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General: La familia según “San Bush”
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: mfelix28  (Mensaje original) Enviado: 20/05/2006 18:38
    La familia según “San Bush”

    Enrique Milanés León
http://www.adelante.cu/noticias/26/5/9/
opinion.San%20Bush.php

    Cuando en mayo del 2004 George W. Bush presentó con toda pompa su Plan para derrocar a la Revolución Cubana, el mundo entero presenció, sentido o sentado, otra clase magistral de prepotencia: mientras movimientos solidarios con la Isla lo condenaron, varios gobiernos se callaron, plegaron o hicieron la vista gorda, pretendiendo ignorar el significativo detalle de que tal vez un día en la Casa Blanca diseñen un plancito para ellos.
    El carácter inhumano de ese engendro se ilustra particularmente en lo concerniente a la familia. Con su vocación de gerente del imperio o de policía celestial, mister W. decidió qué era, y qué no, familia cubana, pretendiendo “dividir” con un serrucho de odio lo que sistemas políticos contrarios, el bloqueo, el Estrecho de La Florida y la feroz propaganda anticubana no han podido separar. Si bien en Estados Unidos manda el dinero, en Cuba mandan los sentimientos, y las familias no se dejan arrebatar ningún pariente.
    El Plan Bush estableció que las visitas de cubanoamericanos a sus familiares en la Isla se harán sólo cada tres años, en un desesperado intento de que el tiempo le ayude a dividir lo indivisible. Esa familia cubana, que según Bush no va mucho más allá de padres-hijos, hijos-padres y cónyuges con papeles claros, puede recibir desde entonces menos paquetes y remesas, limitación harto elocuente del real sentimiento de la Casa Blanca hacia los hijos de la nación vecina.
    Veamos dos caras de una misma discriminación. La Ley de Ajuste Cubano permite a los inmigrantes ilegales provenientes de la Isla obtener residencia en los Estados Unidos si logran pisar la tierra de la gran nación sin ser capturados antes por las autoridades correspondientes. Donde algunos ingenuos han creído ver beneficios, hay en realidad una profunda discriminación en tanto ello ha dejado una ancha estela de huesos y despojos de costa a costa.
    Si en más de un punto de la frontera con México rancheros racistas estadounidenses juegan en serio a cazar hombres “de segunda”, el juego con los cubanos que salen ilegalmente de su país es mucho más macabro porque supone la participación veleidosa de olas imprevisibles y de tiburones siempre dispuestos a comer del azar. Lo más condenable es que, en el caso de los “privilegiados” emigrantes cubanos ajustados por la Ley, el ranchero que caza es el cowboy al mando de la Casa Blanca.
    Tal iniciativa ha engordado los bolsillos de traficantes de personas asentados en Miami y en otras ciudades del Golfo de México y el Mar Caribe y llenado de luto a familias cubanas. Por otro lado de la discriminación, los cubanos, quienes son los únicos con el “privilegio” de entrar por la libre en Estados Unidos, son en cambio los únicos residentes con restricciones de ayuda económica a sus familiares desde la nación norteña. O sea, vía libre para morir en el intento y vía cerrada para disponer de su dinero.
    De esa ecuación del mal, las familias Habana adentro pierden miembros en intentos de emigración irregular y no reciben una ayuda de significación de los que llegan al Norte porque las autoridades de ese país lo obstaculizan.
    La familia cubana tiene ya un gobernador desconocido —un tal Caleb McCarry, quien ya cobra por su plaza— y habría de sufrir, si un día el Plan Bush se hiciera realidad, múltiples vejaciones. El 80 por ciento de los núcleos perdería la propiedad de su vivienda, una nueva Enmienda Platt humillaría la independencia nacional, casa por casa y pueblo por pueblo, y la policía estaría llamada a reprimir a la gente en lugar de protegerla.
    La educación, actualmente patrimonio general en Cuba, sería privatizada y tutores en inglés adoptarían a miles de niños huérfanos porque asesinos en inglés los dejarían sin padres. Ser negro o mestizo, ser humilde y modesto, pasarían a constituir delitos fatales.
    Ahora, que mayo deja entrever, entre delirio y temblores, calenturas bushianas contra Cuba, la familia de adentro, en firme custodia de su Isla, hace suya la máxima independentista martiana: plan contra plan. Y si hace falta, con el lomo de machetes siempre mambises, le daremos unos cuantos planazos al señor emperador. ¡Ave… rigüe, mister Bush, lo que le puede pasar!

    



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