En los últimos años, y sobre todo a partir de la evidente caída en picada de la moral imperialista norteamericana, producto de su torpe y criminal guerra contra el terrorismo, todos los lacayos a su servicio se regodean en su desmesurada sumisión a los designios de Washington.
Moviéndose en los blandos lodos dejados por los últimos huracanes creados por el neoliberalismo, estos recaderos han salido al descubierto, han tomado sus computadoras portátiles, situándose con sus panzas aldeanas en cualquier rincón del mundo para escribir contra todo lo que vale y brilla en este planeta. Tal costumbre se ha hecho patente cada año al cumplirse un nuevo aniversario del nacimiento o la caída en combate del Comandante Ernesto Che Guevara.
El inventario de estos mercenarios crece cada año en los meses de Junio y Octubre en la misma medida en que la figura del Che se agiganta y se hace más presente en cada marcha de protesta, en cada manifestación estudiantil o en las calles y avenidas de las ciudades venezolanas en apoyo a la obra en marcha de la revolución bolivariana.
Últimamente estos asalariados reaccionan más estimulados que nunca según se le acerque a sus fauces voraces la oferta de dólares yanquis en pago por sus servicios. Como se conoce, ese dinero sale de los abultados presupuestos que el gobierno imperialista viene dedicando para combatir cuanto movimiento progresista surge en el mundo y especialmente en América Latina.
El gobierno de los Estados Unidos y sus agencias han publicado sin el menor recato y con especial prioridad las asignaciones otorgadas a la contrarrevolución venezolana, a la gusanera cubana que se hospeda en los pantanos de la florida y a los grupúsculos mercenarios dentro de la isla.
La apariencia de estos depredadores solo se distingue por el color y la talla de su ropaje, aunque en cuanto a su carácter y tipo de movimientos no se observan muchas diferencias. Unos se presentan con su andar esquivo y traicionero, otros con su reptil movimiento, siempre en acecho tras las presas más codiciadas. Son verdaderos destructores de los valores humanos y utilizan todas las trampas y artificios a su alcance para garantizarle una buena cacería a sus amos de la Casa Blanca.
Entre los asalariados más distinguidos del imperio, por su gran voracidad y por su amplio currículo de servicios, se encuentra el hijo del autor de la Fiesta del Chivo, que se enorgullece de haber engendrado, por puro milagro de la naturaleza peruana, a este ejemplar, cuyo habitat de predilección es la ciudad de Nueva York.
El nombre asignado al joven asalariado por su progenitor ya es bastante conocido dentro de la biodiversidad terrestre del neoliberalismo latinoamericano: Álvaro Vargas Llosa Jr.
Aunque este joven suele observarse con mayor frecuencia en la nocturnidad del bajo mundo newyorkino suele emerger a la superficie de la urbe y hasta se atreve afirmar haber visitado en ocasiones, lugares tan distinguidos, como el museo de arte moderno de aquella ciudad.
De una de sus ultimas fantasiosas visitas al famoso museo nos cuenta que se deleitaba observando a un estudiante norteamericano que lucía una camiseta del Che Guevara con una boina ladeada en la frente.
Nos narra este malandrín una suerte de interrogatorio realizado al joven norteamericano; babeante y locuaz se acercó a él preguntándole qué era exactamente lo que él admiraba del Che Guevara.
He aquí las 10 razones que dice haber mencionado el joven norteamericano y sus respuestas:
1. Estaba en contra del capitalismo.
A partir de esta primera afirmación, este reptil se desplaya con respuestas ofidiosamente estúpidas, tales como que el Che era partidario del capitalismo de estado, se oponía al sistema salarial capitalista y que el sistema estatal entronizado por él en Cuba era el del trabajo forzado practicado entonces en Guanahacabibes en el año 1961.
Si Alvarito Jr. siguiera los consejos que le hiciera recientemente el compañero Néstor Kohan desde Buenos Aires, quizás dentro 10 años pudiéramos entenderlo mejor. El embrollo que arma en su primera respuesta no está al nivel intelectual del autor de La Fiesta del Chivo, sino de su padrino y patrón actual, bien bautizado por el presidente venezolano Hugo Chávez como Mister Danger W. Bush.
Como el único sistema salarial que entiende este señor es el que le paga regularmente la CIA o la Casa Blanca por sus escritos, esperemos a que estudie lo qué significa la categoría salario en el capitalismo, y si le interesa conocer algo más sobre esto, le podemos ofrecer un curso a distancia sobre el sistema salarial en el socialismo. Digo a distancia porque su patrón Mr. Danger no le permitiría visitar la isla para adquirir esos conocimientos elementales.
Sobre Guanahacabibes debo explicarle algunas cosas al ignorante y difamador personaje. O más bien, a los lectores que pudieran confundirse con lo escrito por el dañino reptil.
El Che no apoyó la creación del campamento de Guanahacabibes sino que fue su creador e impulsor más entusiasta. Este lugar, situado en el extremo occidental de Cuba constituyó durante siglos uno de los sitios más aislados e incomunicados de nuestro país y lo que allí se instauró por el Che fue un programa para el desarrollo productivo del lugar en beneficio de sus hasta entonces abandonados pobladores.
Cuando algún funcionario del Ministerio de Industrias o de sus empresas cometía alguna indisciplina o hecho no doloso, que por su importancia no implicaba ser procesado judicialmente, se le sancionaba con ir a trabajar a aquel lugar, como medida educativa.
El “sancionado” en cuestión podía aceptar o no la medida, ya que eran compañeros de probada actitud revolucionaria. De no aceptarla, obtarían por pasar a trabajar a cualquier otro lugar, pero no se les permitía continuar en el ministerio de industrias y su sistema empresarial.
Prácticamente todos los compañeros aceptaban conscientemente, sin imposición alguna, aquella decisión del Ministro de Industrias y cumplían la sanción educativa.
También para conocimiento de los lectores debe decirse que eran muy frecuentes las visitas del Che a Guanahacabibes y siempre que lo hacia dedicaba más de la mitad de la jornada diaria para trabajar físicamente junto a los compañeros que se encontraban en dicho lugar. Al terminar la jornada de trabajo acostumbraba dictarle una que otra conferencia sobre temas importantes de actualidad.
Finalmente en Guanahacabibes se construyo una pequeña pista de aterrizaje y a partir de entonces las visitas del Che eran más frecuentes para compartir las jornadas de trabajo voluntario con sus compañeros.
Muchos de los que pasaron por allí en aquellos primeros tiempos hoy hablan con orgullo de su estancia en aquel lugar y de lo que significó en su formación revolucionaria. Para todos ellos, aquellas jornadas de trabajo voluntario junto al Che constituyen uno de los recuerdos más valiosos e imborrables de toda su vida revolucionaria.
Pero Vargas Llosa Jr. no puede valorar nada de esto, porque no entiende qué es el trabajo voluntario que propugnaba el Che, ni su significado. El hijo del autor de la Fiesta del Chivo nunca ha sembrado ni una lechuga en el jardín de su casa y mucho menos puede entender que para comer hay que trabajar. Para eso está el presupuesto de la CIA para mantenerlo, a costa de los impuestos tributados por los contribuyentes norteamericanos.
2. Hizo a Cuba independiente
En este caso, la respuesta del joven ofidio pareciera que se la “sopló" al oído Mister Dánger, por la enjundia histórica de su contenido. Dice que en realidad el Che maquinó la colonización de Cuba por los soviéticos y que fracasó en el objetivo de ponerle fin a la dependencia del país con relación al azúcar.
Nadie le ha informado a este individuo, ni el ilustrado autor de la Fiesta del Chivo, ni otros de sus amigos de la CIA, que fue el gobierno de los Estados Unidos el que suspendió la cuota azucarera cubana en 1961 y que fueron los soviéticos los que asumieron la compra de casi todo ese producto a nuestro país, hasta que sobrevino el derrumbe del socialismo europeo, patrocinado por Mijail Gorbachov y Ronald Reagan.
Tampoco le informaron que a partir de la suspensión de la cuota azucarera todo el comercio de Cuba, tanto de importación como de exportación, tuvo que ser reorientado hacia la URSS producto del bloqueo económico impuesto por el gobierno de los Estados Unidos, que hizo imposible la importación de producto alguno de ese país, incluyendo los medicamentos, representando esto último, uno de los intentos más criminales del imperio por doblegar a la revolución cubana.
3. Abogó por la justicia social.
A esta afirmación del joven norteamericano, su interrogador contestó que el Che ayudó a arruinar nuestra economía reduciendo a la mitad la producción de azúcar en el término de dos años. Agrega que el racionamiento al pueblo fue obra del Che cuando, según él, administraba la economía isleña.
Aquí la mala fe del preguntón y el pésimo asesoramiento de sus allegados rompieron todos los record en materia de ignorancia, y de sumisión a los dictados del imperio.
En primer lugar no dice que el Che era el Ministro de Industria y que no decidía sobre el racionamiento al pueblo, aunque como miembro de la alta dirección de la revolución participaba en las decisiones sobre esa y otras medidas a que nos obligó el brutal bloqueo económico impuesto por el gobierno norteamericano, ese mismo gobierno que actualmente financia a este reptil, y a otros como él, que se mueven en los pantanos de la Florida y salpican a ciertos gusanillos que se arrastran torpemente dentro de la isla, al no tener apoyo del pueblo.
Sobre la producción azucarera no vale la pena gastar muchas municiones contra Alvarito Jr. si lo desea y tiene interés en elevar en algo su cultura económica, le sugiero que lea los artículos publicados por el Che en defensa de la elevación de la producción azucarera y sus derivados en los primeros años de la revolución, como pivote para el ulterior desarrollo de la economía cubana en su conjunto. Hubo años en que la producción azucarera llegó a sobrepasar los 8 millones de toneladas, hasta que se produjo la depresión de los precios de este producto en el mercado mundial.
El Che fue el creador del Instituto Cubano de Investigación de los derivados de la caña de azucar (ICIDCA) que aún existe, y al que se le reconocen, nacional e internacionalmente, innumerables resultados en ese campo.
4. Se enfrentó a Moscú.
El interrogador, más enojado, le ripostó al joven norteamericano, que el Che en realidad abedeció a Moscú hasta que este decidió pedirle algo a cambio de masivas transferencias de dinero a la Habana. Luego agregó que el Che criticó al Kremlin porque había adoptado lo que él denominaba “ley del valor”. Finalmente que el Che cambió su lealtad a la URSS por la de China.
Alvarito Jr. no dice qué fue lo que Moscú le pidió al Che a cambio, pero eso no tiene importancia. Ya estamos acostumbrados a estos deslices de los mercenarios del imperio a la hora de teclear sus infundios contra Cuba y todo lo que huela a progreso y decencia en el mundo. Lo de la ley del valor resulta más simpático.
Cuando el ignaro sujeto empieza a balbucear sobre esta ley económica, que la conocen hasta los menos especializados en la materia, dice refiriéndose al Che, “lo que él denominaba la ley del valor”, como si dicha ley fuera una invención del Che.
Volvemos a recomendarle a este asalariado que siga los sabios consejos del compañero Néstor Kohan. Que se tome no una tarde, sino un año sabático para ver si es capaz de aprender algo de economía. No le recomendamos que estudie a Carlos Marx, ni al Che, porque significaría un esfuerzo intelectual insoportable para las diminutas entendederas del ofidio.
Pero sí le sugerimos que haga un esfuerzo mínimo y estudie a Adam Smith, y a David Ricardo, y si le quedan algunas tardes libres, que también estudie algo de Jhon Maynar Keynes, muy conocido en Estados Unidos, sobre todo después de terminada la segunda guerra mundial.
Le aseguramos que no tendrá que realizar muchos esfuerzos para localizar toda la bibliografía keynesiana que necesite. Muy cerca de los barrios por donde pasea, en cualquier biblioteca de las tantas que hay en la ciudad, aunque muy poco visitadas, encontrará todo lo referente a la ley del valor.
Se dará cuenta entonces, después que estudie bastante, que él es un instrumento típico de esa ley y que precisamente el dinero que recibe por parte del gobierno yanqui es producto de la acción de la ley del valor, que a través de la oferta y la demanda en el mercado mercenario y según sus cotizaciones, recibe lo que le pertenece de acuerdo al precio que le corresponde en la competencia con los otros pares que habitan las cloacas de la ciudad de Miami y otras ciudades yanquis.
Sobre las lealtades del Che con China a cambio del Kremlin, le recomendamos al joven ofidio que, aunque no le agrade nada la lectura de los escritos del Che, repase algunos de ellos. Se dará cuenta entonces que el Comandante Guevara nunca dio muestras de sumisión a ninguna corriente de pensamiento que no fuera compatible con sus propias convicciones revolucionarias, y si de hombre leal se trata, dejó escrito para la posteridad su lealtad a la revolución cubana y a su jefe. En su carta de despedida a Fidel en 1965 expresa:
“Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi ultimo pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti”.
Y más adelante:
“Que en donde quiera que me pare sentiré la responsabilidad de ser revolucionario cubano, y como tal actuaré.
5. Se conectó con los campesinos.
El simplismo de este difamador al ripostar esta afirmación pasa de la vulgaridad a la gran mentira mediatica, eso a que nos tienen acostumbrados todos los mercenarios del imperio. Dice que no hubo ningún apoyo campesino y de los militantes comunistas a la guerrilla boliviana dirigida por el Che, los mete a todos en un mismo saco.
Niega que hubo varios campesinos que colaboraron con el Che en Bolivia, en la medida que fueron adquiriendo conciencia de la importancia de la causa revolucionaria.
Pero lo más sucio de Alvarito Jr. es su referencia a los militantes del partido comunista. No dice que fue Mario Monje, entonces secretario general de ese partido, el que traicionó al Che, y que militantes como Inti y Coco Peredo ofrendaron sus vidas, heroicamente, por la causa del pueblo boliviano. Coco cayó combatiendo junto al Che y los demás compañeros, e Inti Peredo murió combatiendo gloriosamente en su país, dando continuidad a la lucha revolucionaria iniciada por el Che.
No dice nada acerca del asesinato del Che por órdenes de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos en combinación con su peón el Presidente Barrientos. Su falta total de ética no se lo permite, pero tampoco la ley del valor a la que está sometido. Si dice algo honesto sobre ese asesinato, le afectaría de inmediato en sus ingresos mercenarios suministrados por la CIA.
6. Fue un genio guerrillero.
El señorito de este cuento trata de ridiculizar al Che, atribuyéndole los fracasos en distintos frentes guerrilleros en Africa y América Latina, ya fueran dirigidos por él o por otros compañeros revolucionarios. No hace distinción entre un escenario y otro, no repara en situaciones, personajes y condiciones históricas, su único propósito es ridiculizar al Che.
Es tan estúpido que no se da cuenta que el Che Guevara ha pasado a la historia como el Guerrillero Heroico y el Comandante del Alba, atributos estos otorgados por todos los pueblos del mundo, incluyendo millones de personas en los propios Estados Unidos.
Este reptil es tan mal intencionado que hace oídos sordos a las evidencias aparecidas en Internet donde la figura del Che aparece, según todas las encuestas de los últimos años, entre las más grandes personalidades del mundo, por su historial revolucionario, sin hablar de otras cualidades paradigmáticas que le atribuyen todas las personas honestas del mundo.
7. Respetó la dignidad humana.
Vuelve la ley de valor a revelarse en toda su expresión. Una vez más el reptil destila todas sus secreciones más repulsivas. Responde a esta sana afirmación diciendo que en realidad el Che tenía el hábito de apoderarse de la propiedad ajena. Afirma que el Che ordenaba asaltar bancos cuando la guerra y que tan pronto cayó Batista se apropio de una mansión, sin reparar en que esta fuera producto de una expropiación con fines públicos.
Aquí la vileza llega a sus máximas dimensiones. Uno de los primeros hechos que dieron muestra temprana de las cualidades humanas del Che y en especial de su austeridad administrativa, sucedió en los primeros meses después del triunfo de la revolución. Aún nos encontrábamos en el regimiento de La Cabaña, cuando el Che hizo crisis con sus severos ataques de asma.
La enfermedad afectó sus pulmones y los médicos que lo atendían recomendaron trasladarlo de la casa donde vivía dentro del regimiento a otra en la Playa de Tarará, para su recuperación. Efectivamente era una casa expropiada y el calificativo de mansión se lo ha puesto actualmente el malandrín en su escrito.
Visité esa casa en reiteradas ocasiones por razones de mi trabajo a las ordenes del Comandante Guevara en La Cabaña y puedo afirmar que aquel inmueble, aun existente, no puede calificarse como tal mansión, sin que tampoco sea una pobre y desvencijada vivienda.
En aquella época otro reptil al estilo del de ahora, cuya única diferencia radica en su apellido “Llano Montes” escribió un articulo venenoso insinuando que el Comandante Guevara se había ido a vivir a Tarara, como si fuera a un lugar de placer.
Inmediatamente de suceder aquel hecho el Che aclaró, mediante una nota periodística las razones de su traslado a Tarara por recomendación médica, precisando que su enfermedad la había adquirido trabajando día y noche por la revolución y no en algún garito habanero como lo hacían algunos burgueses de la época.
Aquella aclaración, que dejó muy mal parado al infame Llano Montes, hizo que el prestigio del Che, que ya era bien reconocido por nuestro pueblo creciera aun más, para convertirse poco tiempo después en el patrón de conducta y ejemplo de moral revolucionaria para las nuevas generaciones de Cuba y otros pueblos del mundo.
Resulta insólito que después de más de 40 años, alguien vuelva sobre el manido asunto de la casa de Tarará. Esto demuestra que la derecha reaccionaria y resentida no olvida nunca, traslada sus rencores por generaciones y, reacciona por su condición de clase sin importarle el más mínimo sentido de la ética y la decencia.