De: matilda (Mensaje original) |
Enviado: 12/12/2005 17:41 |
Fábulas Por Eduardo Galeano
Proverbios
Un viejo proverbio enseña que mejor que dar pescado es enseñar a pescar. El obispo Pedro Casaldáliga, que no nació en América pero la conoce por dentro, dice que sí, que eso está muy bien, muy buena idea, pero ¿qué pasa si nos envenenan el río? ¿O si alguien compra el río, que era de todos, y nos prohíbe pescar? O sea: ¿qué pasa si pasa lo que está pasando? La educación no alcanza.
La comunidad internacional
El pollo, el pato, el pavo, el faisán, la codorniz y la perdiz fueron convocados y viajaron hasta la cumbre. El cocinero del rey les dio la bienvenida: –Os he llamado –explicó– para que me digáis con qué salsa queréis ser comidos. Una de las aves se atrevió a decir: –Yo no quiero ser comida de ninguna manera. Y el cocinero puso las cosas en su lugar: –Eso está fuera de la cuestión.
El experto internacional
Escuché esta historia en diversos lugares, atribuida a diferentes personas, por lo que sospecho que cualquier parecido con la realidad ha de ser mera coincidencia. He aquí la versión que recibí en la Dominicana. Piaban los niños y los pollitos alrededor de doña María de las Mercedes, que cloqueando arrojaba granos de maíz a sus gallinas. En eso estaba ella, aquel día como todos los días, cuando un automóvil emergió, resplandeciente, desde una nube de polvo en el camino que venía de Santo Domingo. Un señor de traje y corbata, maletín en mano, le preguntó: –Si yo le digo, exactamente, cuántas gallinas tiene, ¿usted me da una?
Ella hizo una mueca.
Y acto seguido él encendió su computadora Pentium IV de l.5 GB, activó el GPS, se conectó por teléfono celular con el sistema de fotos satelitales y puso en funcionamiento el contador de pixels: –Usted tiene ciento treinta y dos gallinas. Y atrapó una y la apretó entre los brazos. Entonces, doña María de las Mercedes Holmes le preguntó:–Si yo le digo en qué trabaja usted, ¿me devuelve la gallina? El hizo una mueca. Y ella dijo: –Usted es un experto de una organización internacional. Recuperó su gallina y explicó que era fácil, cualquiera se daba cuenta: –Usted vino sin que nadie lo llamara, se metió en mi gallinero sin pedir permiso, me dijo algo que yo ya sabía y me cobró por eso.
Tradiciones
La palabra y el acto no se habían encontrado nunca. Cuando la palabra decía sí, el acto hacía no. Cuando la palabra decía no, el acto hacía sí. Cuando la palabra decía más o menos, el acto hacía menos o más. Un día, la palabra y el acto se cruzaron en la calle. Como no se conocían, no se reconocieron. Como no se reconocieron, no se saludaron.
Rumbos
Andaba yo perdido en las calles de Cádiz, por obra y gracia de mi agudo sentido de la desorientación, cuando un buen hombre me salvó. El me indicó cómo llegar al mercado viejo, y a cualquier otro destino en los caminos del mundo: –Tú haz lo que la calle te diga.
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