Che el poeta eres tú (I) Evocación de su presencia en la cultura PEDRO DE LA HOZ JORGE LUIS GONZALEZ Escribió versos que no creyó importantes, aunque algunas estrofas fueran verdaderamente conmovedoras; dejó testimonios de sus lecturas de Neruda y León Felipe; y solía llevar diarios de campaña, donde los análisis tácticos y estratégicos comparten líneas con magníficas descripciones y perfiles humanos. Pero nunca, tal era su modestia, se consideró escritor, ni aún después de publicar en forma de libro sus Pasajes de la guerra revolucionaria o haber contribuido a la ensayística con su memorable texto El socialismo y el hombre en Cuba. Sin embargo, nadie pone en duda su extraordinaria trayectoria intelectual y su enorme dimensión poética. Un joven escritor, estremecido por la noticia de su muerte, dijo una gran verdad en versos sencillos: No es que quiera darte pluma por pistola / pero el poeta eres tú. El Che pensó al hombre nuevo y fue un hombre nuevo en sí mismo. Un sincero y sencillo homenaje al héroe tuvo lugar ayer en la Tribuna Abierta de la Revolución en Mesa Redonda, efectuada en los estudios de la Televisión Cubana. Allí un grupo de intelectuales, en una conversación conducida por el moderador Randy Alonso, evocaron no solamente el impacto del Che en la creación artística y literaria, sino el significado de su integralidad revolucionaria, ética, humana, legado esencial para la batalla de ideas que libra nuestro pueblo en la hora actual. En correspondencia con los empeños por formar ciudadanos cultos en la más honda y abarcadora acepción de la palabra, la investigadora María del Carmen Ariet, coordinadora científica del Archivo Personal del Che, trazó una cronología del crecimiento intelectual de Ernesto Guevara, desde los días de su adolescencia, cuando ya era considerado el joven más preparado de su aula, hasta los últimos momentos de su vida en tierra boliviana. Aportó detalles reveladores de esa inquietud: la temprana proyección de un diccionario de figuras y términos de la Filosofía, su encuentro con las ideas marxistas, su aprendizaje de francés, el amplísimo repertorio de sus lecturas. Sorprende y estimula la capacidad y la tenacidad de un hombre que en los días difíciles que transcurren entre el fin de la guerrilla congolesa y la preparación en Cuba para partir hacia Bolivia, con estancias en Tanzania y Praga, el Che devore las páginas del Retrato de un artista adolescente, del irlandés James Joyce, y revisite los Cuadernos filosóficos, de Lenin, se sumerja en el mundo poético de Paradiso, de José Lezama Lima, y confronte su pensamiento con el filósofo neomarxista Louis Althusser. Y que aún en Bolivia, acosado por fuerzas contrainsurgentes armadas y pagadas por el imperialismo norteamericano, halle tiempo para repasar al filósofo alemán Nietzsche, última lectura que consta. La doctora Ariet valoró El socialismo y el hombre en Cuba como un texto paradigmático en tanto resume la idea del Che sobre la construcción de una nueva sociedad a partir de la articulación de una toma de conciencia real, una profunda y auténtica transformación del hombre y los valores de una ética revolucionaria, para lo cual es tan importante la formación por vías institucionales y sociales como la autoeducación permanente. UNA IMAGEN RECORRE EL MUNDO A la profesora y crítica Yolanda Wood correspondió ilustrar cómo el Che ha inspirado la obra de numerosos creadores cubanos en el campo de las artes visuales. Primero, cuando el Che estaba entre nosotros, fue la fotografía, donde hay instantáneas antológicas de Osvaldo Salas y Raúl Corrales. Después la pintura —las magníficas realizaciones pop de Raúl Martínez, cuyo cuadro El fénix (1967) es emblemático y abrió el camino a expresiones que se han prolongado hasta hoy: Mendive, Adigio, Yanes, Ever, Fabelo, Belkis Ayón—, la gráfica —los afiches de Ñico, Frémez, Rostgaard y las motivaciones de los más jóvenes—, la instalación, la escultura. El 5 de marzo de 1960, mientras Fidel despedía el duelo de las víctimas del sabotaje al barco La Coubre, el Che, enfundado en una cazadora de campaña y tocado por la boina inseparable, ocupó momentáneamente la parte delantera de la tribuna. Un fotorreportero del periódico Revolución, siempre con el obturador de su cámara listo para disparar, atrapó la imagen del Comandante. De regreso a la redacción otras fotos fueron seleccionadas para su publicación. Aquella quedó archivada hasta que un tiempo después, cuando el Che había partido hacia otras tierras del mundo, la mostró al editor italiano Giangiacomo Feltrinelli. Apenas este supo que el guerrillero había sido asesinado en Bolivia, reprodujo cientos de miles de copias de la foto tomada el día que se lanzó por primera vez la consigna de Patria o Muerte. A partir de entonces, esa imagen recorrió el mundo, se estampó en los más disímiles soportes y se convirtió en símbolo. El autor de la instantánea es Alberto Korda, reconocido mundialmente como uno de los artistas fotográficos que ha hecho historia. En 1999, una publicación británica incluyó una doble página publicitaria para promover el consumo de la marca de vodka Smirnoff. A Korda le irritó en grado sumo que la publicidad utilizara la foto del Che sin su autorización y entabló pleito contra los responsables del hecho, las empresas inglesas Lowe Lintas y Rex Features. Hace apenas unos días, una corte londinense reconoció el derecho de Korda sobre la foto y logró un acuerdo legal mediante el cual ambas compañías debían reparar los daños por la utilización espuria de la imagen. El monto de la indemnización, ascendente a 50 000 dólares, será donada por el artista al Ministerio de Salud Pública para la adquisición de medicamentos para los niños cubanos. "Si el Che viviera, hubiera hecho lo mismo", declaró Korda, "yo nunca he cobrado un centavo cuando reproducen esa foto en pancartas y pulóveres que promueven la solidaridad y la simpatía con las ideas del Che, pero no podía permitir la perversión de la imagen con fines comerciales inadmisibles". |