Por Raúl Estrada Zamora
Servicio Especial de la AIN
Tal y como se esperaba, Cuba concluye este año con menos del dos por ciento de desocupación, y se mantiene entre los pocos países del mundo que, de acuerdo con las normas establecidas por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), garantizan el pleno empleo de la población económicamente activa.
La Isla alcanzó ese objetivo por vez primera en 2004, luego del sostenido descenso de la tasa de desempleo, que en 1995 promedió 8,3 por ciento (en particular en las provincias orientales), debido al derrumbe del campo socialista europeo y el recrudecimiento del bloqueo económico de EE.UU.
Sin aplicar políticas de choque, ni recurrir a recetas neoliberales -tan usuales y nefastas en América Latina-, el Gobierno cubano adoptó un conjunto de medidas para salir de la crisis, debido a lo cual nadie fue abandonado a su suerte, y la nación resistió y continuó desarrollándose.
Hace seis años Cuba proclamó la Batalla de Ideas, caracterizada en lo fundamental por una serie de programas -hoy cerca de 200- encaminados a ofrecer a cada individuo mayores oportunidades educacionales, culturales y laborales.
La formación de unos 28 mil trabajadores sociales, encargados, sobre todo, de atender los problemas de sectores poblacionales con desventajas socio-culturales y reinsertarlas como protagonistas de su propio bienestar, es uno de los proyectos mejor concretados y de mayor impacto en la reducción del desempleo.
A fin de perfeccionar el sistema educacional y franquear el acceso masivo a una cultura general e integral, muchos jóvenes se han incorporado a carreras pedagógicas y al ejercicio práctico del magisterio.
Uno de los programas más revolucionarios por su concepción y alcance es el Curso de Superación Integral para Jóvenes, destinado a personas de 18 a 30 años de edad que por diversas causas no estaban vinculadas a los estudios ni laboralmente.
Ese proyecto inauguró la modalidad de ofrecer estudio por empleo, y ya beneficia a más de 170 mil compatriotas de todos los niveles de enseñanza, incluida la superior.
Otro numeroso grupo de cubanos antiguamente vinculados a la industria azucarera, también recibe un salario íntegro por elevar su escolaridad o recalificarse. Son parte de los 100 mil acogidos a la llamada Tarea Álvaro Reynoso, instituida al calor del redimensionamiento de la agroindustria azucarera para hacerla más eficiente y competitiva.
Importantes fuentes de ocupación tiene la ciudadanía en la agricultura urbana, en clubes de computación y electrónica, los video-clubes juveniles, salas de televisión y video, y otros programas, en los que, preferentemente, se ubican a jóvenes y mujeres.
Existe una fuerte presencia juvenil y femenina en sectores como los de las investigaciones científicas, la educación y la salud, y ya son féminas el 66 por ciento de los profesionales y técnicos de la ínsula.
Prioritaria atención reciben los discapacitados. Sin excepción, todos los de edad laboral y deseosos de trabajar encuentran ubicación, en puestos ordinarios en centros laborales normales, en los 143 talleres especiales creados en todo el territorio nacional, o en instalaciones sociales donde reciben adiestramiento en diversos oficios.
Al tiempo que disminuye la tasa de desempleados, Cuba incrementa los fondos destinados a la seguridad y la asistencia sociales, los cuales para el 2006 ascendieran a tres mil 502 millones de pesos, un crecimiento del 20% con relación al 2005.
En tal sentido, y pese al recrudecimiento del bloqueo de Estados Unidos, Cuba deja muy rezagada a América Latina, región con un 11 por ciento de desempleo, y en la que entre el 55 y 65 por ciento de los trabajadores carece de sistema de seguridad social, 25 millones de niños se ven forzados a trabajar y 19,5 millones adultos se encuentran sin empleo.