. Pero la explotación sexual entre menores es aún mayor, porque abarca la mayoría de los países de Latinoamérica. Existe en los campamentos mineros de Brasil, en las cercanías de los puertos de Costa Rica, en las playas de los países del Caribe o en la turística ciudad de Cuzco, en Perú. Cientos de niños de entre siete y 17 años de edad venden su cuerpo para poder sobrevivir o llevar algún alimento a su familia. Los personeros de las redes de prostitución infantil seducen a familias pobres prometiendo jugosos salarios para emplear a sus niños en hoteles y restaurantes inexistentes. Cerca de 20 por ciento de los viajes internacionales se realizan con fines sexuales y 3 por ciento son protagonizados por pedófilos, de acuerdo con las cifras presentadas en el Congreso Mundial sobre Explotación Sexual Infantil celebrado años atrás en Estocolmo, Suecia. Niñas entregadas para ser violadas en pago de deudas, abuso reiterado de padres, hermanos o tíos, o prostitución como único camino de supervivencia, confirman la dramática cara de la explotación sexual en Brasil. En julio pasado, el Congreso brasileño pidió que se investigara a 250 personas por su pregunto vínculo con la explotación sexual. El informe, que puso en la opinión pública con nombres propios a políticos, jueces, religiosos, empresarios y médicos, reveló la existencia de 241 rutas terrestres, marítimas y aéreas "para llevar mujeres jóvenes y niños brasileños" al exterior con fines de explotación sexual. Para Iza María de Oliveira, directora de la organización no gubernamental Foro Nacional de Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil, la clandestinidad que rodea la explotación sexual infantil hace difícil elaborar un censo que permita dimensionar cuantitativamente el problema. Calcula que en el presente año tan sólo la organización que preside atenderá a 28 mil niños y adolescentes que han sido o son explotados sexualmente en Brasil.
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De: matilda |
Enviado: 19/01/2005 17:59 |
MEGUSTARIA QUE YA QUE LOS MUCHACHOS REGRESARON DE LAS VACACIONES,RESPONDAN EN QUÉ ES´TADÍSTICA DE ESTAS VEN A CUBA? CLARO CRUZY SI TE INTERESA MAS LO DEL SOPENCO O PENCO... SALUDOS MATILDA |
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De: maiko516 |
Enviado: 19/01/2005 18:00 |
Para ver esa pobreza no solo hay que ir a Americalatina,simplemente un viaje a cualquier barrio de los Angeles a New York,o a cual quier barrio miamense,posiblemente encuentres mas pobres que en Latinoamerica....los mismos cubanos que viven en pobreza en Miami,no tienen aceso a la medicina mueren sin poder visitar a un medico,menos los que viven en los manglares,y debajo de los puentes o en la calles de miamense,menos todavia....... "Solo los necios hablan sin saber" |
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De: tango |
Enviado: 20/01/2005 11:59 |
Matilde, No creo lo que dice el New York Times, ya que es un diario prohibido en Cuba por Fidel, y si Fidel lo prohibe que los cubanos lo lea, sera por algo? Tango |
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De: mfelix28 |
Enviado: 20/01/2005 12:00 |
Ya somos dos, yo tampoco me creo mucho lo que dice el NYT: La "mea culpa" que aún le falta reconocer al New York Algunos tropiezos conocidos del New York Times Percy Francisco Alvarado Godoy Todo el mundo se sintió conmocionado cuando el poderoso New York Times reconoció, hace apenas unos días, haber mantenido una cobertura distanciada de la realidad con respecto a la existencia de armas biológicas y de destrucción masiva en Irak, pretexto esgrimido por la administración de George W. Bush para invadir esa nación. La amplia cobertura con la que este importante medio abordó el tema iraquí en los meses antes de la invasión, contribuyó en gran medida a que el pueblo norteamericano tuviera una percepción errónea sobre las causas que provocaron el conflicto, a la par que favoreció a la impunidad de la Casa Blanca en su campaña bélica internacional. De hecho, el New York Times fue un cómplice más de esta maquinación.
Muchas son las causas que provocaron esta cobertura equivocada y llena de falsedades y que, sin lugar a dudas, no excluyen el comprometimiento de los medios de la gran prensa norteamericana al gobierno y su subordinación a los "intereses de seguridad nacional", en un ambiente complejo provocado después del fatídico 11 de septiembre, que supo aprovechar el gobierno de extrema derecha de George W. Bush para anular prácticamente las libertades democráticas y exacerbar un forzado e inducido patriotismo.
El propio Daniel Okrent, defensor del Lector de dicho rotativo, señaló algunas de estas causas:
-Divulgar y dar crédito a informaciones sin confirmar sobre supuesta existencia de armas químicas, biológicas y nucleares en Iraq, sobre todo cuando las mismas provenían de dudosas fuentes (funcionarios del Pentágono que solicitaban el anonimato y exiliados iraquíes) que hicieron al rotativo ser manipulado por el gobierno.
-Dejarse llevar, por tanto, por el ansia de primicias, sin corroborar las informaciones recibidas y automáticamente divulgarlas.
-Se desoyeron las opiniones de periodistas responsables, los cuales solicitaron verificar dichas informaciones, en etapas previas a su publicación.
Con independencia del reconocimiento de los errores por parte de la dirección del New York Times y de su defensor del Lector, la mea culpa no elimina las dudas sobre un posible comprometimiento del periódico a los dictados de la administración Bush e, incluso, su subordinación a los intereses gubernamentales, cosa que no es totalmente nueva en los últimos tiempos. Muchos no olvidan el sometimiento de las principales cadenas de televisión con respecto a las noticias a divulgar bajo los requerimientos goebelianos de la Ley USA Patriot impuestos por la Casa Blanca a los medios de información norteamericanos.
La mea culpa, por tanto, deja serias dudas sobre la honestidad de la dirección del rotativo, más si se tiene en cuenta que, salvo excepciones, su cobertura sobre distintos aspectos de la situación internacional ha dejado mucho que desear por su parcialidad y su comprometimiento a la extrema derecha norteamericana. Aún se recuerda cómo el New York Times fue vocero de los guerreristas de la Casa Blanca durante el conflicto en Viet Nam y su postura incondicional hacia el aumento de la escalada militar en Indochina. También, y no puede ocultarse, este rotativo santificó las criminales agresiones a Panamá y Granada, de la misma manera que justificó los genocidas bombardeos a Yugoeslavia.
Uno de esos momentos, sin lugar a dudas, fue el reciente conflicto entablado entre el New York Times y el gobierno brasileño, luego de que su corresponsal en Brasil, William Larry Rother Jr, publicó un artículo en el que se tildaba al presidente Luis Ignacio Lula da Silva de ser un alcohólico. En dicho artículo, titulado "Hábito de beber del presidente se convierte en preocupación nacional", se trata de desvirtuar la figura de Lula de manera irrespetuosa.
Ante la repulsa levantada entre los brasileños y la solidaridad inicial manifestada por la dirección del periódico con su corresponsal, se le retiro la visa a Rother. Días después el periodista del Times se disculpó y se le dejó permanecer en Brasil. El suceso, sin embargo, dejó luego de su solución final serias dudas sobre el papel desestabilizador del rotativo norteamericano en Brasil y cómo en su trasfondo respondía a intereses del Departamento de Estado yanqui y a sus campañas desinformativas.
Otro hecho reprobable que vincula al New York Times a sórdidos manejos de la realidad y a hacer gala del veneno mediático, lo fue la publicación el 5 de enero de 2003 de un artículo sobre Cuba. Bajo la firma de Timothy Golden, el New York Times lanzó serias acusaciones contra la Isla que no difieren en nada de los mismos perversos argumentos que siempre han empleado los personeros del gobierno norteamericano.
Si infames fueron la excrecencias vertidas en el artículo de Golden al escribir sobre Cuba, todavía más deleznables fueron sus calumnias al referirse a los Cinco Héroes cubanos que guardan injusta prisión en Estados Unidos. Con argumentos retorcidos trató de presentar a estos luchadores antiterroristas como vulgares criminales y espías, desvirtuando las verdaderas motivaciones que los llevaron a enfrentar el más cruel terrorismo ejercido contra su Patria. En aquella ocasión, el New York Times cometía uno de sus más atroces errores al comprometerse con la mentira y dejar a un lado a la justicia y la razón. Timothy Golden, como veremos, pasó a convertirse de un genuflexo periodista a un servil instrumento de la infamia.
El New York Times, Posada Carriles y la FNCA.
Uno de los pocos momentos en que el Times de New York abordó con seriedad el tema Cuba, lo fue la publicación de dos reportajes en julio de 1998, en los cuales sus autores, Ann Louise Bardach y Larry Rother, dan a conocer declaraciones del conocido terrorista Luis Posada Carriles, en los que el mismo implicó a la Fundación Nacional Cubano Americana de financiar los atentados cometidos contra hoteles en Cuba.
Con la elocuencia digna de un criminal sin escrúpulos, Posada Carriles narró a sus entrevistadores sus inicios como asalariado de la CIA en 1960, así como facetas de su largo historial como terrorista. No omitió un solo detalle de su fuga en Venezuela cuando purgaba una condena por su participación de un avión comercial cubano en pleno vuelo, hecho criminal que provocó la muerte a 73 personas inocentes. Fue un escape garantizado por la propia FNCA y así lo declaró sin ambages.
Los articulistas también destacaron el tácito reconocimiento de Posada Carriles sobre su involucramiento en los atentados terroristas contra hoteles, discotecas y restaurantes de Ciudad de la Habana y Varadero, hechos que provocaron la muerte al turista italiano Fabio Di Celmo, varios heridos y cuantiosos daños materiales. El reclutamiento de mercenarios centroamericanos por parte de Posada Carriles para ejecutar tales acciones, respondió, según él, a un plan organizado y financiado desde Miami, por parte de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA).
El criminal de Barbados detalló los abastecimientos en dinero, que alcanzaron los 200 000 dólares, recibidos por él de parte de Jorge Mas Canosa, el extinto Chairman de la FNCA, para realizar dichos atentados.
Por supuesto, ambos artículos crearon una desacostumbrada conmoción entre la mafia terrorista de Miami. Incrédulos y sorprendidos por la noticia, los altos directivos de la FNCA se pusieron en guardia y reaccionaron de manera descompuesta.
"La idea de que algún miembro de la Fundación ha estado, está o estará involucrado en actos de violencia contra el régimen de Castro es una mentira, pura y llana", declaró el presidente de la FNCA, Alberto Hernández de forma airada. Y como para no dejar lugar a las dudas, agregó en la conferencia de prensa convocada por él el 15 de julio de 1998: "Esto nos es periodismo. Esto es una guerra política".
Por su parte, Jorge Mas Santos, hijo del fundador de la FNCA, declaró con visible ira y turbación: "Estos artículos son ofensivos y difamatorios".
Luego de recibir la primera estocada y rebasar la sorpresa, la FNCA intentó pasar a la contraofensiva, anunciando que demandaría al New York Times por difamación. Para ellos, según su apreciación, no había un solo cabo suelto que pudiera colocarlos en una situación desventajosa frente al rotativo neoyorkino. Se olvidaban, por supuesto que yo había sido testigo y participante de estos planes de atentado contra instalaciones turísticas cubanas y había recibido de parte de altos directivos de la FNCA el dinero y las orientaciones para ejecutarlos. Se olvidaban también que "Pepe" Hernández, su presidente, y dos de sus directores, Arnaldo Monzón Plasencia y Horacio Salvador García Cordero, estaban involucrados directamente en la planificación, financiamiento y organización de los mismos. Se olvidaban, por último, que fueron ellos los que me pusieron en contacto con Luis Posada Carriles para que éste me entrenara y abasteciera con los explosivos a detonar en el famoso cabaret "Tropicana".
A pesar del alboroto de la FNCA y de sus intentos por desvincularse de las acusaciones realizadas contra ella, a pesar de sus amenazas contra el New York Times, yo siempre supe que esta vez el criminal de Barbados no mintió. Cuba también lo sabía y se dedicó a estudiar la situación. En tal sentido, el portavoz de la cancillería cubana, Alejandro González, declaró al respecto: "Lo consideramos sumamente interesante. Estamos siguiendo el curso del debate".
Una verdad ocultada por el New York Times y de la que nunca hubo una mea culpa.
El New York Times, aparentemente interesado en esos momentos por profundizar en el tema del terrorismo, sobre la base de las confesiones hechas a Larry Rother y a Ann Louise Bardach por Luis Posada Carriles, así como protegiéndose de la amenaza de la FNCA de entablarle pleito por difamación, envió a Cuba a uno de sus más sobresalientes reporteros, Timothy Golden. Durante dos semanas, con la total cooperación de las autoridades cubanas, este periodista recibió amplia información sobre la participación de la FNCA y otros grupos terroristas en las agresiones contra la Isla. Pudo entrevistarse con cinco centroamericanos detenidos en la Habana y con varios oficiales de la Seguridad del Estado de Cuba, los que le impusieron de minuciosa información al respecto.
El 12 de junio de 1998 fue recibido por el presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Fidel Castro, con quien mantuvo una larga conversación. De la misma manera, fue atendido por Ricardo Alarcón de Quesada, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Como resultado de estos fructíferos contactos para Golden, éste recibió un amplio dossier, similar al que Cuba había entregado unos días antes al FBI, específicamente en junio de 1998. No existían dudas, pues, que el New York Times contaba con pruebas suficientes para enfrentarse a la FNCA en un posible litigio legal, a la par que con información suficiente para realizar un serio y profundo trabajo periodístico en relación con el tema en cuestión.
En mi caso particular, manteniéndome yo todavía en mi condición de colaborador secreto de la seguridad cubana y encontrándome en Miami, infiltrado aún dentro del ala terrorista de la FNCA y de otro grupo de similar condición, Cuba Independiente y Democrática (CID), fui convocado a la Habana el 5 de agosto de 1998. Ya se había tomado la decisión de "quemarme" en aras de denunciar el permanente terrorismo contra nuestra Patria.
Aún recuerdo con nostalgia mi arribo al Aeropuerto Internacional "José Martí". La presencia en el mismo de dos mis oficiales de caso, me corroboró la certidumbre de que mi vida anónima al servicio de Cuba estaba a punto de culminar. No sé realmente cuántos sentimientos se agolparon en mi corazón en esos momentos, tampoco conocía la razón de mi apurado retorno a la Isla, pero supe que no volvería más a Miami.
El 13 de agosto de 1998 me entrevisté con Timothy Golden en una casa del reparto Siboney. Había recibido instrucciones de la jefatura de que fuera franco y abierto con mi interlocutor, y que debía atenerme a relatarle lo que había sido mi vida como luchador antiterrorista. En sus ojos y en el resto de su gestualidad, no lo niego, percibí el profundo interés por conocer al detalle mis vínculos con la FNCA y Luis Posada Carriles. Me pareció, a qué negarlo, un periodista serio y diligente.
Reconozco, sin embargo, que fue difícil para mí ser sincero y abierto ante un periodista norteamericano totalmente desconocido y ser precisamente yo, quien había guardado celosamente, durante años, mi participación en este anónimo batallar, el llamado a retarle nombres y hechos que constituían un sagrado secreto para mí hasta ese momento. Como me fue orientado, me apegué a la verdad y le narré todo, sin ocultar detalles.
Fueron más de tres largas horas de entrevista en las que Golden grabó y apuntó cada pormenor. Fumamos ambos, hasta terminarnos una caja de mis cigarrillos. Él revisó todos mis documentos de identificación con precisión y argucia. Luego nos despedimos con un apretón de manos. Golden, mis compañeros y yo, lo sabíamos: Cuba había dado a conocer al New York Times a uno de sus más antiguos colaboradores en la lucha contra el terrorismo, lo que constituía un importante sacrificio en nombre de la verdad.
En mi caso personal, a pesar de que acepté dar este pasó que cambiaría mi vida a favor de la Revolución, me sentí inicialmente deprimido, más que orgulloso. Hubiera preferido mantenerme combatiendo de manera anónima como lo había hecho hasta ese momento. Sin embargo, acepté como un soldado y con la plena convicción del beneficio resultante de esta decisión.
En un sospechoso silencio, los meses transcurrieron y el New York Times no se dignaba a publicar noticia o referencia alguna sobre las múltiples pruebas aportadas por Cuba. Para sorpresa nuestra, treinta días después de mi entrevista con Golden fueron apresados nuestros hermanos en Miami y recibieron el escarnio y el odio del grupo intolerante de la extrema derecha miamense. La prensa y otros medios de comunicación se pusieron al servicio de esos espurios intereses.
En reiteradas ocasiones me pregunto: ¿Se hubiera podido desarrollar ese amañado juicio contra nuestros Cinco Héroes en Miami, si Timothy Golden y el New York Times hubieran publicado toda la verdad sobre el terrorismo contra Cuba? ¿Hubiera sido la misma la suerte corrida por ellos e igual la percepción del público norteamericano? ¿Hubieran triunfado, acaso, con la misma facilidad como sucedió, la intolerancia y el odio contra Cuba? ¿No se hubieran evitado tal vez, otros hechos terroristas ocurridos con posterioridad a estos sucesos, como lo fue el intento de asesinato a Fidel en Panamá o la infiltración de terroristas en abril del 2001 con la finalidad de explotar bombas en Tropicana?
No cabe la menor duda que el New York Times tiene una gran deuda con Cuba y conmigo en particular. Una gran deuda también con la verdad a la que traicionó por descarada omisión o por cuestionable compromiso con la ultraderecha de Miami y con la administración norteamericana. Pero lo más objetable para un periódico son las deudas que contrajo con sus propios lectores, a los que traicionó también y les despojó de una importante verdad.
Si el New York Times se precia de ser capaz de reparar errores, creo que ha llegado el momento de esgrimir una sincera "mea culpa" por haber escondido la verdad en este capítulo del terrorismo contra Cuba. Entonces, no lo niego, tendría razón Juan María Alponte, profesor de la Facultad Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM cuando comentó en un artículo aparecido el lunes 31 de mayo de 2004, en el Universal de México, que "The New York Times, que rectifica y esclarece, con gran valor ético, muchas de sus informaciones sobre Irak seguramente, desde esa admirable autocrítica, el diario podrá observar los problemas mundiales, cubanos y latinoamericanos, desde una perspectiva histórica que no da la razón a George W. Bush."
También, por supuesto, el señor Okrent podría sentirse más orgulloso de su periódico y el lector tendría el inigualable privilegio de leer cada página del mismo, a sabiendas de que allí aparecerá la verdad ante sus ojos por dura que ésta sea.
Hay una realidad, entonces, la "mea culpa" que falta al New York Times, más que todo, se ha convertido en una cuestión de dignidad. Envía esta noticia |
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