En el mes de enero los cubanos recibieron a Claudio Abbado, arribó a La Habana al frente de la Orquesta de Cámara Gustav Mahler, llegó y tomó posesión de la ciudad y en dos conciertos memorables, rindió a sus habitantes. Este famoso director de orquesta nacido en Milán en 1933 dirigió durante ocho años la orquesta de La Scala de su ciudad natal, y fue el sucesor, en 1989, de Herbert von Karajan al frente de la Filarmónica de Berlín. Un corresponsal de uno de los periódicos españoles, acreditado en La Habana indicó que "Su batuta en la Séptima sinfonía hizo dibujos increíbles, perfectos, sobre esta pieza magistral, y al concluir, el teatro entero en pie le retribuyó con 10 minutos de aplausos y con pétalos de rosas que cayeron desde los balcones
"Los músicos de la Orquesta Gustav Mahler, todos jóvenes y de más de 15 nacionalidades diferentes, estuvieron impecables. Abbado, conocido por su empeño en propiciar las carreras de los más jóvenes compositores e instrumentistas en Europa, trabajó en el pasado con concertistas de las escuelas de arte cubanas... "
El gran artista ofreció un concierto en el Amadeo Roldán, con el Preludio y muerte de amor, de la ópera Tristan e Isolda de Wagner, y la séptima de Beethoven. Con esta sinfonía, conquistó La Habana."
Si resulta claro para todos, que a los cubanos se conquistan con sinfonías, música clásica o popular, canciones, alegría, buenas maneras, respeto y amor, ¿ Por qué los belicosos y guerristas europeos aliados de Bush se oponen al intercambio cultural con Cuba?. ¿Por qué Reporteros Sin Fronteras siguen con la cantaleta del bloqueo cultural?.
Sencillamente no les importa la situación de los cubanos, ni los leales a Castro, ni los llamados opositores. Les interesa los dividendos que le dejan los 59 millones de dólares.
No cabe duda que la música y la poesía es el lenguaje de amor y ternura infinita de los pueblos. Los cubanos saben conquistar corazones con ellas, que como un misterioso secreto, transforman el odio en actos de amor.
Tal vez el añejo, podrido y apestoso conflicto de Estados Unidos contra Cuba que dura más de cuatro décadas, se resuelva si los actuales gobernantes, ahora, no después de jubilarse y envejecer, se dan un viajecito secreto a La Habana.
Esto no constituye un gran problema, saben mentir y pueden afirmar que fueron a Cancún. Si hicieron creer que Iraq tenía armas de destrucción masivas, que se había acabado la guerra, que Bush en un cohete, a juzgar por la velocidad en que viajó, se comió un pavo plástico, con sus soldados en Bagdad, que hay liberación y democracia en ese país y que las elecciones fueron tranquilas, ordenadas y limpias, como no van a poder afirmar que estaban en Cancún en lugar de la capital cubana.
¿Por qué "la Condolencia" como también le llaman ahora a la Rice y Bush no se dan una vuelta por esa calumniada Habana? No con cañones y amenazas, sino en misión de amor. Están muy cerca, pueden realizarlo secretamente, un fin de semana y se alojan en El Hotel Nacional.
Después pueden conducir por la Quinta Avenida un buick, un chevrolet en magníficas condiciones, un viejo carro de los años 20 o hasta un coche de caballos de la etapa colonial y se inspiran, después de consumir varias dosis de viagra, al son de las olas del mar y el cielo azul en un canto de Paz.
Ella podrá aliviar sus dolencias al escuchar la canción de Consuelo Velázquez que Nat King Coll interpretó magistralmente y pedirle a Bush :"Bésame... Bésame mucho, como si fuera esta noche la última vez".
Y de verdad que se besen y se amen, para que la cara de la Condi, como también le dicen, se transforme y deje esa mirada perdida en la malevolencia, que propician las masacres y torturas, que ella aprueba sin recato y deje de mirar de forma tan dura, agresiva y cruel.
Después que miren al malecón habanero y escuchen una de las orquestas interpretando esa bella canción del cuarteto Los Zafiros. Hermosa Habana, a ti llega mi canto, como el gemir de violines que sólo tocan para tí y que observen como en el cielo azul de Cuba se ven volar palomas como símbolos de Paz.
Que en la famosa Piragua, se embriaguen con la canción "A gozar caballeros", "Se formó la tocadera, tú me toca y yo te toco" , "Carapacho para la Jicotea", "Que le pongan salsa" o la que dio nombre al popular lugar: "Era la piragua de Guillermo Culillo". Para ver si Condi, se convierte en condimento, adobe y aliño y se desbarata moviendo las caderas al ritmo de una pachanga y el mundo sea menos trágico.
Le pregunté a algunos amigos cubanos que viven aqui en Madrid, cuáles eran los barrios de La Habana donde mejor bailaban y me respondieron que: El Canal, El Romerillo, Zamora, El Moro, La Korea, La Corbata, El hormiguero y me imaginé a Condollezza Rice, en medio de aquellos bailadores, gritando que no se acabe el mundo.
Después de ese agotador ejercicio que los inquilinos de la Casa Blanca caminen por las calles habaneras, con toda confianza y seguridad, porque no tiran piedras, ni queman banderas y comprendan que aunque resulte paradójico, después de 45 años de bloqueos y agresiones, ahora constituye el único país del mundo donde pueden caminar libremente con toda seguridad.
Antes de marcharse que pidan la canción, creo que del compositor Boby Collazo:"La última noche que pase contigo, quisiera olvidarla, pero no he podido". Pero no por el amor prodigado, sino porque ocurrió en La Habana, una ciudad que nos encanta a todos.
Si la Condi y George, se dan una escapadita, nunca más hablarían de bombardear y acabar con la capital cubana. Ellos deben comprender que sería como hacerlo contra cualquier ciudad de América Latina, que podrían responder como volcanes enfurecidos para arrasar con su lava, todos los intereses norteamericanos que existe en la región.