inSurGente (Antonio Maira).- Mientras aparecen redes de vuelos organizados por la Central de inteligencia norteamericana para realizar secuestros, desapariciones y torturas, y Bush admite haber asesinado a 30.000 civiles iraquíes –mal contados, reconoce con modestia- en una guerra absolutamente ilegal, el embajador de EEUU en La Habana acusa a Cuba de violar los derechos humanos. El cinismo ilimitado parece la mejor salida para los criminales. Capone le llamaría asesino al mismísimo Francisco de Asís. En el mismo momento en que los aliados de Washington disimulan el creciente bochorno público que les produce la cascada de noticias sobre crímenes de lesa humanidad cometidos una y otra vez, y de manera permanente, por los Estados Unidos, el nuevo diplomático, Michael Parmly, hace una “llamada al mundo para que rechace y denuncie los crímenes intolerables” que, según discursea, se producen en la isla pero no en Guantánamo.


El nuevo jefe de la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en Cuba, Michael Parmly, escogió el Día de los Derechos Humanos –una fecha en la que todos los políticos estadounidenses deberían mantener silencio absoluto- para reiterar el discurso de la Ley Helms Burton y del Informe para la Asistencia a una Cuba Libre contra el gobierno revolucionario de Fidel Castro. Sin vergüenza alguna lo acusó de ''reprimir'' y ''atropellar'' a la oposición interna y al pueblo cubano.

Lo de la “oposición interna” tiene su lógica ya que en realidad son funcionarios adiestrados, organizados, situados en un organigrama de perfecto y profuso “multipartidismo políticamente correcto” –hay casi más organizaciones disidentes que personas disidentes-, financiados y equipados por los EEUU. Las ocasionales detenciones y procesos judiciales contra los mercenarios reclutados por la Oficina de Intereses, suponen una disfunción costosa para el Departamento de Estado.

Lo del “atropello” al pueblo cubano o las observaciones relativas a la “falta de interés del gobierno en mejorar sus condiciones de vida”, son elementos de un discurso mendaz y cínico que sólo puede alcanzar a un público externo y ajeno a Cuba. No obstante, hay que reconocer el mérito y la ilimitada obediencia de los embajadores de los Estados Unidos que en los tiempos que corren son capaces de discursear, en Venezuela o en Cuba, sobre “atropellos” de pueblos o violencias ajenas. Su gobierno sabe que una vez metidos los 30.000 cadáveres de Bush y los miles de torturados debajo de la alfombra que ofrecen los medios de comunicación, las mentiras sobre Cuba van a recuperar su eficacia externa como referencia de los políticos occidentales y de los profesionales de Falsimedia.

El diplomático estadounidense, refiriéndose a algunas reacciones populares en contra de acciones de provocación y de boicot de pequeños grupos de mercenarios, lanzó ''un llamado al mundo para que rechace y denuncie estos crímenes intolerables'', y mencionó que en Cuba hay más de 300 prisioneros políticos.

El embajador yanqui pretende extender a Cuba la impunidad que sus militares y funcionarios han conseguido –mediante coacciones y amenazas- en buena parte del mundo, y la que tienen ante tribunales como la Corte Penal Internacional.

Parmly, que ocultó que los mercenarios condenados en Cuba lo fueron en procesos judiciales regulares y en virtud de leyes aprobadas por la Asamblea Nacional del Poder Popular, confió en que sus interlocutores –esos mismos mercenarios- serían los únicos posibles en el mundo que soportarían el discurso del embajador sobre los presos en Cuba sin recordar a los 500 prisioneros de Guantánamo, esos sí encarcelados sin proceso judicial ni cargo alguno.

''Los cubanos saben que el cambio se avecina'', concluyó el diplomático para informar sobre una convicción de la Casa Blanca y una previsión de “cambio inmediato” que se ha mantenido durante cuarenta y cinco años.

Sabiduría y paciencia imperial.