El 30 de octubre el calendario patriótico puertorriqueño recordó con beneplácito el 55 aniversario de lo que conocemos como la revolución de Jayuya del 1950. Para ese entonces el movimiento nacionalista puertorriqueño reconoció que la constitución del Estado Libre Asociado (Ley 600) preparada en Washington -la cual no solo reconoce sino que también justifica el control social, político, militar y económico por parte de Estados Unidos hacia Puerto Rico- era el mayor reto para la descolonización e independencia. De aquí su lema de La Constitución es la Revolución.
Es este también el título del libro escrito por nuestra Blanca Canales Torresola, quien para mi juicio sigue siendo la figura principal de este movimiento de insurrección anticolonialista, por lo tanto, esta hazaña y otras muchas mas la convirtieron en una de las madres de la patria. Que no se nos olvide, la patria también tiene madres. Fue ese 30 de octubre de 1950, cuando Doña Blanca Canales, acompañada de Elio Torresola y Carlos Irizarry, con nuestra bandera con la estrella solitaria en mano, proclamó la República de Puerto Rico. Fue indultada por el ex-gobernador colonial Roberto Sánchez Vilella en agosto de 1967 luego de haber estado 17 años en prisión con acusaciones falsas de haber matado a un guardia y herir a otras tres personas durante las acciones de Jayuya.
Ahora bien, ¿cuál es la importancia de la revolución nacionalista de Jayuya? Brevemente y sin ser simplista me atrevería a decir que Jayuya es la continuidad del Grito de Lares (23 de septiembre de 1868). En Lares el pueblo se levantó en búsqueda de su descolonización e independencia contra el Imperio de España y en Jayuya el proceso de lucha -también de descolonización e independencia- fue y sigue siendo contra el imperialismo de Estados Unidos quien nos invadió militarmente en el 1898 y a través de la constitución del Estado Libre Asociado, legalizó esa invasión y nos convirtió en su colonia mas importante.
Para quienes creemos en este proyecto de la descolonización e independencia de Puerto Rico es de gran importancia el poder tener claro algunos de los fundamentos patrios establecidos en esta revolución de Jayuya. Esto con el propósito de no continuar creando museos patrióticos y celebraciones nostálgicas nacionales que nos releven de nuestro deber de liberar la patria con valor y sacrificio.
Para estos fines La Maestra, Doña Blanca Canales, a quien tuve el honor de conocer en la Cárcel de Mujeres en Vega Baja, en los años de 1960, cuando todavía estaba encarcelada por las hazañas de la revolución de Jayuya, durante una entrevista dijo lo siguiente; la lucha por la independencia debe de convertirnos en conspirador@s y revolucionari@s.
¿Contra qué conspiramos? Contra la esclavitud política a la que hemos sido sometid@s nosotr@s l@s puertorriqueñ@s a través del colonialismo estadounidense. De aquí la necesidad de desarrollar de una vez y por todo un patriotismo comprometido en donde si nos quedamos sol@s en esta epopeya luchamos hasta morirnos. De aquí también el ejemplo mas reciente de este compromiso que conspira en el Comandante Machetero, Filiberto Ojeda Ríos. Peleó solo, murió solo, pero resucito con todo un pueblo. Por lo tanto, dejemos a un lado nuestra inercia patriótica la cual nos ha convertido en cómplices del proceso colonial y hagamos algo que vaya mas aya de las celebraciones que se han convertido en catarsis psicológicas; aprendamos a conspirar.
¿Que nos hace verdader@s revolucionari@s en este momento? El ser verdader@s militantes en donde -como nos dice Doña Blanca Canales- por un lado no exista añagotamiento y medias tintas sino palabras concretas que van al grano fustigando la blandenguería y denunciando al régimen interventor. Por otro lado, nos continúa diciendo, un/a revolucionari@ o conspirador/a por la libertad de la patria vive la vida secreta de los planes y preparativos revolucionarios mientras tiene que vivir para el público la vida normal de todos los días con sus problemas. Por eso en el momento de recordarla, Doña Blanca Canales nos pidió que como revolucionari@s solo recordemos de ella sus ejecutorias por la patria. Por esas ejecutorias ella fue a la cárcel y al morir su cuerpo a la edad de 90 años, en el 1996, estaba haciendo lo mismo; militando.
Dentro de esta militancia hay un fenómeno del cual no se habla mucho y este es la espiritualidad. A mi juicio, para ser buen@s revolucionari@s hay que ser muy espirituales, o sea, muy human@s. No tengo la menor duda que la Revolución de Jayuya, al igual que la de Lares, fue también un movimiento espiritual y es@s revolucionari@s eran patriotas muy espirituales. Me explico.
Tenemos que entender que espiritualidad no es un credo, una doctrina, un dogma o una manera de conocer. La espiritualidad es una manera de vivir, en donde yo tengo que demostrar con acciones como es que me relaciono con otras personas. En otras palabras, la espiritualidad esta conectada con el hacer no con el solo decir algo. La primera fuente de la espiritualidad lo es la realidad humana que se está viviendo. Esta realidad se manifiesta dentro de un contexto de un tiempo y espacio, nunca se da en un vacío. De esta manera cuando hablamos de realidad humana estamos hablando de nuestras realidades sociales, políticas y económicas, o sea, de lo que significa vivir en un país colonizado que es víctima de terrorismo político por parte de la nación más poderosa del mundo, o el ser una persona colonizada. Esta realidad humana es la que nos hace consciente que nada humano es ajeno a esta espiritualidad. Por lo tanto, la espiritualidad pasa a ser un reencuentro con nuestras realidades y la misma no debe de ser limitada a la práctica religiosa o a la creencia en Dios. Ese reencuentro tiene como expectativa el que se cambien las realidades humanas sin tener que lamentarnos o someternos a través de un derrotismo patrio.
Esta espiritualidad es por lo tanto una experiencia de empoderamiento solidario que busca por un lado el despertar de la conciencia crítica y de clase, para que podamos entender nuestras realidades sociales, políticas, económicas, históricas, y religiosas, sin tener que recurrir a respuestas mágicas que nos enajenan de nuestras responsabilidades. Por otro lado, también nos hace partícipe de un poder que nos debe llevar a la organización estratégica que persigue el dejar como resultado la organización socio-política para lograr la transformación de circunstancias opresoras en experiencias de liberación. Es aquí en donde se recupera la dignidad humana.
Por tal razón, no podemos pasar por alto el también denunciar en este escrito la manera en que se ha tratado de utilizar la espiritualidad para darle validez a un individualismo que promueve el misticismo (doctrina filosófica y religiosa que admite la realidad de una comunicación directa y personal con Dios por intuición o éxtasis), egocentrismo, y puritanismo (doctrina que profesa una moral rigorosa), dejando como resultado el que nos mantengamos enajenados(as) de las luchas cotidianas del diario vivir. A este fenómeno social yo lo identifico como espiritualismo. Este espiritualismo, una distorsión de la espiritualidad, se promueve mucho en Puerto Rico por grupos religiosos fundamentalistas quienes han sido instrumentos del imperialismo para seguir promoviendo nuestra colonización poniéndonos a pensar en un mas allá sin repercusiones en el mundo presente. Una manera de desmantelar todo este embeleco del espiritualismo que se inventó la clase dominante lo es recuperando las dimensiones sociales y políticas de la espiritualidad.
¿Hay contradicción entre esta espiritualidad y la violencia revolucionaria? De ninguna manera. La violencia revolucionaria dentro de nuestro contexto colonial es una acción o estrategia de defensa propia, por lo tanto pierde todo proceso de violencia destructora para convertirse en una acción o estrategia la cual persigue la liberación de la creación de nuestra Diosa. De aquí la necesidad de analizar críticamente la realidad que toda violencia se desenvuelve dentro de un contexto social e histórico. O sea, que nuestra violencia conspiradora, contraria a la violencia colonizadora, es inspirada y activada por el amor a quienes viven bajo la esclavitud política del colonialismo persiguiendo como meta su liberación en todos los aspectos: política, económica, racial, sexual, género, nacional, entre otras tantas. De aquí el que nuestr@s patriotas nunca tuvieron duda de tomar las armas contra el imperio. Ell@s vieron esta necesidad como un mal necesario el cual dentro de la realidad colonial se convierte en un derecho otorgado por organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas y un deber que la patria nos exige.
La prioridad del movimiento independentista para convertirnos en verdader@s revolucionari@s y lograr la meta de la descolonización e independencia de Puerto Rico en este momento debe de tener la capacidad militante de unir a toda esa izquierda puertorriqueña- independentistas nacionalistas, socialistas, comunistas, anarquistas, etc. Si esta meta de descolonizar nuestras acciones de desunión, las cuales me parecen a mí ser una meta mucho mas pequeña, no son posibles entonces al diablo con la meta de la descolonización e independencia nacional y sigamos buscando excusas o justificaciones para odiarnos, separarnos y a la misma vez hacerle el trabajo al imperio quien en última instancia es quien se beneficia de nuestras divisiones infecundas. De aquí el que tengamos que reconocer, aunque nos duela, que como movimiento independentista dividido hemos realizado un papel determinante de complicidad y de unidad con el imperio. Entendamos que la unidad patriótica es un pre-requisito para la descolonización nacional puertorriqueña.
Paz con justicia y sigamos jayuyando el patriotismo comprometido de la unidad patriótica para que sigamos conspirando y gritando a toda voz; ¡que viva Puerto Rico libre!