Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

LA CUBA DEL GRAN PAPIYO
¡ Feliz Cumpleaños Brenda Yamilia !
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 Conociendo Cuba 
 CANCION L..A 
 FIDEL CASTRO.. 
 Fotos de FIDEL 
 Los participantes más activos 
 PROCLAMA AL PUEBLO DE CUBA 
 
 
  Herramientas
 
General: La independencia, las elecciones y los "disinadie"
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: Principe_Negro  (Mensaje original) Enviado: 26/02/2005 17:09

La independencia, las elecciones y los “disinadie”

FRANCISCO RODRÍGUEZ CRUZ

24 de febrero 2005

Este 24 de febrero comenzó en Cuba otra gesta independentista. No con armas de combate, ni contra un poder colonial, como la que hace 110 años organizó el delegado José Martí, pero sí con la misma arma de la unidad, “y como indirectamente”, contra un poder hegemónico mucho más poderoso.

Porque el inicio de la postulación de candidatos a delegados a las asambleas municipales del Poder Popular no solamente es un paso clave en el actual proceso electoral, sino también uno de esos modos cotidianos de reafirmar la soberanía de la nación cubana y la esencia democrática de su sistema político.

Esa es la significación de que a partir de este momento y durante un mes, los electores de todo el país acudan a más de 41 mil 500 asambleas públicas, en su barrio, en la calle, para escoger entre los vecinos a quiénes pudieran ser sus representantes en los gobiernos locales.

Candidatos a delegados. Aspirantes a la honra, podría ser también. Esa persona que, como dijera Ricardo Alarcón, presidente del Parlamento cubano, “no es solamente el representante para canalizar problemas, es también el movilizador, el organizador, el encauzador de la acción colectiva (…), además de ejercer el control, la fiscalización y el gobierno en el ámbito local”.

Y no por gusto comencé llamándole delegado al Héroe Nacional. Fue el nombre que Martí le dio a su responsabilidad como conductor del Partido único que organizó aquella guerra de independencia contra España y, de una manera muy explícita ya, contra las apetencias imperiales de los gobiernos de los Estados Unidos.

Delegado, pues. Una palabra que expresa compromiso con un colectivo de personas que lo eligen. Hay una semántica revolucionaria en la cuestión aparentemente formal del nombre de los cargos públicos. Cuba seguramente tiene, por ejemplo, la mayor cantidad de presidentes por habitantes: los que dirigen en cada cuadra los Comités de Defensa de la Revolución, la mayor organización de masas del país.

Para gobernar, sin embargo, es preferible ser un delegado. Alguien que rinde cuentas periódicamente de su gestión, que se debe a los demás y que hasta, incluso, puede ser revocado por quienes lo eligieron. Y este es el sistema de poder, de veras popular, que los cubanos construimos. Sin partidos electoreros, sin maquinarias publicitarias, sin dinero. Es lo que queremos y lo que necesitamos, en una sociedad socialista.

El supuesto modelo democrático burgués es también muy bueno. Para los capitalistas, claro. En definitiva, por más de 200 años ha pasado por democrático, y hasta hay quienes lo creen de verdad. Ha logrado el espejismo de que millones de personas piensen que cuando votan, lo hacen por sus representantes, cuando en realidad eligen a los representantes del capital, en sus más variadas formas y matices, pero capital al fin. Quienes descubren la trampa, por otra parte, poco pueden hacer, salvo abstenerse.

De manera que cada sistema político sienta las bases para su continuidad y el cubano no es la excepción. Sería ingenuo pensar lo contrario. Las revoluciones que han pretendido coquetear con los moldes ajenos de la falsa democracia de los partidos políticos, lo han pagado caro.

Con la participación masiva de los ciudadanos en la postulación de los candidatos a delegados la sociedad cubana garantiza la base de su poder político y en gran medida, la indestructibilidad de la Revolución. Tan es así, que sus enemigos, los empleados a sueldo del gobierno de los Estados Unidos en Cuba, los aupados y mimados “disidentes”, nunca han podido socavar nuestro sistema electoral.

Estos individuos, a quienes el presupuesto federal de Estados Unidos prevé destinar este año 15 millones de dólares para financiar su actividad subversiva, se han presentado ante las transnacionales de la desinformación como presidentes de partidos y movimientos virtuales, economistas, periodistas, bibliotecarios y hasta poetas, pero ninguno jamás ha podido decir que es delegado de la más pequeña y modesta circunscripción del país.

Estos ciudadanos tan cívicos, combatientes en conferencias de prensa y recepciones de embajadas, no solamente son incapaces de hacerse elegir como candidatos a delegado por un mínimo de 200 ó 300 habitantes, sino que tan siquiera pueden lograr que el vecino de la casa de al lado los proponga en un área de nominación.

Y seguro estos “disinadie” dirán que ellos se autoexcluyen, que no quieren formar parte de una “farsa” electoral donde participa más del 95% de los cubanos con derecho al voto, pero la pura verdad es que los integrantes de estos grupúsculos contrarrevolucionarios financiados por la Oficina de Intereses de los Estados Unidos, no tienen prestigio, ni autoridad, ni representan nada de lo que aspira el pueblo cubano.

Para imponer a estos personajes o a sus mentores de la mafia de Miami en cualquier posición del gobierno cubano, aunque fuera en el más intrincado paraje del archipiélago, haría falta aplicar al pie de la letra el llamado Plan para asistir a una Cuba libre que el presidente George W. Bush acogió con tanto entusiasmo en mayo del 2004, como plataforma programática contra la Revolución.

Hacer correr los dólares (luego de la sangre de millones de cubanos, por cierto), armar partidillos burgueses, desmantelar todo el entramado político actual, incluyendo un sistema electoral que debiera ser ejemplo ante el mundo, todo eso habría que hacer para montar la nueva democracia MADE IN USA.

Pero nada de ello será posible mientras los cubanos libren masivamente y con la misma organización y disciplina de otras tantas contiendas, esa batalla modesta, pero esencial en estos días, cuando en cada barrio se alcen manos y voces con las propuestas de los mejores candidatos para delegados.



Primer  Anterior  Sin respuesta  Siguiente   Último  

 
©2025 - Gabitos - Todos los derechos reservados