EEUU se prepara para democracia en Cuba poscastrista
GEORGE GEDDA/ Análisis noticioso de AP
Associated Press
WASHINGTON - Fidel Castro luce por completo los 79 años que tiene, y el gobierno de George W. Bush tiene grandes ideas para la época poscastrista de Cuba.
Los funcionarios de Washington están listos para asegurar que el sistema político de la isla, creado por Castro a base de un partido comunista único, desaparezca junto con él.
"Socavar" la sucesión planeada por Castro para su cargo de presidente cubano, en el cual deberá sustituirlo su hermano Raúl, de 74 años, es la política oficial del gobierno de Washington. Cómo se desarrollará ese proceso es algo que no está claro.
"Buscamos cómo respaldar una transición genuina a las libertades políticas" en la isla, dijo Caleb McCarry, un funcionario del Departamento de Estado recientemente encargado de las cuestiones relacionadas con la transición en Cuba.
McCarry, un republicano que durante largo tiempo fue asistente congresional para asuntos latinoamericanos, declinó conceder una entrevista para explicar cómo los Estados Unidos van a poner en práctica su política acerca de la sucesión presidencial cubana.
La designación de McCarry para el cargo, anunciada el 28 de julio por la secretaria de Estado Condoleezza Rice, fue uno de los pocos nombramientos que el Departamento ha hecho frente a las cámaras de televisión.
El anuncio dio a Rice la oportunidad de denunciar al gobierno comunista de Cuba, un gesto considerado beneficioso para ganarse el favor de los electores del sur de la Florida y otras partes de Estados Unidos.
El nombramiento de un "coordinador para la transición" cubana a la democracia se sugirió inicialmente en un informe presentado en el 2004 por la Comisión de Asistencia a una Cuba Libre, encabezado por entonces el secretario de Estado Colin Powell.
El informe enumera las medidas que pueden tomarse para presionar a Castro y proporcionar asistencia al pueblo cubano cuando una jefatura prodemocrática asuma el poder.
Bush dijo al divulgarse el informe del 2004: "Creemos que el pueblo de Cuba debe librarse de la tiranía. Creemos que el futuro de Cuba es un futuro de libertad".
La perspectiva de una transición política en otros países habitualmente no suscita mucha atención en Estados Unidos. En cambio, Cuba es un caso especial.
Un gobierno amistoso en La Habana significaría que se pondría fin a los problemas de seguridad de Washington en esa parte del mundo, que han durado 46 años.
Según el informe emitido del año pasado, poco después de la salida de Castro podrían comprarse 100.000 toneladas de alimentos y ser enviadas rápidamente a Cuba.
Se alentaría a las instituciones benéficas para que contribuyesen a una fundación para ayudar a "Cuba Libre", y funcionarios del gobierno estadounidense llevarían a cabo "una evaluación de las necesidades" de la isla sobre el terreno y lo más pronto posible.
Hay planes detallados para mejorar los sistemas cubanos de salud y educación.
El informe de 400 páginas o más examina fórmulas para modernizar la infraestructura de la aviación y de los sistemas ferroviario y marítimo del país.
El plan contempla la posibilidad de que los Estados Unidos colaboren en la celebración de elecciones limpias y democráticas, en la lucha contra la corrupción y en el establecimiento de sindicatos independientes.
En cambio, Wayne Smith, ex diplomático de Estados Unidos y experto en asuntos cubanos que promueve la normalización de relaciones con Cuba, dijo sentirse indignado por el plan del gobierno de Washington, que calificó de "intervención descarada en los asuntos internos de otro estado".
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